El fotógrafo Patrick Biller, afincado en Toronto (Canadá), ha hecho público esta semana el hurto que sufrió en el mes de julio en Ibiza, justo antes de embarcar hacia la isla de Formentera. Perdió, entre otras cosas, el equipo con el que trabajaba. Lo ha contado a través de un artículo en la página web de fotografía de arquitectura e interiores apalmanac.com, donde relata con detalle su experiencia personal y todas las consecuencias a nivel profesional del robo, que se produjo en un bar del puerto de Ibiza, mientras esperaba a poder subir a la barca para ir hasta la isla vecina.
Todo ocurrió en cuestión de segundos, cuando se decidió a sacar una foto del puerto mientras estaba en una terraza: «Casi al final de mis diez días en Ibiza, decidí coger un barco hacia Formentera para completar mi colección de imágenes. Mientras esperaba para abordar el ferry, me senté en una terraza para tomar un café, con mi maleta y la bolsa de la cámara a mi lado. Giré a la derecha para admirar la ciudad de Ibiza, saqué mi teléfono para tomar una foto rápida de los barcos y, cuando me giré, mi bolsa de la cámara no estaba».
Biller cuenta que enseguida le preguntó a los allí presentes si habían visto algo, aunque al parecer nadie se mostró muy colaborativo: «Nadie parecía interesado en ayudarme, pero alguien dijo que momentos antes había un hombre sentado a mi lado tomando una copa y que se había ido. Fue él». Según cuenta el afectado, el ladrón se llevó consigo mismo un equipo fotográfico de 30.000 dólares y otros artículos personales. «La bolsa contenía mi cámara Fujifilm GFX 100S, 32-64mm, 80mm, 120mm macro, una cámara Arca Swiss cube mount, dos MacBooks, un disco duro portátil, un iPad Pro, AirPods, la cartera, el pasaporte, quinientos euros y varios accesorios», detalla el fotógrafo profesional, que se dedica principalmente al diseño de interiores y de arquitectura.
«Además de mi trabajo como fotógrafo de diseño, también he desarrollado una pasión por viajar y armar colecciones para mi tienda de impresión, a menudo utilizada por diseñadores de interiores que buscan arte original para sus proyectos. He viajado por todo el mundo fotografiando paisajes, normalmente con un equipo completo. En julio de este año, mis viajes me llevaron a Ibiza, España, donde pasé un tiempo fotografiando el paisaje intenso y agreste de la isla. Entonces, sucedió lo impensable. Todo mi equipo fue robado justo a mi lado», lamenta Patrick Biller en el citado artículo, en el que aporta una serie de claves para que otras personas, al sufrir este tipo de hurtos, no pasen por lo mismo que él. Y es que el canadiense se dio cuenta, con este hurto, que su seguro cubría este tipo de situaciones fuera de su país.
Tras el incidente, no tardó en ir a interponer una denuncia ante la policía y, por otro lado, cancelar sus tarjetas de crédito y débito. De todos modos, el ladrón tuvo tiempo para gastar dinero en pagar un taxi para irse de la zona del puerto. Biller cuenta que ni los taxis de Ibiza ni la cafetería en la que estuvo tenían cámaras de seguridad, por lo que se hacía imposible identificar al individuo.
En la comisaría se dio cuenta del problema con su seguro: «Aquí es donde comencé a revisar mi póliza de seguro para ver qué estaba cubierto y, para mi sorpresa, esto no estaba protegido. El seguro que tengo para mi equipo en Canadá no es el mismo que tengo cuando estoy fuera de Canadá (…) Esto fue un shock total», añade en el artículo.
En el texto también cuenta que, según los policías con los que habló, este tipo de robos ocurren a diario. Al parecer, los ladrones trabajan en grupo y buscan a aquellos turistas que parecen tener artículos caros. Les siguen y esperan el momento perfecto para llevar a cabo el hurto. Según el relato de los hechos, la policía también le explicó a Biller que los hurtadores suelen abandonar los artículos rastreables, tales como ordenadores portátiles, iPads o auriculares. Por lo que el fotógrafo no pudo hacer nada por localizar a sus verdugos.
Afortunadamente, un turista británico se puso en contacto con él a través de la red social Instagram tras encontrar su pasaporte en un vehículo alquilado.
Además de todos estos inconvenientes, el canadiense asegura que perdió, al menos, otros 15.000 dólares por todas las sesiones de fotografía que tuvo que cancelar tras su viaje en Ibiza, ya que al volver a su país no contaba con su equipo y no podía trabajar.