Los seres humanos son seres sociales que, por lo general, disfrutan estando con otros congéneres, aunque no los conozcan de nada. Nos gusta comer en compañía, estar en grupo y socializar. Gozamos organizando o asistiendo a fiestas de todo tipo y si hemos estado imposibilitados de hacerlo durante algún tiempo, como es el caso, aún más.
Esto explica el auge de todo tipo de celebraciones y encuentros multitudinarios que proliferan en las Pitiusas, ya sea en una playa en Formentera, ya sea en una villa en Sant Josep. La cuestión es reunirse y pasarlo bien con otra gente. Y en ese contexto de relajación y disfrute, las medidas de protección contra la Covid-19 pasan a un segundo plano, si no es que desaparecen directamente.
Las fiestas sin control se han convertido en un serio problema de salud pública en Ibiza. Una vez hecho el diagnóstico, las autoridades se están mostrando bastante ineficaces para combatirlas»
Las fiestas sin control se han convertido en un serio problema de salud pública en Ibiza. Una vez hecho el diagnóstico, las autoridades se están mostrando bastante ineficaces para combatirlas. Y el hecho de que las distintas administraciones públicas, como el Consell d’Eivissa, el Govern balear y la Dirección insular de la Administración del Estado, se tiren los trastos a la cabeza, lanzándose pullas continuamente, no contribuye ni a solucionar el problema, ni a transmitir a la ciudadanía un mensaje de sosiego y de que la situación esté bajo control.
Primero oímos cómo los políticos se lamentaban de que la policía o los inspectores turísticos no podían irrumpir en villas de alquiler turístico donde se estuviese celebrando una fiesta ilegal. Luego algunos plantearon que se modifique la legislación al respecto, para que cuando algo así suceda, se pueda intervenir obviando que se trata de un domicilio que goza de inviolabilidad. Ahora se anuncia que el Consell d’Eivissa recurrirá a detectives privados para perseguir las fiestas ilegales en domicilios, algo dudosamente legal y que al margen de otras consideraciones, revela que la Administración no es capaz ni cuenta con recursos propios como para combatir este fenómeno en auge. ¿No es alarmante?
Los políticos parecen más dispuestos a lanzarse los trastos a la cabeza y culparse unos a otros del problema, que de trabajar juntos para poner coto a los saraos ilegales donde los participantes se olvidan de que hay una pandemia»
Lamentablemente, los políticos parecen más dispuestos a lanzarse los trastos a la cabeza y culparse unos a otros del problema, que de trabajar juntos para poner coto a los saraos ilegales donde los participantes se olvidan de que hay una pandemia de coronavirus. Igual habrá que contratar a detectives privados para que averigüen a quién beneficia esta confrontación. A quién perjudica lo sabemos todos: al conjunto de la sociedad.