El presidente de Estados Unidos John F. Kennedy dijo una vez que “en los tiempos de crisis interna, los hombres de buena voluntad y generosidad deben ser capaces de festejar”. Esta espléndida frase, más aún en el contexto del ́incierto presente que nos está tocando vivir, me vino fugazmente a la memoria hace unos días en el confesionario, con Laura Ferrer Arambarri. La periodista de Nou Diari me sometió, en formato entrevista, a un tercer grado tan amable ́como exento de medias tintas, en el que anuncié la puesta en marcha de un nuevo proyecto de ocio vinculado a Space.
Cuando llegue el momento, una vez la situación de pandemia se aclare y ́sepamos qué nuevos retos nos aguardan al sector del ocio, ofreceremos todos los detalles. Sin embargo, sí me gustaría aportar unas pinceladas del acalorado debate que, cuando decidimos emprender esta aventura, se produjo entre los miembros de mi equipo y yo mismo, con el objetivo de decidir el donde, el ́cuando y en qué formato volveremos a encontrarnos.
Como primera idea alguien propone: vamos a instalarnos en un hotel. ¡Pues claro! Lo compramos o alquilamos y, como Space Beach Club S.A., con NIF A07431919, de la cual D.José Roselló Prats es Administrador Único, una empresa con historia que tiene como fin desarrollar todas las actividades turísticas que contemplan los estatutos que nos amparan, pedimos permiso de actividad musical complementaria y lo transformamos en una discoteca, con fiestas diarias al aire libre para 10.000 personas, confluyendo público del exterior y clientes alojados, cobrando 50 ó 60 euros la entrada, como hace el hotel de Platja d’en Bossa. Y si viene la policía a hacer un control de aforo o de cualquier otra clase, habrá que saber si incluso les podemos pedir una autorización judicial…
¡Pero la reforma necesitará una inversión carísima! A ver si nos vamos a arruinar como el pueblo sevillano de Burguillos, que el otro día salió en las noticias. Es una localidad de 6.000 habitantes, donde el Ayuntamiento tuvo la idea de crear un macro complejo de ocio con una discoteca para 8.000 personas, mas gente que hay en el pueblo, un centro cultural de cuatro pisos, hotel de cuatro estrellas, restaurante de lujo, polideportivo, piscina cubierta, parking subterráneo para 600 coches, campo de fútbol, colegio y la segunda ́central térmica con biomasa mayor de Andalucía. Las obras empezaron en 1995 y terminaron en el 2009, con el consistorio en bancarrota y el pueblo hipotecado de por vida, esperando ayudas que nunca llegaran. La parte que ́quedó hecha hoy se cae a pedazos y la deuda asciende a 52 millones de euros.
No hay de que preocuparse. Al hotel de Platja d’en Bossa le bastó con despejar de hamacas y sombrillas la terraza de la piscina y montar un escenario para los disc jockeys, que por cierto deslumbraba a los pilotos cuando se aproximaban para aterrizar en el aeropuerto de es Codolar. Una inversión mínima y ahí tienes el resultado: 45 millones de facturación por temporada. Ni con diez ́hoteles se gana tanto. El hotel que nunca duerme, tal y como se anunció en su origen el 28 de Mayo de 2011, ha continuado temporada tras temporada con su fiesta y efectivamente allí nadie pega ojo. Ni clientes, ni huéspedes, ni vecinos. Pero es lo que hay; la ley es la ley, y estamos en Ibiza.
No es imprescindible que esté pegado al mar, pero sí más o menos cerca, a ́unos cientos de metros como mucho, para que no nos vengan con minucias como que un hotel-club de playa tiene que estar en la playa. En Sant Antoni hay uno en medio del pueblo, cerca de una escuela, y ahí sigue. En ese caso no podremos alquilar velomares ni flotadores, pero nos centramos en el resto: la pool party con música en el recinto, con público exterior, que ya es negocio. ́
Vale. Ya tenemos opción preferente, pero imagina que ́no conseguimos un hotel de playa con buenas terrazas para armar jaleo. ¿Qué alternativa hay? Pues entonces buscamos un restaurante en una orilla, instalamos hamacas, mesas, sillas y cabina de dj, y venga, a vender sushi y champan francés con chispas de bengala por cuatro cifras. Lo importante es habilitar un espacio amplio y diáfano, para que la gente después del almuerzo y otros que vengan ́ de fuera celebren y nos agradezcan con baile la excelencia gastronómica que les acabamos de servir. Y que dancen en la arena si hace falta, que es de todos y por tanto también nuestra. ́
Aun a costa de parecer ingenuo, ¿todo esto es moral, ético?»
