Ghazaleh Khorraminiya (Teherán, 1983) es una refugiada política iraní que actualmente vive en Valencia y que este 8 de mayo recibió la Confirmación en Ibiza, concretamente en la iglesia de la Sagrada Familia de Can Bonet, en Sant Antoni. Lo hizo de la mano del párroco Virgilio Bago y del obispo de las Pitiusas, Vicent Ribas. Khorraminiya, que ha vivido durante un tiempo en la isla, huyó de su país en el verano de 2019 por el riesgo que corría ante las autoridades iraníes por haber realizado acciones feministas y por su conversión al cristianismo. Como consecuencia, fue detenida en más de una ocasión para ser interrogada.
En una conversación con Noudiari, cuenta que la policía entró en su domicilio para registrar sus pertenencias a raíz de su activismo por la igualdad entre hombres y mujeres, y que fue entonces cuando descubrieron también que se había acercado al cristianismo, ya que, entre otras cosas, poseía un ejemplar de la Biblia. Esto hizo peligrar todavía más su seguridad en su país natal. «Me podrían haber matado por cambiar de religión, tenía problemas graves con el gobierno y la policía, así que tenía que salir de allí», cuenta.
«Empecé a informarme sobre lo que es el cristianismo cuando entré en la universidad, para mí esta religión significa amor y tranquilidad», explica esta refugiada, que también recuerda que todas aquellas «actividades feministas» que llevó a cabo en su país están prohibidas, por lo que significarse en este sentido puede acarrear graves problemas para las activistas. Entre otras cosas, Khorraminiya se grabó un video en el que aparecía sin hiyab en la calle y que acabó en redes sociales. «Estás loca», le dijeron algunos, preocupados por las posibles consecuencias. Dicho episodio fue el que provocó los registros en su casa por parte de la policía, que analizó su ordenador y otras pertenencias suyas. «La policía iraní lo sabe todo sobre mí, tiene acceso a mis conversaciones privadas, a mis datos, … a todo», explica en su diálogo telefónico con este diario.
De hecho, la entrevistada señala que en Irán hay «diferentes tipologías de policía» y que una en concreto se dedica exclusivamente a vigilar en la calle a aquellas personas que llevan a cabo acciones políticas contra el régimen, también a las mujeres que luchan por la causa feminista.
A la espera del asilo político para volver a Ibiza
En 2019, Khorraminiya hizo la petición formal para obtener el asilo político en Ibiza, y a día de hoy continúa esperando una respuesta al respecto. Dice que cuando este tema se arregle y pueda tener un trabajo en la isla, volverá a vivir aquí de nuevo. De hecho, algunas amigas, su padrino y su madrina viven aquí, aunque su familia de Irán permanece en el país, algo que le preocupa especialmente a la entrevistada, ya que sus familiares también corren peligro, por estar relacionados con una activista: «Tengo mucho miedo, el gobierno le da a entender a mi madre que no está bien que nos comuniquemos dos veces por semana, por ejemplo. Siguen todos nuestros pasos, nos espían a través de las aplicaciones del móvil y lo saben todo. En alguna ocasión nos ha pasado que estamos hablando por teléfono y a ella le llega un mensaje en el que se le advierte que debería vigilar con quién habla». Relata que, mientras residía en Irán, una de las ocasiones en las que estuvo detenida por realizar actividades feministas, en 2019, la policía le advirtió que «la próxima vez, correría un riesgo mayor y que iría a la cárcel un mínimo de 30 años».
Mucho antes de esta detención, cuando apenas tenía 27 años, ya fue arrestada por no usar el yihab.
Precisamente por este contexto, denuncia que del mismo modo que cuando vivía en Irán ella tenía «muchísimo miedo», ahora también lo tiene a la hora de hablar con sus seres queridos y de explicarles según qué cosas que puedan perjudicar a su entorno.
Una sociedad que mira al futuro
A pesar de todo, mira al futuro con cierto optimismo, ya que asegura que hay muchas mujeres jóvenes iraníes que están implicadas en la lucha feminista y que muchas de ellas y también buena parte de los hombres están a favor de que el hiyab no sea obligatorio: «Somos muy diferentes respecto a otros países islámicos donde hay un gran apoyo al yihab, pero no es nuestro caso». Por lo tanto, concluye que «la sociedad iraní es más avanzada que su gobierno», que gobierna y legisla bajo las doctrinas islámicas. «El gobierno es capaz de hacer de todo con todas sus leyes islámicas, no tienen ninguna humanidad».
«Espero que las cosas cambien en mi país, aunque es difícil, porque el gobierno no tiene ningún reparo a la hora de matar a gente. En algunas ciudades, por ejemplo, ha surgido el debate sobre la necesidad de cambiar de gobierno, y en muchos lugares han cortado la conexión a internet para que los ciudadanos no se comuniquen con gente de fuera y puedan acceder a noticias sobre la situación», relata la entrevistada.
Por otro lado, ella también se vio perjudicada por haberse relacionado con la periodista iraní Masih Alinejad, algo que está totalmente prohibido por el régimen. Esta profesional de la comunicación reside en Estados Unidos y hace activismo por las mujeres en Irán. De hecho, fue ella quien subió a las redes sociales el vídeo en el que aparecía Ghazaleh Khorraminiya sin hiyab en la calle.
Actualmente, Khorraminiya reside en Valencia, donde ha recibido el apoyo de Cruz Roja. Cuenta con estudios universitarios de Diseño Gráfico y Moda y ahora estudia cocina, algo de lo que aspira a poder trabajar en un futuro cercano. En Ibiza contó con el respaldo de SOS Refugiados Ibiza y Formentera, a través de Graciela Masiano, que es integrante de esta asociación y que la acompañó en la Confirmación que tuvo lugar en Sant Antoni. Asimismo, Masiano ha cedido a Noudiari varias de las imágenes que acompañan estas líneas, y el resto, Khorraminiya.
La entrevistada, al exiliarse, fue primero a Turquía, con la pretensión de llegar a Reino Unido. De todos modos, haciendo escala en el aeropuerto de Ibiza, fue parada por la Policía Nacional. Fue entonces cuando se quedó en la isla, lugar al que espera poder volver tras formalizar sus papeles.