Timbres desconectados para que los ancianos no molesten por las noches, cambios de pañal insuficientes o hechos de manera colectiva en una sala sin intimidad, falta de hidratación, pautas de toma de medicamentos inexistentes o confusión con las dosis, apabullante falta de personal, práctica inexistencia de actividades complementarias…
Un total de 135 personas, entre usuarios, familiares y allegados, han firmado un documento remitido al director general d’Atenció a la Dependència, a la conselleria d’Afers Socials i Esports y al Govern de les Illes Balears en el que exigen una solución urgente al drama humano, social y sanitario que están viviendo los usuarios de la residencia de ancianos dependientes Sa Residència Colisée de Ibiza. Por su parte, el Govern balear ha dado ya respuesta a estos familiares, según indicaron en un comunicado remitido ayer tras la publicación en exclusiva por parte de NouDiari de las quejas de estas familias. El Consell Insular está a la espera de los resultados de una inspección llevada a cabo la semana pasada y, por su parte, el Govern recuerda que las competencias del caso corresponden a la institución pitiusa, al tiempo que anuncia que la empresa ha presentado ya un plan de enmienda de la situación.
En el escrito de más de siete páginas —al que ha tenido acceso este medio— los firmantes detallan pormenorizadamente todas las incidencias y hechos ocurridos que les han llevado a tomar la decisión de denunciarlo el pasado 16 de enero ante las autoridades competentes. Además, a Noudiari le consta que se han interpuesto denuncias a este respecto de manera individual en la Oficina de Atención a la Dependencia de Ibiza.
Los denunciantes exigen a la conselleria d’Afers Socials i Esports que ejerza “de manera urgente” exhaustivas auditorías técnicas en todos los aspectos denunciados, además de una inspección de la acreditación de la formación de los trabajadores al cargo del cuidado y manejo directo de los residentes.
También reclaman que el Servei de Salut de les Illes Balears pueda realizar una auditoría de los historiales clínicos de los residentes, actualizando pautas de medicación y directrices de cuidado y rehabilitación.
Por último reclaman que se intervenga y diriman responsabilidades «con el fin de garantizar que la situación actual no vuelva a producirse».
Denuncias demoledoras
La denuncia comienza alertando de algo tan preocupante como que a los ancianos “no se les realiza un seguimiento de sus enfermedades”. “La sintomatología o señales de alerta […] son banalizados, subestimados e incluso no atendidos”, explican y denuncian que son los familiares “quienes alertan de estos síntomas”.
Sin embargo, a pesar de la insistencia de familiares, “la respuesta del personal del centro es limitada y tardía. Incluso se ha llegado a disuadir y entorpecer la respuesta de realización de pruebas diagnósticas o derivación a urgencias tras ser solicitada por algún familiar”.
Esto ha ocasionado “hospitalizaciones tardías de estos residentes, algunas potencialmente evitables, en situaciones de gravedad amenazante para sus vidas y con serias secuelas”, aseguran.
Los residentes, a partir del momento de su ingreso en la residencia, “son desarraigados de sus equipos de atención primaria habituales […] en algunos casos sin el consentimiento de la familia”, relatan en la denuncia de los hechos.
A este respecto, indican que el centro argumenta hacerlo por la comodidad de aglutinar todas las tarjetas sanitarias en la misma farmacia de Jesús. A consecuencia de ello, hay pacientes que “quedan en un limbo para el sistema público de salud, viendo limitada la entrada a la atención sanitaria pública vía las urgencias del hospital de agudos”.
Sin pautas de administración de medicación
Tal y como ha avanzado Noudiari este sábado: “los errores en las pautas de medicación son frecuentes y de diversa índole”.
Afirman en este sentido que hay residentes que ingieren medicamentos en cantidades superiores o inferiores a las pautadas y por períodos prolongados cuando éstos han sido pautados solo durante un periodo puntual, “ocasionando serios efectos adversos como hemorragias gastrointestinales”.
Añaden, además, que se ha llegado a dejar de proveer medicación básica para la supervivencia, como en el caso de cardiopatías, durante días y sin supervisión.
También alertan de la modificación de los tratamientos pautados por los especialistas “sin previo aviso ni justificación a los familiares”.