Como tercera opción o incluso complementaria, podemos agenciarnos un ́catamarán para cien o doscientas personas y ofrecemos la experiencia ‘Space ́on the Waves’, la party boat más ́exclusiva de Ibiza. Siempre hay este tira y afloja con las instituciones; que si son legales, que si son ilegales… Pero luego nunca pasa nada. Lo registramos como excursiones turísticas, a vender entradas y a ver qué pasa.
Aun a costa de parecer ingenuo, ¿todo esto es moral, ético? Porque organizar ́fiestas con música al exterior, incluso en espacios naturales y de titularidad ́pública, algún conflicto podría producirá, pienso yo. Y no digamos ya el perjuicio que ́representa para las discotecas, a las que se anticipan dejándolas sin clientes para la noche, pese a que en su momento tuvieran que insonorizarse invirtiendo un dineral y dejar de ofrecer música al aire libre.
Tampoco andarán felices los bares, restaurantes y comercios del puerto de Ibiza y el West End de Sant Antoni. Estos últimos siguen castigados y sin esperanza de que se les ́reconozca la libertad de empresa y el derecho constitucional a trabajar, y ahora que la crisis comienza a despejarse, se les tiene que devolver la dignidad y la facultad de abrir como todos los demás. Unos y otros se quedan sin gente en ́cuanto estos establecimientos diurnos arrancan la temporada. ¿Vamos a volver a la situación prepandémica, donde todo el mundo hacía lo que le daba la gana? Mala suerte. Aquí el que no corre, vuela. Y además todo esto es un gran ́ bien para Ibiza. El modelo turístico de lujo y desenfreno en las playas y en los hoteles nos conviene mucho y representa un gran bien para la humanidad.
¿Pero no puede sacarse alguien una nueva ley de la manga que nos eche abajo el negocio cuando ya lo tengamos abierto? En ninguno de estos tres supuestos tendremos licencia de actividad para hacer espectáculos, que es a lo ́que vamos. Sin problema. Las licencias son cosa del pasado, papel mojado. Quien tiene que regular este bendito caos del que nos vamos a aprovechar es el Consell Insular, que es el único competente, y después de diez a ́nos no ha ̃movido un dedo, aunque hasta se lo haya pedido de forma urgente el pleno del Ayuntamiento de Sant Antoni del 28 de Mayo de 2020 casi por unanimidad. ¿Es que este ayuntamiento no tiene identidad y suficiente personalidad jurídica para exigir dicha regulación? Parece que no. Todo seguirá igual.
Mira que ha salido una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baleares que ha prohibido a un hotel de Mallorca ofrecer conciertos para público que no ́esté alojado allí y es sentencia firme. Sin problema. Dice la Asociación Ocio de ́Ibiza que aquí no nos afecta porque los ayuntamientos ibicencos dan el permiso, y lo que dice esta gente va a misa. ¿Acaso no llevan un montón de años con todo abierto sin que nadie les ponga una pega? Pues es cierto. Si existe una idea que resuma lo que es Ibiza es que en la isla, con los políticos que tenemos, nunca pasa nada. Bueno, aunque algo está ocurriendo. A escondidas de todos, algo se mueve.
Y hasta aquí el resumen del debate. Ya veremos cómo volvemos a ́encontrarnos, pero volveremos.
Pepe Roselló
La persona que te esté leyendo las distintas publicaciones y entrevistas en los medios, no deben tener duda de que el que tiene la ley de su parte ERES TÚ.PUNTO.
Pero…el amor no cuenta.
Solo el amor al dinero.
El amor a la Tierra NO
El amor a tu tierra NO
El amor a la marca creada NO
El AMOR no cuenta para el que mira para otro lado, porque se rige por el lema:”LA MEJOR INTERVENCIÓN ES LA QUE NO SE HACE”.
Y así nos va. Y nos seguirá yendo si no hacemos.
Compre el Ku o Amnesia y quítele la cobertura. Al aire libre se baila mejor y hay menos viruses.