EFE / Alemania obligará a todos los viajeros a hacerse un test PCR negativo al llegar al país desde cualquier lugar del mundo, aunque no sea considerado zona de riesgo, decidieron este lunes el Gobierno central y los 16 estados federados.
La canciller alemana, Angela Merkel, y los líderes regionales tomaron esta decisión en una difícil reunión de más de 11 horas en la que se han prolongado y endurecido las restricciones de la vida pública y la actividad económica por la evolución negativa de la tercera ola de la pandemia.
La decisión sobre los viajes desde el extranjero está relacionada con la polémica en torno a las vacaciones de Semana Santa en Mallorca, cuya demanda se había disparado después de que las autoridades alemanas sacasen a las Islas Baleares de la lista de zonas de riesgo, lo que eliminaba la obligación de presentar una prueba PCR y guardar cuarentena.
Se establece así una «obligación general» de realizarse un test para entrar al país, una medida que sustituye el sistema anterior, en el que sólo las zonas de riesgo -aunque eran la inmensa mayoría de los países del mundo- implicaban test y cuarentena.
«Desaconsejamos todos los viajes al extranjero, en general todos los viajes que no son estrictamente necesarios», señaló tras la reunión Angela Merkel, en una rueda de prensa que comenzó poco antes de las 3 de la madrugada de hoy martes.
La canciller explicó que el Gobierno alemán se ha puesto en contacto con las aerolíneas del país para que todos los viajeros que regresen a Alemania tras las vacaciones de Semana Santa, independientemente del lugar de partida, se hagan un test «antes del vuelo». Quedan por perfilarse los detalles de esta medida.
Merkel reconoció que en Mallorca hay alojamientos turísticos abiertos -en contraste con Alemania-, aunque apuntó que el Gobierno balear acaba de modificar las restricciones y podría volver a hacerlo en los próximos días.
Señaló además que el Gobierno alemán seguirá con atención la situación en la isla y los posibles «riesgos», entre los que señaló la aparición de la variante del coronavirus detectada por primera vez en Brasil.
El pasado 12 de marzo las autoridades alemanas sacaron a las islas Baleares de la lista de zonas de riesgo (junto a otras cinco comunidades autónomas españolas), lo que desató la demanda de vuelos y estancias en la isla para las vacaciones de Semana Santa.
La situación provocó una fuerte controversia en España, donde la mayoría de ciudadanos no podrán salir en Semana Santa de su comunidad autónoma por las restricciones de la pandemia, y también en Alemania, donde el turismo interno está actualmente prohibido, lo que supone graves dificultades económicas para el sector.
Además, Alemania ha anunciado un cierre general para Semana Santa y obliga al comercio minorista de la mitad del país a bajar de nuevo la persiana.
La incidencia acumulada a siete días se situó este lunes en los 107,3 casos por cada 100.000 habitantes, cuando el 15 de febrero era de 58,9 (tras los 197,6 del 22 de diciembre). En las 24 horas previas se registraron en el país 7.709 positivos y 50 muertos. Más de 3.000 personas se encuentran ingresadas con covid en ucis.
La canciller advirtió que la situación es «muy grave» y apuntó la importancia de no «sobrecargar el sistema sanitario». «Tenemos una nueva pandemia con la propagación de la variante británica», señaló Merkel e indicó que esta mutación es «más mortífera, más infecciosa» y provoca convalecencias más prolongadas.
El acuerdo incluye prolongar las restricciones generales hasta el 18 de abril, reducir los contactos interpersonales a una persona no conviviente y prevé incluso los toques de queda en las localidades en las que la incidencia acumulada sobrepase los 100 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en siete días.
En estos lugares, que suponen ya alrededor de la mitad del país, se aplicará el denominado «freno de emergencia» acordado el 3 de marzo y que implica revertir el paso de desescalada del 8 de marzo.
Así el comercio minorista, los museos y centros deportivos deberán cerrar en esas regiones, cuando apenas llevaban dos semanas abiertos. Los colegios, sin embargo, podrán seguir abiertos.
«Era absolutamente imprescindible emplear el freno de emergencia», justificó la canciller.
Además, se prolongarán los festivos de Semana Santa por delante y detrás, entre el 1 y el 6 de abril. Tan sólo algunos comercios esenciales -y con limitaciones- podrán abrir estos días, como gasolineras, farmacias y las tiendas de alimentación.
Durante todos estos días regirá una prohibición nacional de reunión en espacios públicos, igual a la que se aprobó para evitar las aglomeraciones festivas de Nochevieja y Año Nuevo.
«Vemos la intensidad del crecimiento exponencial y creo que los días extra de Semana Santa serán una contribución a los esfuerzos para controlar la pandemia», afirmó la canciller.
La canciller reconoció que el inicio de la desescalada aprobado hace tres semanas conllevaba una serie de «riesgos» que se han acabado materializando.