Por Rebecca Beltrán
Los ingleses tienen un dicho. Entiéndanme, tienen un montón, pero hoy nos fijaremos en uno: Don’t judge a book by its cover o, lo que es lo mismo, no juzques a un libro por su cubierta. Ellos hablan de libros pero se refieren a las personas, porque este refrán hace referencia a los prejuicios que tenemos a la hora de clasificar a alguien por su apariencia física (el típico ‘el hábito no hace al monje’). Pero nosotros hablaremos de libros, que de personas ya se habla demasiado.
¿Quién no juzga a un libro por su portada? Todos lo hacemos. Mariposeamos por las librerías echando vistazos fugaces aquí y allá, y las manos se nos van a las cubiertas más llamativas. Por eso, la sexualidad es una constante en los diseños de portadas, una sexualidad casi siempre insinuada, exceptuando las novelas románticas de viejo sello que merecen un artículo a parte. Por todo esto, la web cultureta über cool Flavorwire ha seleccionado quince de las portadas más sexys de la historia. Ni están todas las que son ni son todas las que están, pero sí han realizado la siguiente antología curiosa sin voluntad de ser exhaustiva, que recoge ejemplos que viajan desde el pulp hasta lo más contemporáneo, desde la ilustración hasta la fotografía, desde unos labios virginales hasta un hombre en bikini.
Queda demostrado: la ingle atrae y provoca que el lector no sepa demasiado bien por dónde agarrar el libro sin tocar algo sensible. El cuerpo femenino es el que más vende, algo que todos los publicistas saben y se han tatuado a fuego en la mano del ratón, no vaya a ser que lo olviden y diseñen campañas no sexistas. Pero en literatura este dato sí resulta sorprendente, porque vivimos en un país en el que seis de cada diez libros vendidos los compra una mujer. ¿Será que las lectoras tenemos pocos prejuicios en lo que respecta a nuestro vicio? ¿Será que hay más diseñadores que diseñadoras? Ahí lo dejo.