Este verano se han realizado inspecciones laborales sorpresa en Baleares. En sus resultados se aprecian datos de economía sumergida en forma de contratos que esconden jornadas superiores, trabajadores sin alta en la seguridad social, y resto de situaciones que buscan evitar pagar tributos.
Aunque se suele culpar a las grandes empresas de estas prácticas, y por ende ser parte del problema financiero del país, lo cierto parece ser que los que más necesitan de este método desesperado son las pequeñas empresas y economías menores.
El estudio porcentual de la economía sumergida en España se calcula aproximadamente entre un 11% y un 17% del PIB. Casualmente, su valor estimado está en relación directa a la tasa oficial de desempleo del 12,6%, que recordemos, no incluye a fijos discontinuos ni a desempleados realizando un curso de formación, porque si se contase al conjunto de estas personas paradas, el valor real de dicha tasa fácilmente alcanzaría un 16% de desempleo. Por lo tanto, podríamos decir que la economía sumergida es una consecuencia de la pobreza y no su causa.
Ahora, dejando en claro que las condiciones de precariedad laboral son indiscutiblemente injustas, y que las lesiones a los contratos laborales un delito, pienso que, sin recurrir a este tipo de economía paralela, el país corre riesgo de frenarse en seco. Todos sabemos que este sector poblacional no se queda en casa sin producir cobrando “el paro”, sino que se encarga de aumentar su renta de la forma que sea, incluso aceptando trabajos que no pasan por hacienda.
En mi opinión, son nuestros ineficientes gobernantes quienes provocan que las pequeñas economías se busquen la vida para sobrevivir, y todos sabemos eso, incluidos J. L. Rodríguez Zapatero, M. Rajoy y Pedro Sánchez, ya que, con los malos datos económicos de España -cronificados por décadas- sumados al alto esfuerzo fiscal al que somos sometidos empresas y particulares, en cierto modo, esta economía paralela sostiene el pan de cada día a millones de personas. No creo que sea una elección grata evitar responsabilidades públicas, sino que es una penosa necesidad popular para mantener “el estado de bienestar”.
Una vez conocí una frase que decía: «no mires al asesino, mira al muerto». Creo entender en esta frase que las cosas suceden por algo. Por lo tanto, miremos al Estado como promotor de dicha alternativa económica, porque es quien provoca la pobreza general y que aparezcan estas prácticas de tercer mundo. Exijámosle calidad de administración, riqueza, y un futuro creíble, para que los que trabajan y dan trabajo no tengan que recurrir a este método para alcanzar una renta aceptable.
¿Serían viables estas pequeñas empresas y particulares si no trabajasen en forma sumergida? Supongo que si no lo hicieran, España cierra en un mes.
Excelente artículo que retrata la situación de parte del empleo y este razonamiento de subsistencia podría sonar hasta lógico si puedo facturar más sin pagar impuestos a por ello ; no porqué no se quiera pagar impuestos si es que son tan altos comparado con otros países que las pequeñas empresas y particulares optan por evadirlos de alguna manera