El divulgador Jordi Pereyra Marí (Ibiza, 1990), que tiene más de 510.000 personas suscritas en su canal de Youtube Ciencia de sofá, publica esta semana su cuarto libro: Guía para sobrevivir en el espacio, después de El universo en una taza de café (2015); Las cuatro fuerzas que rigen el universo (2017) y Respuestas sorprendentes a preguntas cotidianas (2020). Todos los ha publicado con el sello Paidós de Planeta.
Desde Ibiza crea y lanza sus vídeos, con los que llega a todo el planeta (tiene incluso más seguidores en México que en España), a la vez que ofrece charlas, escribe artículos y sigue ideando sus libros de divulgación. Le sigue impresionando tener suscriptores de tantos y tan lejanos lugares y, sobre todo, recibir comentarios tan positivos de su labor de divulgación, que comenzó siendo un hobby y se ha convertido en su profesión.
El libro ya está disponible en preventa en Amazon y estará en las librerías a partir de mañana miércoles 7 de septiembre. Todavía no tiene fecha para la presentación en Ibiza pero sí para la puesta de largo del volumen, que será dentro de una semana, el martes 13 de septiembre a las 19 horas en la librería Desnivel de Madrid.
Desde luego su último libro tiene un título muy llamativo, Guía para sobrevivir en el espacio (Ed. Paidós). ¿Qué nos vamos a encontrar en sus páginas?
La idea del libro surge tras un viaje al desierto de Atacama, en una expedición con el mayor experto en meteoritos de España, Jordi Llorca. Me causó un gran impacto el poder encontrar allí tantos meteoritos, que son trozos de roca y metal que vienen de otros cuerpos celestes y que están hechos de minerales, que es una de mis aficiones de toda la vida junto con la astronomía. Es decir, que confluían allí dos de mis pasiones: la astronomía y la geología. Fue muy impactante. Le eché imaginación al asunto pensando en cómo son esos cuerpos celestes, de qué están hechos otros planetas, otros asteroides u otras lunas y cómo extraer recursos de ellos… y de ahí salió la idea del libro.
Mi idea era explicar con vídeos cómo obtener todos los recursos que necesitaría para sobrevivir un astronauta que se quedase varado en otro planeta. Es decir, cómo obtener agua, oxígeno, fertilizantes, combustibles, materiales de construcción…. Y comencé haciendo vídeos para mi canal. Obtener agua y oxígeno es algo que se puede hacer como experimento casero, pero cuando empecé a hacer otros vídeos sobre fertilizantes, por ejemplo, se complicó el tema porque en Ibiza no había ninguna roca en concreto de la que sacar compuestos fertilizantes… así que la idea de hacer los vídeos desembocó en un libro. Además, tenía anécdotas y hechos históricos relacionados de sobra como para enriquecerlo. Se lo propuse a mi editor y dijo: ¡adelante, esto suena bien!
Y para ello cuenta una historia…
Imagino un futuro en el que ir al espacio es muy barato y en el que todas las empresas envían misiones espaciales para ver quién es la primera que coloniza un planeta de otro sistema solar. El que narra el libro es un astronauta que ha sido enviado al espacio por una empresa de patatas fritas y ha terminado en un planeta que no tocaba. Lleva unos años intentando conseguir lo que necesita para subsistir de las rocas que lo rodean y esa información la transmite al espacio para que otros náufragos espaciales puedan sobrevivir.
¿Podríamos decir que, dado que la Tierra es un cuerpo celeste, este libro nos enseñaría también a sobrevivir en este planeta si estamos en mitad de la nada?
Más que ponerte en una situación real de supervivencia, lo que hace el libro es usar esa excusa, la de extraer recursos de un cuerpo celeste cualquiera por muy desierto que te parezca, para hablar de química, de geología y astronomía de manera amena. Eso sí: los consejos de supervivencia te podrían servir en algún momento dado en la tierra, pero insisto: es una excusa para hablar de cómo los seres humanos, a lo largo de la historia en el planeta Tierra, han conseguido extraer de su entorno todo lo que necesitaban para sobrevivir.
Ha salpicado el libro de anécdotas curiosas y hechos históricos…
Durante ese proceso de buscar en nuestro entorno los recursos que hemos necesitado para sobrevivir, a veces los seres humanos hemos recurrido a materias primas que pueden parecer un poco… estrambóticas. En el siglo XIX en Inglaterra se usaban coprolitos, es decir, cacas fosilizadas, para obtener fertilizante. Las trataban con ácido para obtener súper fosfatos. De modo que en esa época la mayor parte de los fertilizantes se obtenían a partir de mierda prehistórica.
Otro ejemplo es la importación de miles momias de gatos de Egipto para uso como fertilizante a través de un puerto de Inglaterra. Su idea era triturarlas y esparcirlas por los campos para fertilizarlos porque, al final, los huesos tienen fosfatos y la lógica decía que estos restos de animales momificados debían contener bastantes sustancias útiles para las plantas. Incluso se hicieron viñetas de humor en la prensa de la época en las que aparecen fantasmas de gatos atormentando a los pageses británicos.
¿El humor siempre es una gran ayuda en la divulgación?
Claro. Hay que ir alternando. No puedes estar hablando todo el rato de ciencia pura y dura porque el público se aburre.
Es ingeniero mecánico de formación y recuerdo que, cuando le entrevisté por primera vez, su sueño era poder vivir de la divulgación científica, que es su verdadera pasión ¿Lo ha logrado?
Sí, desde 2017 vivo de la divulgación científica. Principalmente de mi canal de Youtube desde hace tres años, pero también escribiendo artículos, dando charlas publicando libros e incluso trabajé una temporada para National Geographic. Es complicado hacerse rico con esto pero sí que vivo de ello [ríe].
¿Y da charlas también en institutos y colegios de Ibiza y Formentera? Siempre va bien despertar vocaciones científicas…
Estaría encantado de hacerlo y estoy abierto a propuestas.
¿Buena falta hace la divulgación frente a toda esa corriente de cuestionamiento de la ciencia, fake news y terraplanismos varios?
Yo no soy científico, soy divulgador. Pero sí, como alguien que se dedica a transmitir la ciencia es frustrante ver que hay gente que decide ignorar por completo las evidencias que apuntan en una dirección para meterse en todo tipo de fregados y conspiraciones que puedas imaginar. Cuando me centraba en el blog intentaba combatir estos temas escribiendo artículos desmintiendo todas estas cosas, pero al final era frustrante porque es muy complicado hacer cambiar de opinión a la gente que está empecinada en creer algo sin evidencias. Al final la mejor opción es hablar de ciencia en general, sin desmentir nada en concreto, intentar enseñar cómo funciona la ciencia y mostrar que es un método más válido para obtener información del mundo que no simplemente sacarte las cosas de la manga. Mi objetivo es transmitir a la gente que me sigue esa curiosidad y ese interés y capacidad de informarte de manera más rigurosa… o de aprender a distinguir entre lo que es ciencia de lo que es alguien intentando venderte la moto.
¿Todo lo bueno que ha tenido Internet para la divulgación también lo tiene de malo para difundir informaciones falsas?
Hay una premisa que dice algo así como que la energía necesaria para desmentir una información errónea es mil veces superior a la que necesitas para crear esa información errónea. De manera que es casi siempre una batalla perdida, porque para desmentir todos esos bulos que circulan super rápido por internet tiene que haber gente dedicada horas y horas en analizarlo y desmentirlo. Es una batalla complicada de superar.