EFE / El joven que murió tras haber sido agredido por otro en una vivienda de Sant Antoni en julio de 2018 sufrió cuatro contusiones graves en la cabeza por golpes que tuvieron que ser aplicados «con una fuerza importante». «Eso no es un simple golpe», ha explicado la forense que hizo la autopsia.
En su declaración ante el jurado que juzga en la Audiencia de Palma a un británico acusado de matar a golpes a un compatriota, los dos forenses que hicieron el informe de autopsia han coincidido en que dos puñetazos pudieron provocar las lesiones que le ocasionaron la muerte y han descartado que el origen pudiera ser un golpe con algún mueble o con el suelo.
Por las zonas lesionadas, los forenses concluyeron que los golpes que se produjeron con una mayor fuerza de impacto fueron uno a nivel frontal y otros laterales. Han destacado que sufrió una fractura del hueso profundo del cráneo, en el juicio en el que la fiscalía pide que el acusado sea condenado a 18 años de cárcel y la acusación particular, que representa a los padres del fallecido, reclama 25 años de prisión.
La defensa solicita la absolución o que, en todo caso, sea condenado a entre uno y dos años de prisión por homicidio imprudente, al considerar que el acusado no pretendía matar a la víctima.
Las cuatro contusiones causaron una hemorragia interna y un incremento brusco de la presión «que comprimió a nivel cerebral, afectó a funciones vitales y produjo el fallecimiento», ha detallado la forense.
Los forenses han explicado que, para sufrir determinadas lesiones, se necesita una fuerza que venza los materiales como huesos, piel y vasos. «Un simple golpe, incluso un puñetazo, con poca fuerza, da unas contusiones o un hematoma, pero para llegar a producir las lesiones que observamos, con fractura de huesos profundos y afectación de los vasos, eso no es un simple golpe, ha tenido que aplicar una fuerza importante, para llegar a afectar a esas zonas», ha relatado la médico.
La hipótesis de los forenses consiste en que la víctima recibió golpes «frente a frente, con la mano derecha del agresor sobre el lado izquierdo del agredido».
Respecto a los efectos que pudo tener para la víctima que hubiera consumido alcohol y cocaína, como revelaron los análisis, los forenses han indicado que eso pudo afectar a su capacidad de reacción, pero no al resultado. «Con las lesiones que observamos, afectar poco», ha explicado la forense al jurado.
Varios de los policías locales que intervinieron en el suceso han relatado, en su declaración como testigos, que aquella madrugada acudieron al aviso dado por una mujer de que había una persona herida y ensangrentada en una vivienda de Sant Antoni.
Una de las patrullas se encontró por el camino con un motorista que circulaba en dirección contraria y que les contó que iba siguiendo a un chico al que había visto saltar de un balcón desde un segundo piso, donde se oían gritos de pelea y no lo había perdido de vista.
Mientras unos agentes se entrevistaban con el motorista, otros interceptaron al joven que había saltado por el balcón, que iba caminando tranquilamente, con aspecto desaliñado, y olía a alcohol. «Lo detuvo el oficial porque ya sabía que posiblemente había matado a otra persona», ha contado uno de los agentes.
En la vivienda, otros agentes ayudaron a los sanitarios con las maniobras de reanimación del herido. El joven, que estaba inconsciente, tenía erosiones en la cara y un hilo de sangre en la nariz.
Los otros jóvenes que estaban en el piso contaron a los agentes que había habido una pelea, que el agresor había dado dos puñetazos en la cara a la víctima y que el finado había intentado mediar para que la disputa no se produjera.