Al fin, los usuarios y trabajadores del transporte marítimo van a tener a su disposición una instalación digna y adecuada en el Puerto de Ibiza, que cubra sus necesidades y esté a la altura de lo que se espera de un país de la Unión Europea y de una isla como Ibiza, conocida en el mundo entero por recibir a miles de turistas cada año.
Lo que se ha venido utilizando hasta la fecha como “estación marítima” precaria y temporal, una enorme carpa espantosa e indigna, pasará a la historia, pues ya hay fecha para la entrada en servicio de la nueva terminal, el 6 de junio.
Menos mal, porque aquellos baños modulares, de aspecto mugriento y un tanto indecorosos, no se los merece nadie. Cualquier pasajero que haya embarcado o desembarcado en eso que durante años hemos llamado generosamente “estación marítima” de Botafoc, habrá sentido vergüenza. Cuesta mucho entender y aún más explicar, cómo ha sido posible que, durante tantos años, la Autoridad Portuaria de Baleares haya obligado a miles de usuarios de las navieras que enlazan Ibiza con Mallorca y con la península, además de cruceristas de todas las nacionalidades imaginables, a utilizar una instalación indecente que había de ser transitoria, para salir del paso, pero que ha llegado a usarse más de una década.
Al fin, los viajeros y trabajadores podrán disfrutar de un recinto en condiciones, moderno, atractivo, que dé el servicio que los usuarios merecen, muy alejado del que se ha venido prestando hasta ahora. Pero es preciso que las mejoras no se queden en eso, porque queda mucho trabajo que hacer en materia de conectividad. El transporte público hasta Botafoc sigue siendo deficiente y caro.
La APB ha invertido más de 16 millones de euros, una inversión más que considerable, pero es notorio que mucha falta hacía. Los cuatro años que se ha tardado en edificar la nueva estación marítima parecen excesivos, pero no hay obra pública en Ibiza que se ejecute en el plazo previsto y anunciado.
En todo caso, debemos estar satisfechos porque se vea la luz al final del túnel y que los usuarios habituales del transporte marítimo con origen o destino a Ibiza, entre los que me cuento, dejen de ser pasajeros de tercera. Que Dios se lo pague.