Joan Miquel Perpinyà / En las Pitiusas, especialmente en Ibiza, la pandemia del Covid-19 avanza absolutamente fuera de control. Las cifras de propagación del coronavirus que diariamente facilitan las autoridades sanitarias, excepto los fines de semana (que se conoce que el virus se toma libre para descansar en el Día del Señor), aumentada de forma exponencial, absolutamente desbocadas. Ayer en Ibiza hubo más nuevos contactos que en el resto de Balears juntas. Y ya se nos previene de que la semana próxima la incidencia puede superar los 2.000 casos por cada 100.000 habitantes. Demencial.
Ayer en Ibiza hubo más nuevos contactos que en el resto de Balears juntas. Y ya se nos previene de que la semana próxima la incidencia puede superar los 2.000 casos por cada 100.000 habitantes. Demencial.
En este contexto, consuela ver las colas de ciudadanos responsables —y un poco acojonados, por qué no decirlo— en los puntos de cribado masivo establecidos en Vila, Sant Antoni y Santa Eulària. Pero no deja de resultar frustrante porque lo que se necesita realmente son puntos de vacunación masiva, algo que no es posible hacer porque a Balears no llegan dosis suficientes para hacer tal cosa y hay que conformarse con inmunizar poquito a poquito a la población diana más vulnerable y susceptible de tener peor pronóstico en caso de contagio.
Acrecienta nuestro pesimismo la constatación por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de que no habrá recuperación del turismo hasta finales del verano, cuando se prevé que la población vacunada alcance el 70%. Esta nueva previsión empeora la que inicialmente anunció el Ejecutivo y que estimaba que sería a principios del estío cuando alcanzaríamos la inmunidad de rebaño. La indignación entre el sector hotelero por boca de la presidenta de la Federación Hotelera de las Pitiusas, Ana Gordillo, es lógica. Y también la expresada por el sector de la restauración y la peluquería, entre otros muchos pequeños empresarios que ya están tocando fondo y están con el agua al cuello, sin poder trabajar.
Pero por más que nos indignemos con el Gobierno, no está en su mano acelerar el proceso de vacunación porque Pedro Sánchez no es el presidente de Pfizer ni de ninguna de las farmacéuticas que ha de suministrarnos los anhelados viales.
Pero por más que nos indignemos con el Gobierno, no está en su mano acelerar el proceso de vacunación porque Pedro Sánchez no es el presidente de Pfizer ni de ninguna de las farmacéuticas que ha de suministrarnos los anhelados viales. Lo único que puede hacer es ofrecer ayudas a los sectores afectados para evitar su quiebra económica, algo que no hace por más que se renueven los ERTE.
Así las cosas, con el virus avanzando desbocado como una marabunta, solo nos queda embridarlo con un autoconfinamiento y esperar que de este modo la situación sanitaria mejore. Porque mientras eso no suceda, pensar en que habrá algo parecido a una temporada turística medio normal es pura ciencia ficción.