Los habitantes de la bahía de Sant Antoni estamos pasando por unos días de descontrol organizado. Aunque parezca una perogrullada, no lo es, ese descontrol se manifiesta con la celebración llamada «Campeonato Mundial de Motos de Agua». Y que conste que algunos de esos aparatos tienen unos motores de tal calibre que necesitan de una gasolina especial de gran octanaje. Viernes, sábado y domingo durante la mañana y la tarde, los vecinos tuvimos que soportar lo que ya no diríamos ruido, sino el estruendo que producen estas motos.
Ahora supongamos que emigramos el fin de semana hacia el Levante y regresamos por la noche a casa, eso en el caso de que decidamos huir. Pero hay un inconveniente mayor, que es el ecológico, ya que el impacto medioambiental en el mar es tremendo y demostrable. El coste económico provocado por el malestar de los turistas ante la contaminación acústica y medioambiental es muy elevado. Si a esto le añadiéramos lo que supone para los residentes (tanto de primera como de segunda residencia), las cifras alcanzarían valores descomunales, y todo para satisfacer a menos del 1% del turismo, ávido de motos acuáticas.
El ruido de las motos de agua es especialmente molesto. Es un ruido diferente del de otras embarcaciones motorizadas, como el de las lanchas motoras. La diferencia, y base del problema acústico que ocasionan, es que las motos de agua saltan continuamente sobre la superficie del mar, lo que magnifica el impacto del ruido.
La contaminación acústica en los mares es una problemática que lleva más de medio siglo investigándose. Un repaso a los centenares de artículos publicados en revistas científicas sobre esta temática nos demuestra lo poco que sabíamos sobre esta cuestión en la década de los años 1990, cuando Richardson (1995) escribió su famosa obra Marine Mammals and Noise, y la sorprendente constatación de que la contaminación acústica no sólo afecta a los simpáticos cetáceos marinos, sino a toda una serie de grupos de animales y plantas marinas, puesto que la investigación ha ido desvelando que la actividad de las motos náuticas afecta a grupos tan insospechados como los moluscos, los crustáceos y, por supuesto, los peces.
Algunas de estas investigaciones se recogen en el libro Documento técnico de impactos y mitigación de la contaminación acústica marina, que publicó nuestro Ministerio de Medio Ambiente en el año 2012. La carencia de sustancia en el “sensorio” de nuestro joven alcalde [Marcos Serra] le ha llevado a prometer a los motoristas húmedos la celebración de más eventos en un futuro próximo. El consejero de Medio Ambiente del Partido Popular en Murcia en el año 2002, Antonio Cerdá, anunció que había puesto a trabajar a los servicios jurídicos para prohibir las motos de agua, al suponer inaceptable para el ecosistema del Mar Menor. Asimismo, en 2022, antes de traerlo a Sant Antoni, intentaron la realización de este campeonato en la Comunidad de Murcia, algo que fue denegado. Pensemos qué justificación le podemos encontrar a este despilfarro medioambiental, acústico y económico. ¿Es esto lo que queremos?
Por Juan Blanco, director de la Escuela de Vela del Club Náutico Sant Antoni entre los años 1995 y 2000.
Pues la bahia de Sant Antony si se merece esto ,aunque sea una vez al año ,Blanco tu eres grande,y te queremos,no te metas en politica,,eso que lo haga el sr. President(que pena) tenemos un alcalde cojonudo.
Joder en murcia no quiero unas vacaciones ni pagando y con motos de agua 24h al dia ni por un millon de euros… Dejar de jod er a todo lo que no piense uno mismo, según sus creencias, gustos y similar, que imagino que algún bien traera una competición así. Económica o residual…. A lo mejor tu hijo te acaba pidiendo una moto de agua señor…. En vez de una vela. Opinar es gratis