Las administraciones públicas de Ibiza implicadas en la problemática de los Apartamentos Don Pepe (Ajuntament de Sant Josep, Consell d’Eivissa y Govern balear) parecen haber tirado la toalla en la tarea de hallar una solución para las familias que allí viven. Las autoridades municipales con el alcalde Ángel Luis Guerrero, se aprestan a ejecutar la orden de desalojo que ya se califica de inminente. Y Consell d’Eivissa y Govern sacan la chequera para lavarse la cara con ayudas a los afectados que no es lo que estos reclamaban. Pedían soluciones para no abandonar sus casas y poder ejecutar las obras que permitan al edificio seguir en pie y se encuentran con una lamentable obra de caridad.
Así pues, hay que destacar que nuestros políticos, todos, han sido incapaces de aportar soluciones. Y eso que sólo se trataba de modificaciones legales muy puntuales. Estamos ante un fracaso colectivo que alcanza tintes dramáticos para los afectados, en una isla que pomposamente fue declarada víctima de una emergencia habitacional. Un pitorreo.
Las familias afectadas confían en que la Justicia aún pueda evitar su desalojo. Se agarran a un clavo ardiendo, lógicamente. Algunas de ellas seguirán pagando la hipoteca durante años pese a no vivir en sus casas. Para muchos es la ruina. Para nuestros políticos, asimilados ya a burócratas a quienes la gente les importa tres pimientos, es la expresión inequívoca de su impotencia más absoluta, ya sea por desidia, ya sea por ineptitud, ya sea por cobardía. Por lo que sea, ellos no viven en los Don Pepe.
Si la política es esto, cada vez somos más quienes estamos desencantados y decepcionados con ella y con una clase política que incapaz de aportar soluciones, se dedica a echarse las culpas unos a otros en las redes sociales. La culpa siempre es de otros. Y allí está la claque aplaudiendo a los suyos. Sugiero que IB3 TV retransmita en directo el desalojo de los Apartamentos Don Pepe como si fuera la exhumación de Franco. Igual lo vería más gente que los plenos de las instituciones de Balears, tan atestadas de inútiles y vagos profesionales.
Por Joan Miquel Perpinyà