Una de las propuestas culturales más potentes de la isla, el Festival Territori (International Art Festival), acaba de arrancar con un programa de documentales, arte en acción, performances y charlas muy variado e interesante.
Una de las propuestas imprescindibles es el preestreno en Ibiza de un documental estremecedor que busca visibilizar la tragedia silenciada de las mujeres que sufrieron, durante la represión franquista, la humillación de ser rapadas, paseadas por su pueblos en camisón y, a menudo, después de administrarles una dosis de aceite de ricino para que fueran defecando sin control por el camino.
Sacar a la luz. Memoria de las rapadas es el título documental de las artistas Mónica y Gema del Rey Jordá (Art al Quadrat) y de Lola Martín-Consuegra Martín-Fontecha, que se puede ver mañana miércoles a las 20.30 horas en Can Jeroni (Sant Josep) y que se completa, en el mismo espacio y a la misma hora del jueves, con una acción de performance, una instalación, fotografías y vídeos vinculadas al tema.
Ser rapadas públicamente era una humillación que a menudo iba acompañada de violaciones y torturas. ¿Cuál eran delito de estas mujeres? Ser esposas, hijas o novias de presos republicanos o fusilados, simpatizar por la causa o simplemente ser pobre y tratar de ganarse la vida con el estraperlo. Sucedió al final de la Guerra Civil Española y aproximadamente hasta los años 1945 o 1946 pero es una tragedia silenciada.
Entrevistamos a María Dolores Martín-Consuegra Martín-Fontecha para que nos cuente los detalles de un proyecto que no ha sido nada fácil de gestionar.
¿Qué es Sacar a la luz?
Un documental sobre la memoria de las rapadas; de las mujeres que fueron rapadas tanto en la guerra como en la posguerra y expuestas públicamente para que fueran humilladas. Las obligaban a beber aceite de ricino e iban defecando por las calles. Allí estaban sus vecinos, sus familiares, sus amigos. A veces les tiraban piedras como pasa en La lengua de las mariposas.
Todo aquello no las dejó indemnes, sino que dejó en ellas una profunda huella. Al conocer estos hechos y al comprobar que había sido una práctica generalizada tomamos la decisión de hacer algo, de tomar sus testimonios y pensamos que el documental debía incluir una performance porque, a través del arte, podíamos llegar más allá. Mónica y Gema del Rey Jordá [dos artistas que además son hermanas gemelas y forman Art al Quadrat] se raparon el pelo y yo simplemente me lo corté en la performance.
Colgamos parte del pelo en los árboles de un pueblo donde realmente colgaban el pelo de las mujeres como un aviso de lo que podría ocurrirles a otras. El Instituto de la mujer de Castilla la Mancha hizo una pequeña contribución al proyecto y continuamos haciendo entrevistas y grabando estos testimonios.
Puede parecer un castigo menor pero raparle el pelo a una mujer tiene un poder simbólico muy fuerte…
Es que, además, este tipo de prácticas llevaban incluidas violaciones previas o posteriores. No era solo raparles el pelo. Estaban estigmatizadas mucho tiempo después del acto de raparlas en sí porque el cabello no crece de un día para otro. O por el hecho de ir defecando por las calles de su propio pueblo y detrás de la banda de música. Las obligaban a llevar un cartel que decía Rapadas por putas.
¿Ha sido silenciada esta violencia contra las mujeres?
También por parte de los partidos de izquierdas. La memoria histórica tiene un marcado carácter androcéntrico ahora mismo. Las mujeres rapadas han sido silenciadas por las dos partes: tanto por los golpistas como por la resistencia al golpe de estado.
Y esta historia tan oculta, ¿cómo llegó hasta vosotras?
Yo no tenía ni idea de que esto había sucedido… y eso que en mi pueblo había habido víctimas. Investigando sobre la memoria del hambre hicimos un corto que se llama Levántate el mandil donde las mujeres ya nos dan testimonio de ello.
Después, Carmen García Colmenares, profesora de la Universidad de Valladolid, que es amiga mía, me puso en contacto con Gema y Mónica y empezamos a trabajar juntas.
¿Ha sido complicado conseguir testimonios?
Ha sido terrible. Con llamadas de la Guardia Civil intentando disuadirnos. No hemos ido ‘a la caza del testimonio’ sino que hemos creado un vínculo con las familias, con mucho respeto. Pero en tres casos la familia se ha opuesto, a pesar de que las víctimas querían hablar con nosotras. Han sido presionadas por sus propias familias. Incluso hay ayuntamientos que han visto esto con malos ojos. La memoria de las víctimas siempre es incómoda. Siempre es molesta y en este país mucho más. Una cosa son unos huesos que forman parte del patrimonio y de la memoria de la familia, como familiares que resistieron a un golpe de estado, y otra cosa es la memoria que está viva y habla y puede entrar en conflicto. Molesta.