“No se supervisa si los residentes toman, o no, su medicación, o la del vecino, porque ésta se deposita encima de la mesa que comparten varios”, advierten.
Otro problema es que las tomas de medicación se dan con pauta de desayuno-comida-cena, con independencia de la diferencia horaria entre estas comidas y sin tener en cuenta que algunos medicamentos deben administrarse cada 8 horas o incluso cuatro veces al día, cosa que ni se contempla.
Abuso de la sujeción física
Los familiares han detectado, según se extrae el escrito, que no se realizan cambios posturales y no se efectúa de forma correcta la transferencia de cama a silla/sillón o viceversa. Tampoco se manejan adecuadamente, según la denuncia, las extremidades de las personas inmovilizadas en estos procesos, “hecho que ha ocasionado serias lesiones de diversa índole y gravedad en residentes muy frágiles”.
“Se abusa, fuera de toda norma y justificación, de la sujeción física y farmacológica”, añaden. E incluso afirman que se coacciona a las familias para que den su consentimiento “basando sus argumentos en el fomento del miedo de las familias a las caídas”.
Otro de los problemas de los que ya se hacía eco Noudiari es “la ausencia de un protocolo de hidratación, por lo que los residentes sufren una insuficiente ingesta de líquidos”.
Timbres desconectados
En el escrito aseveran realidades tan graves como que “se desconectan los timbres de llamada de las habitaciones para que los residentes no molesten por las noches solicitando ayuda para ir al baño aplicándoles, a su vez, sujeción a las camas para que no se puedan levantar”.
Indican que se fomenta la incontinencia en los residentes ya que, ante la solicitud de ayuda para ir al baño, con frecuencia se les responde que se lo hagan encima, “que para eso llevan pañal”.
Por si todo esto fuera poco, la frecuencia de los cambios de pañal es insuficiente. “Se han dado casos de utilización de doble pañal”, algo completamente prohibido porque impide que la zona púbica y genital esté aireada.
“Se ignora la necesidad de realizar un cambio de pañal cuando éste es necesario porque el residente haya podido defecar, a la espera de que sea la hora o turno de realizar cuatro cambios de pañal en la zona, o bajo el pretexto de que ya vendrá el familiar en un rato a cambiarle”, relatan.
Todo esto tiene consecuencias: “Los familiares observamos una alta incidencia de infecciones de orina, frecuentes y recurrentes en muchos de los residentes; con frecuencia los familiares manifestamos el hedor a orín que hay en alguna sala de uso común para residentes”.
Cambio de pañales en modo colectivo, sin intimidad.
“A la habitual falta de higiene de los residentes dependientes hay que sumarle el irrespetuoso trato a los mismos proporcionándoles dicha higiene: es frecuente que se produzcan cambios de pañal a modo “colectivo” en una sala común […] presenciando unos como se le cambia el pañal a otro/a residente, incluso con independencia de su sexo, sin intimidad alguna”.
El escrito, pormenorizado, explica que incluso se usa el mismo cepillo para peinarles a todos, obviando el uso de productos específicos pautados por circunstancias como pieles atópicas. Esto ocasiona “exceso de episodios de dermatitis, irritaciones de diversa índole, descamación y picores que generan disconfort agravando la irritabilidad en personas con demencias”.
Pocas actividades y estímulos
Las actividades de rehabilitación, movilización y mantenimiento están reducidas a mínimos y son inexistentes para algunos de los residentes; la atención psicológica es igualmente inexistente y los talleres de estimulación cognitiva han disminuido hasta desaparecer la mayor parte de los días de la semana.
Todos estos problemas tienen un origen común, según las quejas: “Una apabullante falta de personal para poder atender adecuadamente a los residentes, de todos los perfiles profesionales. Ha habido turnos en las últimas semanas con una única cuidadora o cuidador para toda una zona”.
Una excesiva rotación del personal, “que imposibilita crear lazos afectivos y de confianza necesarios para el bienestar de los residentes” es otra de las reclamaciones.
“Los pocos trabajadores que son eficientes y permanecen en el centro, están sobrepasados e incluso expresan a las familias sentirse avergonzados por la situación”, aseguran los afectados.
Insuficiente y tardío mantenimiento de las instalaciones o falta de limpieza son otras de las quejas que aparece en el escrito.
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