Debía viajar a Ibiza a una despedida de soltero, pero la fiesta empezó mucho antes de ni siquiera sacar la tarjeta de embarque hacia la isla. Gavin Goodfellow, de 26 años, estaba tan borracho ya en la cafetería del aeropuerto de Belfast, en Irlanda del Norte, que se caía de la silla y molestaba al resto de pasajeros, según la prensa irlandesa. Los hechos, que sucedieron el pasado 22 de junio, han acabado ante la justicia del país, pero con una sentencia muy suave, según el propio juez, ante la escasa posibilidad de reincidencia.
Su comportamiento ebrio provocó la intervención de la policía, que recomendaron al joven que se fuera a casa y volviera a reservar un vuelo cuando estuviera en condiciones. No fue fácil, Goodfellow intentó repetidamente acceder al vuelo del que le habían prohibido el acceso por su estado de embriaguez. La cosa escaló cuando decidió orinar en la puerta del aeródromo, a reírse de la policía que le pedía que parara y a exhibir sus genitales ante un miembro femenino del cuerpo policial. Ahora, tras el juicio, el acusado, que gozaba de un expediente sin mácula hasta que la misma idea de un viaje a Ibiza se cruzó por su mente, ha sido condenado a 100 horas de servicio comunitario.