Las víctimas no se quedan indemnes después de algo así. Una persona que es violada, humillada públicamente, expuesta, que no puede acudir a ninguna instancia para ser defendida y es obligada a guardar silencio durante toda su vida… queda marcada. Esa mujer cría a sus hijos como una víctima y eso le pasa factura a ella y a las generaciones posteriores.
A pesar de las dificultades han podido entrevistar a personas que sufrieron esta humillación o a su familiares…
Hay una persona de 106 años, por ejemplo, que lo sufrió o la hija de otra que con 14 años vio a su madre rapada, ensangrentada de una paliza, que apenas se podía levantar. Recuerda haber recogido a su madre, que iba prácticamente a gatas, con la ayuda de su abuela. Eso la marcó toda la vida. A pesar del silencio, las familias han estado muy marcadas. Hay que recordar que los aliados hicieron lo mismo con las mujeres francesas que habían tenido relación con los nazis durante la ocupación.
¿Qué mujeres sufrieron más este tipo de represión?
Familiares de presos o fusilados republicanos, o las mujeres más pobres de entre las pobres, que a veces recurrían al estraperlo para poder subsistir. Vulneraban una ley de tasas que ni conocían y, si las pillaban, las rapaban también. No era ni contrabando, era simplemente cambiar unos alimentos para poder sobrevivir. Ni robaban. Era solo supervivencia.
Y dudo que las dejasen tranquilas después…
Luego continuaron las violaciones y muchas fueron forzadas a prostituirse. Les decían: Si quieres ver a tu marido que está preso tráeme a tu hija y nos apañamos. O bien se lo decían a la propia mujer si quería recibir noticias. Continuó la prostitucion forzada por el hambre por los mismos personajes que las raparon.
El silencio es tristemente habitual en los casos de abusos sexuales y la violencia contra las mujeres
Guardan silencio nuestras abuelas o nuestras madres pero guardamos silencio nosotras. Hace poco una amiga me comentaba que un profesor la pasaba a una habitación oscura cuando tenía cinco años y la obligaba a masturbarle. Había guardado silencio. ¿Hasta cuándo vamos a guardar silencio? La Guardia Civil me llamó este verano diciéndome que tenían la obligación de preservar a las personas mayores e intentando disuadirme de hablar con ellas.
Eso es gravísimo.
Y mandé una carta a la subdelegación del Gobierno y me contestaron desde la comandancia más cercana diciendo que yo estaba vulnerando la protección de datos de esas personas.
Pero ¡qué locura!
Te das cuenta, eres consciente, de que sigue habiendo trabas a la visibilización.
A quien le diga que no hay que remover el pasado, ¿qué mensaje le lanzaría?
Me gustaría, y es una fantasía que tengo, que pudiéramos entender que esto no es un tema político. La memoria no es una cuestión que se pueda elegir sino que la llevas dentro. Es un trauma que llevará siempre la persona que ha sido sometida a crímenes. Me gustaría estar con gente del PP y del PSOE y que dijeran: estas son nuestras víctimas como ocurrió en Bosnia, con independencia de la ideología.
Antes ha comentado que el tema también ha sido ignorado o ninguneado desde la izquierda, eso me ha llamado la atención.
El buen nombre de una familia pesaba en la sexualidad de las mujeres, con independencia de que fuera o no fuera consentida. Si una mujer estaba en el sitio que tenía que estar no iba a pasar nada. Esa era la filosofía: si no estás donde debes estar te pasan cosas.
¿Es la idea de que es culpa de la mujer?
Exacto. Además la figura del preso político es muy respetada por la izquierda. No encuentro un eco desde la izquierda que clame por la memoria de estas mujeres. Se están abriendo fosas y es necesario pero, a mi juicio, la de las rapadas es una memoria que sigue incomodando y por ello siguen guardando silencio, aunque sus hijas empiezan a decir basta. Este es un tema que no interesa a nadie, lo digo muy claramente y no matizo.
Finalmente, vuestro trabajo ¿es una reflexión sobre las violencias contra las mujeres en tiempo de guerra, algo que sigue sucediendo en muchos países donde la violación se considera una forma de humillación del hombre, del pueblo y una forma de conquista?
El cuerpo de la mujer como campo de batalla siempre ha estado ahí. Fíjate que en los procesos de Nuremberg estaban recogidas violaciones pero constaban como un fracaso hacia el honor y al respeto de las familias. Hubo que esperar hasta los embarazos forzosos en Bosnia para que la ONU ya declarase estos crímenes como de lesa humanidad, que no prescriben. Creo que el primer condenado fue a propósito de Ruanda en los años 90, es decir, hace dos días.
El Festival Territori de Ibiza, llega cargado de propuestas que se pueden consultar en este enlace al programa.
Si me dan a elegir, no sé si prefiero que me rapen el pelo, me llamen puta y me obliguen a defecar delante de todos o que me fusilen.