El Informe Mar Balear 2022 ha recopilado información actualizada sobre diferentes indicadores de cambio global como pueden ser el nivel del mar, la temperatura del agua o la del aire sobre el mar; las presiones náuticas y humanas y turísticas; y la respuesta que se da como sociedad a estas presiones.
Este verano las aguas baleares han llegado a los 33,3 °C, la mayor temperatura registrada hasta el momento. También se ha medido la mayor temperatura promedio superficial del mar balear: 29,2 °C. La temperatura del aire sobre tierra ha mostrado un incremento de 0,25 °C por década entre 1979 y 2021, casi un 40% superior a la media global. Mientras que la temperatura superficial del agua ha aumentado a un ritmo todavía mayor: 0,36 °C por década en cuarenta años. Con respecto a la temperatura del aire y su relación con la temperatura del mar, el Informe Mar Balear 2022 emplea datos hasta agosto de este año y destaca el singular comportamiento de las temperaturas del verano. Esta singularidad continuaría, después, hasta acabar 2022. A lo largo del año 2022 se han detectado 5 olas de calor marinas, entre los meses de mayo y diciembre.
Este aumento de la temperatura tiene graves consecuencias sobre los ecosistemas marinos y su funcionamiento y puede repercutir en la economía y condiciones de vida humana. También afecta otros procesos y es una de las causas de la subida del nivel del mar, que se prevé que pueda aumentar entre 55 y 77 cm a final de siglo y entre 87 y 129 cm en 2150, lo que supondría un retroceso de las playas de Baleares de entre 7 y 50 metros. De hecho, la subida del nivel del mar en el Mediterráneo occidental se ha acelerado en las últimas décadas: ha aumentado 1,32 mm/año los últimos 136 años (con un incremento acumulado de 17,9 cm durante este periodo); mientras que los últimos 41 años el aumento ha sido de 2,91 mm/año; y los últimos 28, de 3,08 mm/año.
Mientras el mar y el aire se calientan la presión turística sigue aumentando. El año 2022, el Indicador de Presión Humana (IPH) ha logrado récords en las islas de Mallorca y Menorca. Y todo apunta a que 2022 será el año con un mayor número de visitantes. El mes de septiembre de 2022 ya se habían superado los 14,3 millones de turistas.
La presión náutica también ha seguido aumentando las últimas décadas: 30 años de datos de escalas de buques en los 5 puertos principales de las Islas Baleares muestran: un aumento del 56% entre 1992 y 2019, una disminución del 42% entre 2019 y 2020 derivada de la crisis sanitaria y una recuperación del 30% en 2021 (logrando valores similares a los del 2017).
Las Pitiusas tienen un volumen de navegación 10 veces superior al resto de las Islas a causa del gran número de ferris y de transporte de carga horizontal que conectan Ibiza y Formentera. Alrededor de estas Islas también se ha medido el ruido submarino, el cual se triplica durante el verano, atribuido principalmente a los desplazamientos de la flota recreativa y a una mayor cantidad de ferris que conectan ambas islas.
Para hacer frente a las presiones ejercidas sobre el medio marino, hay varias acciones encaminadas a intentar reducirlas. La recogida de residuos flotantes en el mar desde embarcaciones, el Servicio de Vigilancia Posidonia o la ciencia ciudadana marina son algunos ejemplos de estas respuestas que damos como sociedad.
El año 2022 se han recogido 20 toneladas de residuos marinos con 22 embarcaciones, 17 toneladas menos que en 2021 por falta de patrones. En 2022 se registra el número más grande de actuaciones del Servicio de Vigilancia Posidonia de todos los años: 202.732, un 28,7% más que en 2021.
En 2022 se han movido el 11% de las embarcaciones comprobadas, un 6% menos que en 2018, pero un 6% más que en 2021. La ciencia ciudadana marina combina ciencia y sociedad. Por un lado, la sociedad aporta datos relevantes para la ciencia y, por el otro, la ciencia se acerca a la sociedad y ayuda a sensibilizar sobre problemas de conservación marina.
En los últimos años la ciencia ciudadana se está consolidando en las Islas Baleares. Las tres principales plataformas de ciencia ciudadana de las Islas (Observadores de Mar, DAPERA y Biodibal) muestran como cada vez más ciudadanos se implican en aportar datos útiles para la ciencia y, de hecho, las áreas marinas protegidas son las zonas donde se localizan casi la mitad de estas observaciones.