Todos nos alimentamos. Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar qué sucede con los restos de tu comida (como cáscaras de huevo, posos de café, cáscaras de plátano) o frutas y verduras en mal estado? Contienen energía, nutrientes valiosos y tienen el potencial de convertirse en un suelo invaluable.
El Día Mundial de la Conservación del Suelo se celebra cada año el 7 de julio. Por estas fechas, cabe recordar la necesidad de cuidar un recurso que antes se daba por sentado, pero que hoy en día está en riesgo de deterioro. Una buena conservación del suelo ayuda a prevenir la pérdida de la capa superior del suelo por erosión o la fertilidad reducida causada por el uso excesivo, la acidificación, la salinización u otra contaminación química del suelo.
Las plantas en crecimiento consumen una parte de los recursos minerales del suelo, compuestos naturales que se necesitan para un crecimiento adecuado. Si se cultiva sin un control adecuado, el suelo puede deteriorarse tanto que ya no está en condiciones de albergar cultivos o de modo que el rendimiento de las plantas se reduce significativamente. Conservar el suelo implica tratarlo como un ecosistema vivo y reconocer que todos los organismos que hacen del suelo su hogar, juegan un papel importante en la producción de un ambiente fértil y saludable. Son responsables de descomponer la materia orgánica, liberar nutrientes y abrir espacios para la circulación de aire y agua.
El compostaje juega un papel importante en la conservación y regeneración del suelo. Este consiste en el proceso natural de reciclar la materia orgánica, como hojas y restos de alimentos, en un fertilizante valioso que puede enriquecer el suelo y las plantas. Cualquier cosa que crezca se descompone eventualmente; el compostaje simplemente acelera el proceso al proporcionar un ambiente ideal para que las bacterias, hongos y otros organismos en descomposición (como gusanos, insectos de cerda y nematodos) hagan su trabajo. La materia descompuesta resultante, que a menudo termina pareciendo un suelo fértil del jardín, se llama compost.
Conocido cariñosamente por los agricultores como «oro negro», el compost es rico en nutrientes y se puede utilizar para la jardinería, la horticultura y la agricultura. ¿Por qué deberíamos compostar? El compostaje tiene varios beneficios que incluyen, entre otros: reducir el flujo de desechos; reducir las emisiones de metano de los vertederos; mejorar la salud del suelo y disminuir la erosión; conservar el agua; y reducir el desperdicio de alimentos personales.
“El compost es un medio importante para generar biodiversidad en el suelo y de este modo crear un ecosistema sano. Somos una parte de la naturaleza y no dueños de ella”, asegura Nico French de Ibiza Organics, que trabaja en la elaboración de huertos para autoconsumo.
Según French, la calidad de las verduras depende de la calidad y biodiversidad de microorganismos del suelo. Recuerda que, “Es muy importante lograr un compost de calidad con biodiversidad de microorganismos y libre de patógenos, para después poder reproducirlos y esparcirlos sobre las plantas y suelo. Sin microorganismos no existiría ningún tipo de vida, por eso tener un suelo vivo es imprescindible”.
El compostaje puede ser activo (caliente) o pasivo (frío). El compostaje en frío descompone la materia orgánica lentamente, pero también requiere la menor cantidad de esfuerzo y mantenimiento, mientras que el compostaje en caliente es un proceso de compostaje más rápido, pero más administrado. Al igual que cualquier plato de comida, hay varias recetas que utilizan diferentes ingredientes y metodologías.
Para las personas que se interesan en hacer su compostaje en casa, hay varias fuentes y cursos disponibles en línea, además de cursos puntuales ofrecidos por organizaciones locales como Amics de la Terra o APAEEF.
En el marco del Día Mundial de la Conservación del Suelo, tuvimos la suerte de acoger a Ibiza a Josh Whiton, fundador de MakeSoil, quien aprovechó su visita a la isla para conocer a agricultores locales y promover una iniciativa que ya ha tenido bastante éxito en los Estados Unidos. Unos llamados “soil makers”, que tienen sus propios sitios de compostaje, o “soil sites”, involucran al público invitando a las personas a llevar sus desechos orgánicos. El “soil maker” establece los parámetros (por ejemplo, el número de participantes, el tipo de residuos aceptados, etc.) y se compromete con aquellos que solicitan unirse al sitio.
Varias de las granjas de Ibiza ya llevan varios años haciendo su propio compost o comprándolo a Terra Energy, que ha sido el mayor proveedor de compost de Ibiza desde hace un tiempo. Pero ya contamos con nuestros primeros “soil sites”, uno de ellos en la Finca Ecológica Can Cristòfol, en las afueras de San Carlos. Se invita a los participantes a traer los restos de sus alimentos orgánicos, incluidas las cáscaras de huevo, pero excluyendo cualquier otro subproducto animal, metal, vidrio y plástico.
La fundadora de esta finca, India Taylor, hace hincapié en la importancia de iniciativas como esta: “Nos queda muy poca capa superior en el suelo y, por otro lado, los restos de comida y desechos de jardín de nuestros hogares acaban en vertederos anaeróbicos y por eso no se descomponen adecuadamente. Si recogemos todo este valioso material orgánico, podemos utilizarlo para hacer tierra; básicamente es una olla de oro”.
Taylor insiste en la necesidad de “Empezar a pensar de una manera diferente y ser más responsables de los residuos que producimos. Estamos muy emocionados de ser parte de la iniciativa Makesoil, particularmente por sus aspectos comunitarios y familiares. Por nosotros es importante que los niños sean parte de este proceso y que sean educados sobre los residuos desde una edad temprana».
Para quienes viven en el centro de la isla, hay otro “soil site” en Picadeli en Sta Gertrudis. Otros sitios estarán disponibles próximamente. Tenéis acceso a más información sobre cómo participar en la iniciativa enmakesoil.org.
Por Gabrielle Gambina, coordinadora de Ibiza Produce, un proyecto de IbizaPreservation