En estos días en que se ha anunciado la reapertura de las discotecas y salas de fiestas, tras más de un año de cierre por la pandemia, me he acordado de la obra virtual “Io sono” (“yo soy”), realizada por el italiano Salvatore Garau. El artista sardo anunció la creación de una escultura invisible de metro y medio, y una galería la subastó, alcanzando un precio de 15.000 euros. Para perpetrar esta enorme tomadura de pelo, el artista dibujó un cuadrado en el suelo y comerció con la nada de su interior, obteniendo un jugoso beneficio, con la connivencia de galeristas y marchantes, que también se han llevado su tajada.
El paralelismo entre esta historia y la discoteca invisible que tenemos en Platja d’en Bossa me parece fascinante. Esta última también existe gracias a un ecosistema de lobbies y políticos que, desempeñando el mismo papel que los mercenarios del arte, han dejado que la burbuja se siga hinchando sin llegar a estallar. Pero acabará reventando.
En 2011, el ex político, como el artista, dibujó un gigantesco cuadrilátero en la terraza de su hotel, instaló un escenario, luces y altavoces, y proclamó a los cuatro vientos que aquello, aunque careciera de paredes y techo, era una discoteca y se llamaba Ushuaïa. La anunció como “el hotel que nunca duerme” e incluso la dio de alta en el Ayuntamiento de Sant Josep y el Consell Insular d’Eivissa, sin que nadie le pusiera un pero. En el registro de actividades turísticas de este último, hasta aparece calificada como “sala de fiestas”, con capacidad para 7.886 personas, que se distribuyen en 70 en barra, 7.796 en terraza y cero en sala. Es literal. Una sala de fiestas con cero personas en sala no es lo que conocemos y donde estamos habituados a ejercer nuestra actividad los empresarios de Ibiza.
Ya tenemos la discoteca inmaterial, puro aire, y llegada la hora de una posible subasta o venta, al señor Matutes aún le fue mejor que a Garau: 45 millones de euros en ventas, solo en 2019. Pero, ¿qué posee en realidad el señor Matutes? ¿Cómo definir la materia que encierra el cuadrado pintado en el suelo? Dejemos que él mismo nos lo aclare, a través de las palabras que pronunció en el programa Bona Nit Pitiusas (TEF), emitido el 3 de junio de 2020: “Yo no tengo un beach club, yo tengo un hotel, el Hotel Ushuaïa, que, además, como todos los hoteles, tiene autorización para servir música”. Unas preguntas después, sin embargo, ya no era un hotel que sirve música: “Pues naturalmente seguiremos intentando mejorar, pero mientras seamos los mejores… La discoteca Ushuaïa es la que gana cada año el premio a la mejor discoteca del mundo y Ushuaïa ha sido un fenómeno también conocido y apreciado por el mundo entero. Si aquí el parking del aeropuerto se queda pequeño y tengo que intervenir muchas veces porque vienen aviones de Los Ángeles, de California y de Rusia, solo para asistir a una opening o a un fin de semana, eso quiere decir algo”.
¿Cómo es posible que la terraza de un hotel, convertida en actividad musical permanente en base a una declaración responsable y con una inversión tan simple como la construcción de un escenario, ejerza como discoteca para cerca de 8.000 personas, sin tener licencia especifica como tal? Dicha actividad es una plusvalía repercutida al valor inmobiliario. Si hoy el Ushuaïa se vendiera o alquilara, el valor global se multiplicaría por tres o por cuatro. ¿Puede existir el uno sin el otro? El hotel sí, la sala de fiestas no tiene personalidad ni identidad jurídica propia. Es un apéndice del hotel; desvinculada del hotel, no puede existir.
Un negocio redondo, perpetrado en los márgenes de la legalidad, que descompone los horarios al anticiparse a todo el ocio nocturno y que solo ha sido posible gracias a dos factores: la influencia política de su promotor, capaz de impulsar una nueva legislación con suficientes zonas grises como para que nadie se atreva a contradecirle, y el papel desempeñado por el lobby afín. Ocio de Ibiza, como la Ley Turística de 2012, fue creado para acallar la indignación de los ibicencos y promover como cosa normal lo que es un verdadero disparate y un fraude de ley.
