Merece la pena fijarse en Joan F. Ribas (Ibiza, 1962) en un concierto. Como un cazador, observa agazapado a que ocurra la magia. Y a veces no ocurre. Entonces se le nota serio y la prueba evidente es que no eleva la cámara hasta colocar el visor a la altura de sus ojos. Simplemente espera… y a veces sucede. En otros conciertos, la chispa está encendida de principio a fin y acaba agotado porque lo suyo es acercarse, agacharse y contorsionarse si es necesario para captar algo que va más allá de la imagen. Y es que sus fotografías parecen saltar de la pantalla o el papel para transportar al espectador al concierto donde se tomaron. Una recopilación de sus mejores imágenes se puede ver a partir de este sábado en el auditorio de Caló de s’Oli.
La muestra se titula ‘Road to Synesthesia’, es decir, ‘carretera o camino a la sinestesia’. ¿Por qué este título? ¿Se refiere a esa capacidad de algunas personas de ‘ver’ sonidos u oír colores…?
Yo no sabía qué título ponerle a la exposición y, en una reunión entre amigos, salió la palabra sinestesia. A mí me gustó, y a partir de ahí empezamos a trabajar sobre ella hasta que apareció ‘Road to Synesthesia’. Intento que mis fotos transmitan no solo la imagen, si no también algo más. ‘Road to Synesthesia’ es, entonces, el camino que recorro en la búsqueda de transmitir sensaciones y sentimientos a través de las imágenes, tratando de transportar al espectador al lugar donde se tomó la fotografía. Que pueda, a través de su mirada, escuchar, oler, tocar o saborear lo vivido en el momento del disparo.
¿Cuándo comenzó su pasión por la fotografía? ¿Se ha convertido con los años en una profesión para usted?
Me gusta la fotografía desde hace muchos años. A los 20 años me compré mi primera cámara y comencé a disparar. Hacía fotos de viajes, de paisajes, de familiares… Por motivos laborales dejé aparcada esta afición durante años, hasta que, en 2010, y a raíz de un cambio de vida, volví a ella, esta vez con más pasión. Me empapé de fotografía yendo a cursos, conferencias, observando a los grandes fotógrafos y aquí sigo. Finalmente se ha convertido en profesión y me encanta.
¿Qué le mueve a dedicar tantas horas a la fotografía de conciertos? ¿Va más allá de su interés por la música en sí misma? ¿La energía del momento, lo efímero…?
Yo no fotografié conciertos hasta el año 2014. Los primeros fueron a raíz de comenzar a frecuentar Can Jordi Blues Station, un lugar desconocido para mí hasta entonces. Desde el primer momento tuve la sensación de encontrarme en casa. Comencé a fotografiar los conciertos que allí se hacen y fui entablando amistad con los músicos y con el personal de la Blues Station. Descubrí un universo que me sedujo por completo. Me acogieron como a uno más de la familia y, desde entonces, no he parado. Me seduce la energía de los conciertos, la gente se transforma con la música. Desde que empieza a sonar el primer tema el ambiente se relaja, la gente sonríe, baila, canta, llora de emoción… es como una liberación, por eso me gusta estar ahí siempre que puedo haciendo fotos y disfrutando de esas sensaciones.
¿Todos los conciertos son fotogénicos?
Unos más que otros, pero, en general, sí. Aunque siempre hay excepciones. Cada músico, cada grupo, tiene su estilo personal. Es verdad que hay artistas que son más plásticos, que te proporcionan más fotos, pero, al final, el tema de la fotogenia es muy relativo; hay días en los que uno está más inspirado que otros, tanto delante como detrás de la cámara, y lo que ayer era fotogénico hoy no lo es… pero mañana vuelve a serlo.
¿Cuál es el grupo más fotogénico de Ibiza? ¿Y el músico que siempre sale bien?
Hay muchos. Diría que los grupos heavys son los más fotogénicos, pero también otros como Uncle Sal, por ejemplo. En cuanto al músico que siempre sale bien, me quedo con el batería P.J. González. ¡No he conseguido hacerle una mala foto! [ríe].
¿Cuál cree que es la clave para sacar una buena imagen de un concierto?
La paciencia. Estar atento a los movimientos de los músicos y estar lo más cerca posible.
¿Cuál es la imagen de la que está más orgulloso? ¿Y el grupo que le emocionó fotografiar?
Pues una foto que no es de música, pero que ha terminado relacionándose con ella. Se trata de una foto que hice a la luna y que, después, Uncle Sal me la pidió para incluirla en su álbum The American Dream, en el que está el tema Full Gray Moon. Es una foto muy especial para mí. Y como grupo que más me emociona fotografiar… Uncle Sal. Siempre me emocionan sus conciertos, sus temas, sus actuaciones.
¿Can Jordi es como su laboratorio de pruebas para cuando cubre un concierto más grande en escenarios, por ejemplo? ¿Qué significa Can Jordi para usted?
Can Jordi es mi casa. Es un lugar que ha transformado mi vida. Allí empecé a fotografiar conciertos, allí he aprendido, he conocido el mundo de la música y a su gente. Estaré eternamente agradecido a Vicent por haberme abierto las puertas de la Station de par en par. La experiencia de hacer fotos cada semana en Can Jordi me da seguridad cuando toca fotografiar escenarios más grandes. El espacio es diferente, pero trato de minimizarlo y moverme igual que en Can Jordi: cuanto más cerca de los músicos, mejor.
¿Ha evolucionado mucho su equipo desde que empezó en esto? ¿Es nostálgico de lo analógico o le llena igualmente lo digital?
Sí, he ido evolucionando hacia cámaras y objetivos mejores. Aunque tampoco estoy demasiado obsesionado con lo último que sale al mercado. No soy nada nostálgico, en ningún aspecto, tampoco de la fotografía analógica. La fotografía digital tiene muchos pros y pocos contras.
Le asociamos con la fotografía de conciertos, pero ¿tiene otros intereses en este campo?
Hago casi todo tipo de fotografía: retratos, desnudos artísticos, fotografía deportiva, de arquitectura, de producto, paisajes… Un poco de todo.
Háblenos de las imágenes de esta exposición, ¿qué nos vamos a encontrar?
Se van a exponer 42 fotografías digitales en color tomadas en conciertos tanto de Ibiza como de otros lugares, a los que he asistido para cubrir festivales. Al lado de cada fotografía se podrá leer un texto del músico fotografiado, en el que expresa su opinión acerca de su foto.
¿Qué grupo soñaría con fotografiar en un concierto?
La respuesta fácil es a los Rolling Stones, pero, puestos a soñar, me encantaría fotografiar a Uncle Sal en un estadio con 100.000 espectadores. ¡Sería la hostia!