Su carrera fue muy breve pero su legado llega hasta nuestros días. El arquitecto, diseñador y pedagogo Josep Torres Clavé murió en un bombardeo el 12 de enero de 1939 cuando solo tenía 33 años mientras cavaba trincheras en el frente de Lérida durante la Guerra Civil Española.
Su nombre ha quedado ligado para siempre al de Ibiza, ya que una de sus creaciones más celebradas es la Silla Torres Clavé, que es un homenaje a la sillería tradicional ibicenca.
Con un diseño impecable, que todavía hoy levanta pasiones entre los interioristas y diseñadores, esta silla reeditada por Mobles 114 tiene un precio de más de 2.500 euros.
Las originales forman parte de colecciones privadas y de museos como el Museu del Disseny de Barcelona o el Museo Reina Sofía. La pieza de este último [bajo estas líneas], fue donada en 2017 por el abogado Adolfo Autric quien, junto a Rosario Tamayo, forman una pareja de mecenas que han cedido parte de sus colecciones al Museo Nacional de Artes Decorativas y al ya citado Museo Reina Sofía.
Pero ¿por qué este arquitecto se inspiró en la silla ibicenca para crear esta pieza? Miembro fundador del GATCPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) Torres Clavé viajó a Ibiza varias veces en los años 30 del siglo pasado en compañía de otro de los arquitectos fundadores del grupo, que además erigió varias viviendas en Ibiza: Josep Lluís Sert.
No es nada raro que tanto Torres Clavé como aquellos arquitectos que descubrieron aquella isla virgen se enamoraran de la silla ibicenca. Tan sencilla como práctica, tan elegante como funcional, la silla ibicenca está incluida entre las 101 sillas más emblemáticas de la historia.
Inspirándose en ella, Torres Clavé creó esta butaca para amueblar el Pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París del año 1937, de modo que acompañó al Guernica de Pablo Picasso durante la exposición parisina.
La estructura del sillón es de madera, mientras que el asiento y el respaldo están tejidos a mano con cuerda de fibras naturales.
Por su carácter formal «es especialmente adecuada para ámbitos de hotelería, recepción o salas de estar y zonas de lectura en bibliotecas y otros espacios singulares. Es, además, una butaca particularmente cálida y natural para la decoración de interiores del hogar», subrayan desde Mobles114 que la reeditó en 1987.
Fuerte vínculo con Ibiza
La vinculación del arquitecto con Ibiza fue muy fuerte y, como prueba de ello, dedicó la portada de la revista que él dirigía, AC (AC. Documentos de Actividad Contemporánea) y un amplio reportaje interior a la arquitectura de la isla de Ibiza. Los textos son nada menos que de Raoul Hausmann y Erwin Heilbronner (que cambió su apellido posteriormente a Broner y fue fundador del Grupo Ibiza 59 y autor de la Casa Broner de Sa Penya, entre otras).
«En su corta carrera como diseñador dejó una impronta contundente. Diseñó sillas, mesas y lámparas, entre otras piezas de mobiliario», subrayan desde Mobles 114.
Con Sert y con Joan Baptista Subirana proyectó algunas de las obras más importantes del racionalismo catalán, como la Ciudad de Reposo y Vacaciones de Castelldefels (1932) o el Dispensario General Antituberculoso en la ciudad de Barcelona (1936).
Nacido en el seno de una familia acomodada, fundadora de la empresa Fomento de Obras y Construcciones, Torres Clavé se quedó huérfano de padre a los ocho años y fue su tío, el también arquitecto Jaume Torres Grau quien se preocupó de su educación e influyó en que se decantara por la arquitectura.
Era no solo un gran arquitecto sino un magnífico dibujante y pintor.
Creó el SAC (Sindicat d’Arquitectes de Catalunya) y fue miembro también del Comité de la Comisión Mixta y Control de la Propiedad Urbana. En otoño del 1938 fue movilizado a filas y falleció unos meses después en un bombardeo.