Una de las propuestas familiares más originales y recomendables del programa de Festes de Santa Eulària 2022 es la obra Calma! de Guillem Albà (Vilanova i la Geltrú, 1985), que llega este sábado 12 a las 19 horas al Palacio de Congresos con las entradas ya a la venta en este enlace.
Toda una oda al reposo, a echar el freno y a desconectarnos de la avalancha de mensajes, correos y redes y enfocarnos un poco más en nosotros mismos.
Hablamos con Guillem Albà de esta propuesta de la que se sale con una sonrisa y con ganas de cambiar algunas cosas en nuestras vidas. Y todo en un espectáculo lleno de humor y poesía.
Tengo la agenda echando humo y llego a esta entrevista corriendo…. para hablar de Calma! ¡Menuda contradicción! ¿Estamos todos igual? ¿Es la prisa el gran mal de nuestros tiempos?
[Ríe] Sí, ¡desde luego! El otro día mandamos el vídeo del espectáculo a un programador internacional y nos dijo que intentó verlo pasando el vídeo rápido pero que, cuando llegaba a la mitad, se dio cuenta de que estaba haciendo exactamente lo que criticamos en el espectáculo. Al final dejó el vídeo puesto y lo disfrutó, salió silbando de la oficina e incluso se dejó el móvil.
¿Por qué ha elegido este tema para su espectáculo?
Siempre busco temas que me toquen y que me digan algo porque eso es lo que da sentido a dedicarme a esto. Corremos todo el rato, no tenemos tiempo para quedar con los amigos porque tenemos mucho trabajo y nos ponemos la excusa de que el mes que viene será más tranquilo, pero es mentira, porque el mes que viene estarás igual o peor… trabajar, más dinero… Solo cuando la salud o un virus te obliga a parar forzosamente piensas en qué estás haciendo con tu vida: ¿hago lo que realmente quería? ¿estoy viviendo como quiero? Cuando estás corriendo no puedes pensar con claridad. Estamos hiperconectados con las redes y los teléfonos y, a la vez, muy desconectados de otras cosas. Hace falta parar un poco.
¿Una buena receta puede ser ir al teatro?
Ir al teatro es revolucionario hoy en día. ¡Estar una hora con el móvil apagado es revolucionario! También lo es por el momento que nos ha tocado vivir, porque supone compartir un tiempo con otros seres humanos que no te conocen, en el mismo espacio y en el mismo momento. Eso es algo necesario y bonito. Es como ir al fisioterapeuta: sales más relajado y te descontractura… El humor consigue que el cerebro pueda respirar, que salgas con más energía. De Calma! sales con ganas de abrazar y de vivir.
¿Es un espectáculo con mucha complicidad con el público?
Una de las técnicas que más utilizo es el clown moderno, que no es la del payaso tradicional con maquillaje, nariz roja y solo para niños. El clown moderno juega con lo que está pasando y hay una parte de improvisación porque está vivo con el público. Es importante porque reivindica el presente. No es una película, no estás en tu casa viendo Netflix. Yo lo estoy haciendo en ese momento y para ti. Vamos expresamente a Santa Eulària y lo que hacemos es para ese público que estará en este momento.
Hay improvisación, pero nunca hago sufrir al público. A veces pasan cosas mágicas, otras veces divertidas… lo bonito es que en Santa Eulària van a pasar cosas que no han pasado en ninguna otra representación de Calma!
Definen su estilo clown como ‘salvaje’, ¿qué quiere decir?
El clown puede hacer reír pero también puede emocionar. Puede ser poético pero también exagerado o loco, más salvaje o absurdo. Lo bonito del espectáculo es que lo abarca todo: sonríes casi todo el tiempo, ríes y también te puedes emocionar. Para mí lo importante es buscar los dos colores: que no sea ni muy cómico ni muy dramático sino un punto medio. Hay gente que llora y otra que ríe. Depende del día.
El clown exige mucho físicamente, ¿hay que ser un poco atleta y entrenar para ello?
Yo seguro que no [ríe]. A veces me comentan que debo estar muy fuerte para hacer lo que hago pero yo no lo estoy. No estoy cachas, soy delgado y no voy al gimnasio pero sí que tengo un control del cuerpo que es muy importante. Soy consciente de lo que estoy moviendo en cada momento porque hablo con el gesto, con el cuerpo. Puedo actuar con una mano mientras con el pie hago otra cosa y con la cabeza otra. Todo el cuerpo está actuando. Más que fuerza es una cuestión de control.
¿Qué feedback suele recibir al finalizar el espectáculo?
Siempre, salvo excepciones, salgo a despedirme de la gente al finalizar la función, así que el feedback es directo, no hay manera de engañar. A veces te abrazan, te dan la mano, te explican historias…. Estrenamos Calma! en Latinoamérica antes del Covid, con paradas en Buenos Aires, Lima y Montevideo, y fue muy bonito. El estreno allí fue muy fuerte, la gente demostraba mucho cariño. Lo bonito es que viene gente de diferentes edades. A la gente joven le toca por unas cosas y a los adultos por otra y los niños también viajan porque es muy visual. He visto a un niño de ocho años cortarle a su madre lo que había pasado porque ella no lo había entendido. Como es un espectáculo sin palabras dejas más espacio a la parte imaginativa y a veces los niños viajan, más mientras que los adultos piensan demasiado. Hay personas que me cuentan cosas muy personales sin conocernos de nada. Unas chicas me contaron que salieron riendo, empezaron a hablar del tema y acabaron llorando al llegar al coche porque les había tocado mucho. La gente sale del espectáculo muy diferente de como entra.
¿En casa del herrero cuchillo de palo? ¿Cómo gestiona usted las prisas?
El espectáculo surge de mi propia necesidad de ser consciente de todo esto. Es importante respetar la exclamación final del título porque en algunos teatros la suprimen. La exclamación está ahí porque es un grito. Es decir, pedir calma desde la no calma. Como decírselo a uno mismo o a otro. Es una lucha que todos tenemos y a veces lo controlo más y otras menos. Ahora llevo unos meses de mucho trabajo y todo son cosas bonitas radio, teatro o tele, pero no lo estoy disfrutando del todo porque estoy corriendo demasiado. Tengo que decir más veces que no o coger menos cosas. Cada vez que represento Calma! me lo recuerdo a mí mismo: ves, claro, era esto.
La calma tiene mucho que ver con el descanso que a veces demonizado con mensajes como yo nunca cojo vacaciones, no he tenido una baja en mi vida, o duermo cuatro horas y trabajo perfectamente…
¡El miedo a no hacer nada, a sentirte mal por no producir! Este tema da para una profunda reflexión porque es muy grande. Pero el espectáculo despierta algo: te has divertido y lo has pasado bien y de ahí puedes pensar muchas cosas y sacar muchas conclusiones. El miedo a aburrirse también está relacionado con la calma. ¿Qué pasa con las niñas y los niños? Pues que los padres tienen miedo a que no hagan nada, pero es importante que los niños se aburran. Algo que aprendí de niño es que cuando te aburres te da tiempo a imaginar, a pensar y a crear…