A nadie que conozca la sociedad ibicenca se le pasa por la cabeza que el Club Náutico Ibiza (CNI) pueda desaparecer. El mero hecho de que la junta directiva de esta centenaria entidad social y deportiva, tan arraigada en la historia de la ciudad, promueva un manifiesto titulado “Salvem es Club”, da idea de la gravedad de la situación. O más conviene decir, de la desesperación que parece haber cundido en el CNI durante el concurso público por la gestión de la dársena del puerto de Ibiza y sobre todo, por la oferta presentada por la sociedad Puertos y Litorales Sostenibles (PLS), que compite con el CNI por esta concesión del espacio portuario.
Ambas entidades se han enzarzado en una batalla de comunicados que en nada beneficia al normal desarrollo del concurso público. El CNI acusó a PLS de querer convertir el puerto de Vila “en un lugar para el lujo, sin oferta social y fuera del alcance de los navegantes ibicencos de toda la vida”. Además, solicita que su oferta sea desestimada inmediatamente por las “graves irregularidades” que contiene.
La empresa PLS, que en diciembre del año pasado logró la concesión de la dársena de embarcaciones menores en el puerto de La Savina (Formentera), contraatacó acusando al CNI de “intromisión en la labor de la Autoridad Portuaria de Balears” y de presionar a la APB durante el proceso de valoración de las ofertas”, incluso solicitando la exclusión de PLS del concurso.
“Esta forma de proceder del CNI no es en absoluto correcta ni acorde a la legalidad. Ni la legislación portuaria ni la sectorial de contratación pública de aplicación supletoria, prevén un trámite de alegaciones durante el procedimiento de apertura de sobres y valoración de ofertas”, refuta PLS, que además defiende que la suya es una oferta “segura, sostenible, justa y social”.
Como se ve, las espadas están en alto y es mucho lo que está en juego. Pero a la vista de los antecedentes, convendría reclamar sosiego y que se deje trabajar a la Mesa de Contratación de la APB que debe valorar objetivamente cada una de las ofertas presentadas.
El CNI debe querer ganar el concurso sin la menor sombra de duda de que su oferta es la mejor en todos los aspectos a valorar, y así evitar dar argumentos a sus competidores, que les faciliten la interposición de eventuales recursos. Ya sucedió en el pasado y no debería cometerse el mismo error.