Hace unas semanas tuvo lugar en el Centro Cultural de Jesús el Foro Turismo Ibiza 2022. En el transcurso del encuentro, Óscar Perelli, director del área de estudios e investigaciones de la Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur), lamentó la deficiente financiación de Ibiza ya que, pese a la intensa actividad económica que genera la industria turística, esta no revierte adecuadamente en las arcas públicas de las instituciones de la isla. Este es un problema que se arrastra desde hace tiempo y sobre el que nadie parece tener una solución; de hecho ningún partido político lo cita como problema, lo cual ya es revelador de la indolencia existente entre nuestros gobernantes.
«No puede ser que el turista se gaste mucho dinero en el alojamiento y, al asomarse por la ventana, tenga que ver el ambiente degradado de Platja d’en Bossa», denunció Perelli. Y añadió: «La inversión pública debe acompañar a la privada».
En efecto, las empresas hacen importantes esfuerzos en modernizar su actividad e instalaciones, reinvirtiendo cuantiosos recursos económicos para adaptarse a las demandas de sus clientes y también a la exigente normativa de todo tipo; e incluso ir más allá en materia de ahorro energético y reducción de residuos, sin que las distintas administraciones hagan lo propio para estar al nivel alcanzado por las empresas turísticas.
Además, tampoco se muestran permeables a modificar la normativa para que se puedan llevar a cabo obras de mejora y reforma con más agilidad y sin los retrasos vergonzosos que arrastran los ayuntamientos en la concesión de licencias. Y ni siquiera son capaces de tomar decisiones con celeridad para solucionar problemas más que previsibles, como la escasez de taxis durante la temporada alta, debido a una oferta incapaz de atender la demanda.
Todo lo anterior lastra la imagen turística y la competitividad de las empresas dedicadas al turismo, lo que acaba afectando a todo el sector servicios en general. Por más que algunos se sientan orgullosos y crean que las cosas no se pueden hacer mejor, hay numerosos aspectos que deberían mejorar si no queremos que la competencia acabe comiéndose nuestro pedazo del pastel.
Como se ha visto recientemente en la World Travel Market de Londres, destinos competidores de Ibiza y de Baleares en el Mediterráneo, como Turquía, Egipto, Croacia y Grecia, entre otros, se preparan para sacar provecho de nuestras debilidades, que a menudo no son pasajeras ni coyunturales, sino que comienzan a ser crónicas y persistentes.
Por ello, además de tratar de ponerles remedio cuanto antes, trabajando coordinadamente empresas y Administraciones Públicas, es preciso mejorar la agilidad en la toma de decisiones ante los problemas que se vayan detectando, sin esperar que adquieran mayor dimensión.
Y además es necesario sacudirse los complejos que algunos parecen tener y sacar provecho de nuestras fortalezas. Nuestro patrimonio natural, la gastronomía, los deportes náuticos, son atractivos muy potentes de los que hay que presumir y estar orgullosos; así como el ocio que ofrecen numerosos establecimientos especializados, un valor capaz de atraer miles de visitantes de alto poder adquisitivo.
Renunciar a exhibir este potencial que sólo Ibiza tiene y por el que tantísima gente viene a la isla, en lugar de ir a otros destinos que no pueden ni compararse remotamente con nosotros en cuanto al ocio y la diversión, es una torpeza que Ibiza no se puede permitir.