Dicho colectivo, por cierto, lo lidera el señor Matutes y su gerente actúa diligentemente a su dictado. Ante la reapertura de las discotecas el 8 de octubre, el segundo ha subrayado “la ejemplaridad” demostrada por el sector. Ello pese a los flagrantes incumplimientos de la legislación sanitaria por parte de sus asociados. Al señor Benítez hay que recordarle, dado que lleva todo el verano ejerciendo como sabio consejero de la administración, que su asociación solo ha sido ejemplar cuando no ha tenido más remedio; es decir, cuando les han obligado a estar cerrados, aunque los afluentes de este manantial enriquecido han permanecido funcionando sin disimulo.
Varios de sus miembros (Blue Marlin, en Es Jondal; Bora Bora, en Platja d’en Bossa, y O Beach, en Sant Antoni), han sido denunciados por permitir el baile sin tapujos, como también ha ocurrido más recientemente en un restaurante de la carretera de Sant Josep, propiedad de otra empresa perteneciente a Ocio de Ibiza, donde todo el verano se han estado celebrando fiestas multitudinarias sin la menor cortapisa. Por todos ellos han pasado los inspectores del Consell, certificando el descontrol que allí se produce y la desfachatez con que se opera.
Los investigadores, sin embargo, parece que no se han acercado a otros establecimientos de Platja d’en Bossa, donde la gente ha entrado y salido sin mascarilla y bailando con las puertas abiertas al exterior. Tampoco hemos tenido noticias de que hayan pasado por los hoteles-discoteca de Matutes que hay al lado, donde se han dedicado a lacrar los teléfonos móviles de sus clientes para que no puedan dejar constancia de los desaguisados que se cometen en el interior, con su Palmarama iluminado camuflando estratégicamente la asistencia del público del exterior, pagando sumas estratosféricas en las actuaciones de afamados disc jockeys. Las palabras de Matutes en aquel programa de la TEF vuelven a quedar muy lejos: “Mientras tengamos peligro de pandemia, Ushuaia no celebrará una fiesta”.
Resulta inexplicable que el Govern balear se siga sentando a la misma mesa con Ocio de Ibiza, cuando lo que toca es presionar al Consell de Ibiza para que regule las actividades turísticas en beneficio de la utilidad pública y el interés genera»
Pepe Roselló
Ante tal sucesión de incumplimientos, en todo caso, resulta inexplicable que el Govern balear se siga sentando a la misma mesa con Ocio de Ibiza, cuando lo que toca es presionar al Consell de Ibiza para que regule las actividades turísticas en beneficio de la utilidad pública y el interés general. En caso contrario, rescatar dichas competencias para que se ejerzan desde el Govern balear, toda vez que el Consell Insular ha hecho omisión y dejación de sus obligaciones y responsabilidades asumidas. Ocio de Ibiza, aunque ejerza como representación de varios establecimientos, en realidad está financiado, sostenido y alimentado por el señor Matutes con fines “legítimos”, para apropiarse en exclusiva de todas las actividades sobresalientes y productivas, anulando la competencia, impulsando un monopolio doméstico y bloqueando a todo el resto.
Este ‘lobby’ comenzó actuando para dar cobertura legal y normalizar una irregularidad tan flagrante como la música de baile al aire libre, en recintos sin licencia de actividad de discoteca, como hoteles y beach club. Luego exhibió su prepotencia al exagerar sin ningún tipo de mesura la importancia de Ocio de Ibiza en la economía de la isla, como si ésta estuviera únicamente sostenida por ellos con su abundamiento en la creación de puestos de trabajo. Dichos puestos de trabajo, por cierto, se crean por el transvase del personal al ocio diurno en detrimento del ocio nocturno, desequilibrando la balanza del empleo en toda la isla. Y luego, cuando todos hemos corrido peligro y algunos no lo han contado, se produce esta serie inaceptable de irregularidades y desequilibrios. El señor Benítez goza del privilegio de exponer su cometido en defensa de los intereses mencionados apoyado por los medios de comunicación, que le proporcionan una eficaz cobertura otorgándole por ello una credibilidad ficticia.
El corporativismo es la tendencia de un grupo o sector empresarial que busca defender a toda costa sus intereses y derechos de grupo, sin tener en cuenta ni la justicia ni las implicaciones o perjuicios que puede causar a terceros. Este comportamiento no cabe en las leyes democráticas. Los perjuicios causados a terceros en los diversos sectores del turismo son inconmensurables, como lo es también el deterioro, la perdida de confianza y el desarraigo de la ciudadanía hacia a la clase política que cínicamente nos gobierna. El objetivo de Ocio de Ibiza, desde su nacimiento, ha sido desprestigiar y desposeer de identidad y naturaleza al ocio nocturno su competidor, al tiempo que blanquear las actividades diurnas realizadas en los hoteles, para anular y oscurecer la noche y el ocio que la acompaña.
