El choque de estilos entre el fútbol directo de la UD Ibiza y el juego de combinación del Mirandés ha terminado en tablas, 2-2, gracias a la actuación de Fuzato, que, con sus paradas, ha sido con diferencia el mejor de los suyos y el artífice de la consecución de un punto con hasta siete claras intervenciones de gol que ha desbaratado y que han mantenido su equipo a flote cuando estaba contra las cuerdas y aturdido.
El Ibiza se puso por delante en el marcador a los dos minutos de juego gracias a un regalo de la zaga local que Herrera aprovechó con un certero tiro lejano que se coló pegado al palo izquierdo del meta. El gol trastocó lo planes de los de casa, que, sin embargo, no se desnortaron y siguieron fieles a su estilo.
Fútbol raso, balón al pie y centros entre líneas tenían descolocado al grupo de Lucas Alcaraz, que se mantuvo firme atrás y que pudo marcar el segundo por mediación de Juliš, que chutó alto, y tuvo, incluso, otra de muy clara en las botas de Herrera que el ariete marró ante el meta. Todo esto en apenas 15 minutos. El partido prometía, y la primera parte fue buena y vistosa.
La presión alta del Ibiza, más valiente que de costumbre, daba sus frutos, hasta que el Mirandés empezó a mover el cuero con velocidad, imprimió una marcha más a la circulación y empezó a crear peligro. Obligó al Ibiza a echarse atrás y puso a prueba a Fuzato, que tuvo un par de intervenciones providenciales para mantener a los suyos por delante hasta que, un fallo en cadena de la defensa insular dio pie al tanto del empate, obra de Raúl que, en el minuto 41, batía por bajo al meta visitante.
La segunda parte arrancó con un disparo del Mirandés a la cepa del palo derecho de Fuzato que estuvo a punto de desequilibrar la balanza y un tanto anulado por fuera de juego a Ekain. Nadie daba su brazo a torcer, pero los de casa eran más incisivos y Salinas estuvo a punto de batir de nuevo al portero del grupo insular, que desvió a córner y después, en el saque de esquina, volvió a salvar a su equipo de la quema con su séptima parada decisiva.
Fuzato mantenía a flote al Ibiza, que no tenía recursos para frenar el juego aseado y laborioso del bloque de Joseba Etxeberria, que poco a poco se hizo con el control total y absoluto del encuentro ante un rival que prescindía del centro del campo para atacar y que, a la hora de defender, no era capaz de poner coto al dominio arrollador de su adversario.
El cuadro insular se deshinchaba, pero a la contra seguía llegando con cierto peligro siempre que Herrera conseguía encarar y correr con metros por delante. Se agarraba el Ibiza al partido como podía, pero el campo parecía inclinado hacia su portería. Pese a la dificultad, a la adversidad y a la superioridad local, el Ibiza no renunciaba a nada y no era ese equipo temeroso de otras veces lejos de Can Misses.
Tras otra acción milagrosa de Fuzato, el Ibiza tuvo la suya a la contra. Tras un rechace y un pase, el cuero cayó en las botas de Diop que, desde la distancia, marcó el segundo para su equipo con un misil a la escuadra ante el que nada pudo hacer el meta local. Go-la-zo. Pero el final no estaba escrito, y en el 93, y en la enésima oportunidad de los de casa, Barbu lograba lo que parecía imposible, batir de nuevo a Fuzato, para poner el 2 a 2 definitivo en el marcador.
Tras este punto, el Ibiza se queda a nueve de la salvación cuando restan tan solo ocho jornadas para que concluya la competición. La permanencia sigue lejos, pero con Fuzato bajo palos, todo es posible.