La Oficina Anticorrupción es el invento más inútil y más costoso puesto en marcha por la Administración autonómica desde la transición democrática. Y miren que ha habido chiringuitos absurdos sin la menor utilidad, creados con el único objetivo de colocar a adictos al partido o partidos gobernantes, o de saquear las arcas públicas sorteando los controles existentes en la Administración, utilizando empresas públicas u organismos ajenos al organigrama.
No digo que sea el caso, porque no tengo pruebas para sostener tal cosa, pero no cabe duda de que la OAIB ha supuesto una decepción descomunal. Se trata de un ente improductivo que ni previene la corrupción, ni la investiga. Pagamos sueldos y gastos de una sede para que de vez en cuando, algún medio de comunicación publique que se está investigando a alguien, lo que servirá para aplicarle la pena de telediario y poco más.
La Oficina Anticorrupción ha remitido a la Fiscalía el caso de la exvicepresidenta socialista del Consell d’Eivissa, Marta Díaz, quien supuestamente cargaba en la tarjeta de crédito de FECOEV gastos particulares, ajenos a su responsabilidad como miembro del gobierno insular de PSOE y Podem-Guanyem que presidía Vincent Torres.
A instancias del PP, el Parlament acordó en febrero del año pasado encargar a la OAIB que investigase el asunto y un año más tarde, dicho ente inútil y lento, ha remitido el caso a la Fiscalía, cosa que bien pudo haber hecho el Parlament mucho antes y ahorrarse tantos meses de demora.
¿Para esto gastamos ese dineral que cuesta a los ciudadanos de Baleares la Oficina Anticorrupción? Para que, tras un año de tramitación, le envíen el asunto a la Fiscalía, algo que hubiese sucedido automáticamente de no existir la dichosa Oficina. ¡Es para cubrirse de gloria!
Ya les anticipo que, además, si la OAIB dice que hay indicios de delito, lo más probable es que la Fiscalía diga que no hay nada de nada. Y menos aún si Marta Díaz ha devuelto el dinero de sus polémicas compras. Ya lo verán
Claro, así aparecen ascensores que nos llevan al cielo, tarjetas de clubes rusos y latas de sardinas en el huerto.