Space Beach Club ha presentado las correspondientes denuncias, ante instituciones como el Ayuntamiento de Sant Josep y el propio Consell, que es el depositario y responsable de la regulación de las actividades y de la promoción turística de Ibiza. El vicepresidente del Consell, Sr. Mariano Juan Colomar, tiene las manos atadas y no regula. Deducimos que el primer obstáculo para regular todos los sectores en horarios, aforos y actuaciones musicales diurnas es abordar el problema que significa la existencia de unos poderosos hoteles discoteca y salas de fiestas que ejercen su actividad al margen de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baleares, de 28 de octubre de 2020, que debe ser acatada y obliga a cumplirse. Dicha sentencia, en su aplicación y acatamiento, impide hacer concesiones gratuitas a quien está gozando de una situación de excepcionalidad y beneficiándose de un trato distinguido sobre el resto.
Es obvio que un escenario no puede generar derechos de autor, como tampoco constituye por sí mismo un semoviente autónomo, capaz de expresarse y comunicar. Es a través de la música como adquiere su personalidad. Aislado, es tan solo un objeto inanimado; un dinosaurio dormido que, cuando se despereza, convoca multitudes, con sus luces y su música atronadora, mutando al horario de los vivos y desencadenando un caos ambiental, mientras vomita dinero a todas horas al ritmo de una locomotora desenfrenada. Todo ello para beneficio exclusivo del autor intelectual de este cataclismo, que tiene nombre y apellidos, y que campea por los medios prodigándose como el realizador de un milagro. Solo le falta proclamar aquello de “Lázaro, levántate y anda”. Sin embargo, el escenario acabará enmudeciendo para siempre, sin una lucecita que recuerde su pasado.
Michel Houellebecq, uno de los escritores más políticamente incorrectos y provocadores de los últimos años, decía en una de sus novelas que “la cumbre de la felicidad humana reside en la sumisión más absoluta”. De tener razón, los que somos de naturaleza inconformista estamos condenados a la desazón eterna. Pero, en esta Ibiza de hoy, ¿quién quiere ser sumiso? Quien lo acepta lo es. Otros no somos capaces. Ibiza necesita recuperar la conciencia que nos conduzca a la rebeldía necesaria para restablecer el orden natural, así como la igualdad de derechos y oportunidades. No debemos aceptar esta situación de sumisión al poder establecido, oscilando entre lo real y lo imaginario.
Por Pepe Roselló
¿Cómo es posible sé de una situación de ilegalidad tan flagrante, sin que las Autoridades competentes cumplan lo jurado o prometido ante su Pueblo?
ESO SE LLAMA C O R R U P C I O N.
En Ibiza sólo se puede bailar donde a Pepe le deje un beneficio…no ? Y una pregunta Pepe…, cuál era el aforo de la terraza de Space…? Es cierto que al personal se le quitaba el dinero de las propinas por la propiedad y se volvía «a repartir» después de detraer de ellas las comidas del personal , que a su vez metía en gastos como si las hubiera pagado la empresa…? Pepe …tú eres el pirata.
Todo el mundo sabe que los beach clubs son tan ilegales como casa lola.
De lo que quizás no se dan cuenta, de que son el cáncer de Ibiza, comiéndose durante todo el día nuestro principal recurso, que son los turistas, quienes a la salida están desplumados y repasados.
Si, igual que cuando eran las discotecas. Pero en vez de a las 6 de la mañana, a media tarde o a primera hora de la noche.
El ciclo diario que se les permite a nuestros turistas prescinde de todo lo que no sea consumo en sus establecimientos. Fiesta de 12 a 12. El enemigo a batir es el resto de negocios de la isla, restauración, comercio etc.
Tendrá que abrir el comercio a medianoche?
Por que no se cierran ipso facto?
Corrupción.
happy people in the morning el cartel de Space que me acuerdo, se entraba el domingo a mediodia y salia el lunes a mediodia, luego entraba el martes after manumission……..habia de todo, la prohibicion del los after ruino la esencia de ibiza