@D.V./ Gracias a la llegada del verano, nuestros supermercados se llenan de porquerías para guiris. Patatas fritas, dulces, bebidas imposibles, comida precocinada y marcas que en nuestro país no se distribuyen pero que, con el inicio de la temporada estival, aterrizan aquí para saciar el perverso paladar de nuestros visitantes menos exigentes.
Nuestra primera cata de comida basura para guiris se detiene en unas bolsas de patatas que han atraído nuestra atención gracias al precioso diseño de sus bolsas, que son un auténtico prodigio de elegancia y clasicismo. Se trata de las Kettle Chips, toda una institución inglesa: unas patatas fritas de Norwich que se sitúan en la ‘gama alta’ de su genero. Dentro del campo de la comida basura que son las patates fritas, las Kettle Chips serían un producto “respetable” y, al menos en el precio, se venden como si fueran una patatas fritas ‘premium’. Cada bolsa me costó 2’60 euros, lo que me pareció carísimo.
En su aspecto físico, las Kettle Chips sumplen los cánones estéticos de toda patata frita que se precie de ser ‘casera’: todas tienen un aspecto irregular, no hay dos patatas con la misma forma -no son triangulares como los Doritos ni aserradas como las Ruffles- y el borde mantiene la piel de la patata. Los potenciadores del olor son muy suaves y el polvillo que dejan en la yema de los dedos es muy sutil. Las Kettle se venden con un prurito de autenticidad –traditionally hand cooked– y, a la vez, con sofisticados sabores que aquí trataremos de paladear.
Cheddar Curado y Cebolla Roja
Seamos claros. Una auténtica estafa. Sí, saben a queso, aunque lo de ‘cheddar curado’ debe ser una auténtica prueba de fe, porque no sabe a cheddar ni mucho menos está curado. Sólo tiene ese vago sabor a queso que ya encontramos en otras patatas fritas de queso. Y por lo que respecta a la cebolla roja, ni rastro. No sabe a cebolla ni por asomo.
La patata tiene un colorante anaranjado -como todas las patatas con sabor a queso, como los Doritos mismos- y de las cuatro, es la que más tiñe la yema de los dedos. En definitiva, sólo es una patata con sabor a queso más. Una decepción.
Sal de Mar y Pimienta Negra Molida:
Expectativas muy altas para una realidad bastante prosaica. La combinación de la sal y la pimienta es agradable, intensa y resulta poco habitual en una patata frita, aunque tampoco tiene un gran mérito. La sensación es que esta marca vende como ‘exclusividad’ algo que te puedes preparar en casa. Por ejemplo: si tomamos una patatas fritas ‘al natural’ y le echamos algo de pimienta negra molida por encima, ya tenemos estas caras Kettle Chips. Es decir: son unas patatas muy fáciles de tunear. Por eso, una vez superada la sorpresa inicial, la sombra del fraude planea sobre nuestras cabezas.
¿Sal de mar? Bueno, la sal suele venir del mar. De acuerdo, sal de mar… ¿y qué? Las patatas son saladas, saben a sal… como cualquier otra patata frita. Las patatas saben bien… aunque una bolsa entera grande con sabor a pimienta puede llegar a ser un poco excesiva.
Carbonara (Sour Cream) y Cebolla Dulce:
Por fin unas patatas diferentes o dificiles de preparar en casa. El sabor a carbonara está muy logrado es un prodigio de la química. No tengo ni puñetera idea de cómo han conseguido recrear el sabor de la nata ácida, con algo de bacon frito, con ese olor a aceite refinado industrial… Sabe empalagoso, deja un regusto en la boca difícil de enjuagar, huele fuerte y comerse una bolsa entera se hace muy cuesta arriba. No obstante… ¿cómo demonios han logrado reproducir el sabor a la carbonara? Mis felicitaciones.
Ah, y por lo que respecta a la cebolla dulce… ni caso.
Chile Dulce y Carbonara (Sour cream):
Dificilmente se puede mentir más. La carbonara no aparece por ninguna parte y el chile no es dulce, os lo puedo asegurar. El chile pica, y de qué manera. De los cuatro bolsas, ésta ha sido mi favorita con diferencia. Pica, y mucho. Tras comer las primeras patatas, nuestro cuerpo va entrando en calor, empezamos a sudar, enrojecemos y nuestro paladar entra en combustión. Es un dolor muy placentero y pedimos más. De todas las patatas analizadas aquí, éstas son las únicas realmente adictivas.
Como todas las patatas picantes que se precian, los fabricantes no han podido evitar añadir un colorante rojo. Nuevamente, las Kettle Chip se muestran fatuas y pretenciosas: disfrazan el típico sabor a chile con un Sweet Chili and Sour Cream para darle cierta respetabilitat y empaque ‘premium’ y ‘gourmet’ cuando no es más que una patata con sabor a chile. Pero son dinamita y pasan el corte.
Cata de comida basura para guiris (II): sidras difíciles de beber
Sour cream no es carbonara, es un tipo de nata agria…
Con metidas de gamba así, el post pierde bastante credibilidad. Aunque la idea es buena
Estaría bien conocer la lista de ingredientes. Una cosa es decir que lleva salsa de pimienta y otra enterarte de que en los ingredientes, se trata de un 40% de sémola de trigo y un 5% de patata o cosas como esas que cada vez se ven más. Por ejemplo, leche de almendra con un 2% de almendra, y los principales ingredientes agua y azúcar.