La isla ha amanecido hoy inoportunamente lluviosa. Lo que para Machado tendría «un vago secreto de ternura» pero para las numerosas librerías que esperaban poder montar la feria del libro de Sant Jordi en Vara de Rey suponía un claro indicio de calamidad. En el céntrico paseo de Vila, las primeras horas de la mañana han transcurrido recordando a las ‘Olas Grises’ de Leopoldo Lugones («Llueve. La lluvia lánguida transciende y la brisa gime tanto que da pena»), con los stands a medio montar y los protagonistas de la jornada cubiertos con plásticos para no echarse a perder.
Pero, rondando el mediodía, «la primavera ha venido y nadie -a excepción de Machado- sabe cómo ha sido». Pero tampoco nadie se ha parado a preguntar. Tras la lluvia y, según Neruda, «con el mundo recién lavado», las librerías se han apresurado a descubrir sus ejemplares. Y los autores locales han abandonado las cafeterías cercanas, donde se habían resguardado, decididos a firmar sus obras.
Los ibicencos, con «la ansiedad de pájaro preso que quiere volar» ,como lo describiría el poeta cubano José Martí, han aprovechado la tregua meteorológica para comenzar a disfrutar de Sant Jordi. Y, a partir de entonces, s’Alamera sí que se ha inundado, pero, esta vez, y para el resto del día, de transeúntes.
Lectores en busca de un título determinado, otros, más indecisos, dispuestos a dejarse seducir e, incluso, de no lectores declarados que simplemente buscaban, como la poeta y escritora argentina Alfonsina Storni, «con el paso lento, y los ojos fríos y la boca muda, dejarse llevar», y disfrutar del ambiente del paseo.
Y es que el primer Sant Jordi sin mascarillas ni distancias, después de más de dos años con restricciones sanitarias, ha invitado a compartir y sonreír abiertamente. Vara de Rey ha sido hoy escenario de un deseado reencuentro del pueblo ibicenco con la cultura literaria.
La lluvia no ha vuelto a hacer acto de presencia durante toda la tarde, Así que muchos de los asistentes han ocupado después las terrazas de los alrededores siguiendo los consejos del reconocido poeta local Manel Marí («beveu, beveu, lectors, abans d’escrutar l’ànim amb què el vi inventaria verins i altres pregàries») mientras hojeaban sus recientes adquisiciones.
Sònia Riera