Reconvertir un destino turístico maduro no es algo fácil ni rápido; y si las cosas no se hacen bien, puede terminar en fracaso. Desde luego, no depende únicamente de lo que los gobernantes quieran o no quieran, ni de lo que consideren conveniente para esa zona. Se requiere un plan a corto, medio y largo plazo; determinación en llevarlo a cabo; y principalmente y, sobre todo, implicación de los agentes sociales (empresarios, sindicatos, asociaciones vecinales) y colaboración público privada.
Se podrían citar multitud de zonas problemáticas en Baleares que no han logrado transformarse, fundamentalmente porque faltaba alguno o alguno de los elementos requeridos que antes he citado. Pero también hay barrios enteros que son ejemplo de reconversión. Sa Llonja, en Palma, es un ejemplo de un barrio de locales de copa y de ocio nocturno profundamente degradado, que con los años se ha regenerado como una zona de hoteles boutique, bares y restaurantes.
Inicialmente, los empresarios de pubs y bares de copas se resistieron a los cambios. Primero sólo secundaron la idea unos pocos visionarios, convencidos de que había que modernizarse o acabarían sucumbiendo. Esos pocos animaron a otros, hasta que al final todos –o la inmensa mayoría– transformaron sus negocios. Y si ahora les preguntásemos, nos responderían que bendita la hora. Actualmente, regentan establecimientos rentables y prósperos, en un barrio en el que la gente disfruta de pasear, sin problemas importantes de orden público ni de desfase.
En Sant Antoni de Portmany, el Ayuntamiento impulsa la transformación del modelo turístico del West End, un barrio con exceso de oferta de bares y pubs nocturnos, plazas hoteleras de baja categoría y conflictividad vecinal entre turistas y residentes. En los últimos años han cerrado unos sesenta locales, pero el consistorio que preside el alcalde Marcos Serra quiere otorgar ayudas a aquellos establecimientos de ocio nocturno que renuncien a su licencia musical y se transformen en restaurantes o comercios.
El cambio en Sant Antoni hace años que comenzó y es perceptible a simple vista. Muchos empresarios han apostado por mejorar sus negocios y eso atrae un turismo distinto, alejado de los excesos etílicos, que es capaz de disfrutar de un lugar idílico y bellísimo como es la Bahía de Portmany.
Claro que hay problemas en los que es preciso trabajar, pero la colaboración entre el sector privado y la Administración es determinante para mejorar un destino turístico como Sant Antoni, que requiere la aportación de todos y donde nadie sobra.
Equilibrio, diálogo, colaboración y determinación. Este es el camino.
Si.
Eso y cerrar Ibiza Rocks- Ocean Beach club.
Fuente y raíz de toda la basura que deambula por el pueblo.