Miles de personas se han congregado en Dalt Vila y La Marina para seguir la procesión del Viernes Santo en Ibiza, que, como de costumbre, ha empezado en la plaza de la Catedral, abarrotada de lado a lado, y ha marchado con paso firme y solemne por las empinadas calles de la ciudad amurallada. Numerosos turistas se han unido a la celebración sin saber muy bien a lo que estaban asistiendo, como el caso de un grupo de jóvenes hindúes a quienes la gente de la isla les ha explicado en qué consistía la ceremonia después de que preguntaran, extrañados, qué estaba sucediendo.
Las hermandades del municipio han desfilado agrupadas un año más por el casco antiguo, con las imágenes a hombros de los cofrades de los distintos templos, quienes han sorteado con tino y sin imprevistos las sinuosas y estrechas calles del principio del trayecto. A lo largo de todo el itinerario no cabía un alfiler, y ver la procesión desde primera fila ha sido un ejercicio de paciencia para los más puntuales y de pericia para quienes se han ido incorporando sobre la marcha para hacerse un hueco donde no lo había.
Los más pequeños, aupados por sus familiares, no han quitado ojo al despliegue religioso del Santo Entierro, aunque algunos no han podido disimular en el gesto la impresión que les ha causado la proximidad de los capirotes y las imágenes que, poco después de las ocho de la tarde, han salido con parsimonia desde de la Catedral de Santa Maria de les Neus.
Los adornos y flores con las que algunas agrupaciones han engalanado las imágenes han rematado la estética de la procesión, silenciosa por momentos, al son de clarines en otros instantes y con el paso a paso marcado a golpe de percusión por parte de las bandas y los aplausos que los cofrades han arrancado entre el numeroso público que un año más han conseguido congregar en el caso histórico de la ciudad.
Tras salir de Dalt Vila, recorrer La Marina, el Santo Entierro ha concluido en Vara de Rey, desde donde cada cofradía se ha dirigido a su iglesia de origen tras una larga comitiva que el obispo de Ibiza, Vicent Ribas, se ha encargado de cerrar desde la retaguardia de la hilera de hermandades, bandas y penitentes.