El ministro de Educación de Francia, Jean-Michel Blanquer, está contra las cuerdas porque estaba de vacaciones en Ibiza cuando explicó, el pasado 2 de enero, el nuevo protocolo anti-Covid-19 que regiría en los colegios tras la Navidad.
El escándalo ha sido tal que #Ibiza ha sido trending topic mundial por este tema en Twitter (donde ya se conoce como #Ibizagate) y el ministro está presionado para que incluso dimita.
Blanquer no ha cometido ningún delito: tenía derecho a vacaciones y no incumplió la norma de estar localizable. Es decir, que si sus vacaciones hubieran sido en Berlín o en Londres no habría pasado absolutamente nada. El problema es Ibiza.
En estos días en los que las autoridades insulares venden en la feria Fitur de Madrid una Ibiza bucólica de actividades deportivas y almendros en flor, no estaría mal reflexionar sobre el hecho de que, tras años de esfuerzos para mejorar la imagen de la isla, todo un país como Francia esté patas arriba porque se imagina al ministro lanzando protocolos anti-Covid desde la pista de una discoteca o desde la eslora de un party boat y todo ello inflado de cocaína y éxtasis y rodeado de scorts.
Y eso que estamos en enero.
Ayer, unos activistas, junto a un doble del ministro, hicieron una parodia ante del Ministerio de Educación de lo que consideran que han sido las vacaciones de Blanquer en Ibiza. Habla por sí solo.
🇫🇷 FLASH – Des militants ont parodié une "réunion de protocole sanitaire #COVID19 à #Ibiza" avec un sosie de Jean-Michel #Blanquer devant le ministère de l’Éducation nationale. (via @CharlesBaudry) #IbizaGate https://t.co/e86SATElsm
— Mediavenir (@Mediavenir) January 19, 2022
Mientras unos piden su renuncia, el Gobierno defiende al ministro. ¿Y quién defiende la imagen de Ibiza que está dando esta campaña contra el ministro, que asocia unas vacaciones en el tranquilo y aburrido invierno ibicenco, con todas las discotecas cerradas y un ambiente tristón y parado por el tema Covid, con una bacanal de chicas en bikini, música techno y despiporre?
Blaquer, que obviamente ha defendido su derecho a las vacaciones, admite, sin embargo, que tendría que haber escogido otro lugar: «Hay, reconozco, un simbolismo», dijo textualmente ante la Asamblea Francesa por el hecho de estar en Ibiza. «Es verdad que tendría que haber elegido otro lugar. Lamento el simbolismo», admitió.
Ahora sindicatos de educación y partidos de izquierda piden su cabeza en bandeja. El sector educativo está lógicamente en tensión por los cambios de protocolo y falta de medios, algo que parece que pasa en todas partes y no es exclusivo de España. Con los nervios a flor de piel, lo único que les faltaba para colmar el vaso era saber que el ministro está en esa «corrupta Ibiza» de su imaginario, donde solo hay alcohol, sexo y drogas.
Así de claro lo dice Guislaine David, portavoz de SNUipp-FSU, sindicato de maestros y maestras de primaria, en el medio France Info: “Realmente hay un desfase aquí entre lo que representa Ibiza y lo que los compañeros vivían a diario en vísperas del inicio de las clases”
No sé si debería dimitir el ministro o poner el cuello en la muy francesa guillotina de quienes han convertido Ibiza ‘en lo peor’ de la Europa turística.
Yo,siendo asesor del ministro,realizaba un reportaje de la Ibiza invernal y bucólica que todos conocemos y lo emitía en los canales de tv franceses de máxima audiencia…seguramente les cambiaba,esa imagen que desde aquí,exportamos fuera. Otra cosa es,lo que el ministro hizo aquí,en su privacidad,eso ya sería otra cosa…lo digo por esa rápida asimilación de culpa,por su parte,que cuesta tanto entender.