La posibilidad de que Baleares active alguna forma de restricción de la compra de viviendas a ciudadanos extranjeros ha saltado ya a los medios internacionales.
Hoy el medio británico The Guardian dedica un amplio artículo a explica esta medida, similar a la que Trudeau ha puesto en marcha en Canadá Los funcionarios señalan una política similar en Canadá.
«Los altos precios expulsan a la población local», escribe el medio en relación a la causa principal de esta medida. «Los precios altísimos en Mallorca, Menorca e Ibiza expulsan a la población local y crean pueblos fantasmas de viviendas vacías», relata The Guardian.
Recuerda que en Canadá se ha dictaminado «una prohibición de dos años sobre la compra de propiedades por parte de no residentes, con excepciones para inmigrantes y residentes legales».
Hacen referencia a declaraciones tanto de la presidenta Francina Armengol como del vicepresidente Juan Pedro Yllanes, al respecto como: “debemos seguir el ejemplo de Canadá” o “Muchos ciudadanos europeos y de otros países pueden pagar propiedades a precios que son imposibles para los ciudadanos de estas islas”.
Aunque una medida así podría ir contra el principio europeo de libre circulación, The Guardian recuerda que existen precedentes, como los Alpes austríacos, «donde la UE ha reconocido áreas de importancia cultural o belleza natural que deben protegerse de una presión externa excesiva”.
Otro precedente son las Islas Aland en Finlandia, donde existen límites para la compra de segundas viviendas. En Croacia, los ciudadanos de la UE deben ser residentes durante 10 años antes de poder comprar tierras agrícolas.
El medio recuerda que Formentera y Mallorca albergan las viviendas más caras de España.
Según la oficina nacional de estadística, los compradores extranjeros representaron el 38,95% de las compras en Baleares en 2022, frente a una media nacional del 12,61%, apunta The Guardian.
La autoridad local ha duplicado el impuesto municipal sobre las propiedades vacías, pero es poco probable que tenga un gran impacto en sus ricos propietarios.
Como los residentes locales son expulsados y las casas quedan vacías durante gran parte del año, hay menos costumbre de bares y restaurantes. Los hoteleros y restauradores también se quejan de que les cuesta atraer personal del continente porque los alquileres son demasiado altos. En Deià hay el doble de apartamentos turísticos que de alquiler.