La nueva Ley de Turismo Balear parece soliviantar al sector empresarial, produciendo cierta chanza entre sus voceros por la propuesta de comprar camas elevables para las camareras de pisos, como si eso les fuera a mejorar sus condiciones laborales.
Incluso hay quien compara el trabajo de los hoteles con las instalaciones sanitarias, un dislate dadas las diferencias evidentes entre los hoteles y los hospitales.
La falta de empatía por parte de las voces más críticas con dicha propuesta de Ley, que hacen hincapié en la cuestión de las camas, pero que no entienden ni por asomo el trabajo de las camareras de pisos, ni lo que lleva asociado como es la falta de control de las cargas de trabajo, la merma en la salud, la negación del origen laboral del daño ni, finalmente, la incapacidad que puede llegar a generar, es ofensiva para el conjunto de personas que integran este colectivo.
La cuestión de las camas, es vital para las camareras de pisos, en un territorio donde la temporalidad del trabajo está tan marcada que las “pobres” empresas hoteleras aducen que no encuentran personas trabajadoras y que sus plantillas no aguantan; por ello “se ven obligadas” a economizar los recursos humanos para lograr rendimientos económicos: o sea, exprimiendo hasta la última gota de sudor de la masa laboral. O lo que es lo mismo, «esto es lo que hay, y si no te gusta, ya sabes dónde está la puerta«.
Todos esos voceros que despotrican de la “genialidad” de poner camas elevables, critican dicha medida porque no tienen a sus madres o sus hijas trabajando en un hotel de tres estrellas en Ibiza.
Tal vez las camas elevables no sea la única solución, y que posiblemente no suponga tanta alivio como sería de desear; pero que algo se tiene que hacer por este colectivo tan denostado por los médicos de las mutuas, es evidente.
Por ejercitar la empatía, supongamos, que a una camarera de pisos, de un hotel de tres estrellas, le asignan entre veintidós y veinticinco habitaciones, con una media de dos camas por habitación, son de cuarenta y cuatro a cincuenta camas.
No tendremos en cuenta, que a la salida de los clientes, se cambia la funda del colchón y que, en numerosas ocasiones, hay que instalar o desmontar una cama extra o supletoria.
Si por cada cama se pone una sábana bajera, una sabana y un edredón fino (es verano), suponiendo que se puedan economizar movimientos, y que estira la sábana y el edredón de una sola tacada, son unas ocho agachadas por cama, es decir, dieciséis veces que dobla el espinazo sólo en la realización de las camas.
Dieciséis agachadas por veintidós habitaciones, son trescientas cincuenta y dos agachadas por día, que multiplicado por cinco días (en caso de cumplir el Convenio de Hostelería), son mil setecientas sesenta agachadas en una semana, siete mil cuarenta agachadas al mes, y más de cuarenta mil agachadas en una temporada… Sólo con la realización de las camas para veintidós habitaciones. Cuarenta y ocho mil agachadas para las veinticinco habitaciones y contando por lo bajo.
Luego añadir: los baños de las habitaciones, las terrazas, espacios comunes, escaleras y cuantos quehaceres estimen oportunos las gobernantas.
Es posible, que dicha inversión (la de las camas elevables) se podría destinar a otras cuestiones, si las empresas hoteleras fueran capaces de determinar cargas de trabajo más acordes con los criterios de la Prevención de Riesgos, pero no por temor a sanciones por parte de Inspección de Trabajo, sino por pura empatía y por responsabilidad social.
A lo mejor, si se rompiera la marcada temporalidad turística, no habría esa necesidad de exprimir el rendimiento humano hasta sus últimas consecuencias. Tal vez, si las Mutuas de Accidente de Trabajo determinaran las bajas laborales como corresponde, o se declarasen todas las enfermedades profesionales y no se ocultase la siniestralidad laboral y si el coste médico las camareras de pisos recayera sobre las empresas hoteleras y sus beneficios, igual sí que se preocuparían de mejorar las condiciones laborales.
David Álvarez Cayuela
Portavoz Adjunto por Unidas Podemos en el Consell de Eivissa