En su nuevo libro, el poeta Ben Clark (Eivissa, 1984) dialoga con sus demonios interiores y con las voces de los amigos que ya no están. Escritos desde una claridad que esconde mucho más de lo que vemos a primera vista, sus poemas recuperan vivencias e imágenes de su Ibiza natal y, con ello, crea literatura universal. Ahora inicia una extensa gira poética para presentar Demonios, publicado por la editorial mallorquina Sloper. Es ya el cuarto título con este sello después de La Fiera (2013), Los Últimos Perros de Shackleton (2016) y Arministicio (2019) y su nuevo título tras ¿Y por qué no lo hacemos en el suelo? de Espasa, editado en el fatídico 2020.
Demonios es, además, el libro número 13 de su fecunda trayectoria poética. Un número que le va como anillo al dedo a este libro de presencias, ausencias, algo de magia y un toque de superstición.
¿Quiénes son estos Demonios?
No son necesariamente demonios malignos, son como espíritus, presencias… es el daimon griego que interviene en nuestra suerte, son las criaturas que controlan de alguna manera nuestro destino.
En el libro hay varios poemas que hablan de la suerte, en uno de ellos, titulado precisamente A escribir de otra suerte. Repasas, en suma, distintos momentos de tu vida donde la suerte o la casualidad ha tenido mucha importancia. ¿Te consideras un tipo con suerte?
Desde luego. Creo que he tenido mucha suerte en muchísimos aspectos, pero eso no evita, por desgracia, cierta tristeza o melancolía. El título de ese poema es una cita de la segunda parte del Quijote. El poema habla un poco de enfrentarse de manera quijotesca a las adversidades, confiando en la buena fortuna, pero concluye que la suerte no existe para nadie que no haya sido amado mientras ama. Es decir, el amor es más importante que la buena fortuna.
Como sucede en tus libros anteriores, Ibiza tiene mucha presencia en Demonios…
Sí, Ibiza y el Mediterráneo son presencias constantes en mis poemas, diría que casi inevitables. En este libro hay varios poemas que hablan directamente de Ibiza y de la cultura ibicenca, como el poema Poetas de Ibiza, dedicado a Manel Marí, donde trazo una línea entre el poeta al-Sabini, Marià Villangómez y Manel Marí, jugando con el poema Los vasos de al-Sabini. Es un poema que me gusta mucho y que envié a la revista Eivissa para el número en homenaje a Manel, pero no fue aceptado. Una lástima. En cualquier caso, ahora llegará a muchas personas, espero. En otro poema hablo de una costumbre ibicenca muy hermosa, la de “passar el missatge”. Me gusta llevar la cultura de Ibiza a los sitios donde leo, es una manera de recordar que en Ibiza no solamente hay playas y fiesta.
En la portada del libro vemos un “pequeño demonio”, un niño con la cara y el cuerpo pintados que nos mira fijamente, ¿eres tú?
Sí, soy yo, o era yo. No sé si queda algo de ese niño ya. Es una foto que hizo mi madre y tengo la cara y el pecho pintados con símbolos extraños. Un símbolo en el pecho podría ser, quizá, mis iniciales combinadas. No sé. Me pintó la madre de Erik, mi amigo de la infancia que se quitó la vida a los diecinueve años y que protagoniza mi poema Omenaje a Erik, un poema que me piden mucho en las lecturas, de modo que Erik está también presente, de algún modo, en esa foto. La verdad es que es una foto que me da un poco de miedo, ese niño que mira fijamente… ¿sabía todo lo que iba a pasar en el futuro?
Hay también muchas referencias a la tecnología: Google Maps o la inteligencia artificial del ChatGPT, ¿hay poesía en los algoritmos?
Hay poesía en los algoritmos, sin duda. Y hay poesía en las cosas que nos permite hacer la tecnología actual y que eran impensables hace unos años. Por ejemplo, Google Maps: el poema Padre busca su casa en Google Maps parte de una anécdota real: el intento infructuoso de encontrar, con mi padre, la casa de su infancia en Google Maps. Los resultados de la aplicación se funden con la memoria y con la emoción, los ceros y los unos acaban siendo las lágrimas de un padre frente a la imagen de una calle que no ha visto en setenta años.
Inicia ahora la “gira demoníaca”, ¿tiene previstas muchas presentaciones?
De momento tengo cerradas veinticinco lecturas que me llevarán por toda la península y a Ibiza y a Mallorca. Al final me he dado cuenta de que es lo que más disfruto de los libros: poder compartir las lecturas con gente en librerías y en otros espacios. Escribir poemas es un trabajo muy solitario, y poder salir a compartir esos textos con gente que luego te cuenta qué le ha parecido o qué ha sentido es maravilloso.
¿Cuándo viene a Ibiza?
Vendré el 2 de mayo y presentaré el libro en Sant Jordi, gracias a su maravillosa biblioteca. Tengo muchas ganas de leer los “poemas ibicencos” en mi isla.