Entramos en abril. Pronto se cumplirán tres años desde las últimas elecciones municipales y autonómicas. En breve los partidos políticos se pondrán en modo precampaña y comenzarán a hacer balance de su gestión. En el Consell d’Eivissa, PP y Cs tratarán de convencer a los ciudadanos de que, gracias a ellos, los viejos problemas que sufrían los ciudadanos han quedado solucionados. Y los que no han sido superados, ha sido por culpa de otras instituciones, casualmente gobernadas por otras formaciones políticas distintas a las suyas, como el Govern de PSOE, Podemos y Més per Mallorca.
Algo parecido sucederá con los ayuntamientos de Sant Josep y Eivissa, que explicarán a sus vecinos que nadie gobierna mejor que ellos y que si en algo han fallado, no ha sido por culpa suya, sino por el maléfico Consell d’Eivissa liderado por Vicent Marí. Como vemos, todos hacen prácticamente lo mismo a la hora de colgarse medallas y de atribuir responsabilidades a otros, nunca a sí mismos ni a los suyos. Es la política y aunque digan que no, todos hacen prácticamente lo mismo.
Pero la realidad es que dadas las circunstancias y pese los esfuerzos de todas las administraciones en recobrar la normalidad tras la pandemia por la Covid-19, en general los ciudadanos seremos más pobres. La inflación está desbocada (variación interanual del 9,8 %) arrastrada por el incremento de los precios de la electricidad, los carburantes y combustibles y los alimentos y bebidas no alcohólicas. La cesta de la compra está por las nubes y llenar el depósito de carburante, mucho peor. Y no hay visos de que la situación remita por más que el Gobierno de Pedro Sánchez intente convencernos de lo contrario.
Ni con la excepción ibérica tan cacareada, que permita el desenganche del precio del gas en los mercados internacionales del precio de la electricidad, los ciudadanos percibirán una mejora destacable en la evolución del precio de los principales bienes de consumo.
Todos estamos perdiendo poder adquisitivo a marchas forzadas y ni toda la propaganda gubernamental movilizada por el Gobierno y también por el Govern de Francina Armengol, podrán convencernos de lo contrario. La situación está mal y puede que vaya a peor si la guerra de Ucrania se enquista y no se resuelve en breve.
Y con esta coyuntura endiablada, los partidos deberán convencer a los electores de que les voten a ellos. Siendo todos más pobres, sin poder llenar el depósito de combustible, teniendo que comprar legumbres y tirar de potajes y pasta. Mal les veo.