EL DÍA QUE EL CÓMIC MURIÓ
@L.F./ Poco podía imaginar Max Gaines que a su fallecimiento en 1947 a su hijo Bill le faltaría tiempo para cambiarle el nombre a la heredada editorial de comic books de su padre de: Educational Comics (tebeos educativos) encargada entre otras cosas de publicar adaptaciones de pasajes bíblicos o biografías de personajes históricos, a Entertaining Comics (tebeos de entretenimiento) Por nimio que parezca, tan sutil cambio desembocó en la etapa más polémica de toda la historia de los cómics, y me atrevería a afirmar también en la más brillante de todas ellas. Un breve intervalo de tiempo de apenas un lustro en que todas publicaciones de horror y suspense de E.C lanzaban al mercado tiradas millonarias, alcanzando un enorme nivel de popularidad e influencia en futuros autores como el mismísimo Stephen King, que bebieron en sus páginas de niños. Al final, solo podían acabar del modo en que lo hicieron, víctimas de su propio y devastador éxito sin precedentes.
Entre 1949 y 1950, Bill Gaines (EE.UU, 1922-1992) recicla las antiguas colecciones educativas de su padre para transformarlas de mano de sus editores Al Feldstein (EE.UU, 1925) y Harvey Kurtzman (EE.UU, 1924-1993) en series de más actualidad que contaban historias de crímenes, ciencia ficción, bélicos y de terror. Las publicaciones respondían a la nueva demanda de historias de calado más impactante por parte de un público cansado ya de los cómics de carácter más ingenuo publicados tras la posguerra mundial. Su caprichosa numeración, una pesadilla que ha causado importantísimos quebraderos de cabeza a cientos de expertos, se debe a que resultaba mucho más barato remodelar una serie en curso cambiándole el título y la temática que no registrar una nueva, así de sencillo. Así las cosas, existe un listado estupendo con la numeración correlativa que hace las veces de guía de lectura en el primer volumen del recopilatorio publicado en España por Planeta De Agostini desde 2003.
E.C revolucionó la industria en muchos aspectos. Nunca antes había existido un club de fans de una editorial con fanzine propio (E.C fan bulletin) o de autores de la casa como Graham Ingels; también fueron pioneros en los correos de lectores mediante los cuales interactuaban directamente con ellos. Fueron los primeros en promocionar abiertamente a sus dibujantes ya que, por increíble que parezca, era práctica habitual en la época obviar los nombres de guionistas y dibujantes en los créditos; y se les dio manga ancha para ejercer libremente su estilo, algo también impensable en otras editoriales que imponían a sus artistas un modelo estándar a seguir para sus creaciones gráficas (véase Disney, por poner solo un ejemplo). Entre los nombres ilustrísimos que desfilaron aportando una notable calidad a sus páginas bien merece la pena destacar a Frank Frazzetta, Wally Wood, Carl Barks, Johnny Craig, Will Elder, Jack Kamen, John Severin, Joe Orlando y los propios Kurtzman y Feldstein entre muchos otros. Estos últimos eran también los encargados de los guiones junto a Craig, siempre bajo la supervisión y asistencia del propio Gaines.
La estructura del formato también era clara y definida. Cada comic book de la línea de terror contenía cuatro historietas autoconclusivas de 6 a 8 páginas de duración presentadas por tres anfitriones diferentes en cada uno de ellos. Fueron precisamente los tebeos de esta temática los que acapararon mayor cantidad de críticas, como veremos más adelante. Tales from the Crypt era prologada por el Guardián de la Cripta del Terror; The Vault of Horror por el Guardián de la Cámara de los Horrores y la Vieja Bruja de la Guarida del Miedo era la encargada de adentrarnos en las pesadillas de The Haunt of Fear. Estos personajes también interactuaban con los lectores, e incluso entre ellos mismos mientras hacían todo tipo de comentarios desagradables de los personajes de sus historias. Porque es precisamente ahí, en sus historias, donde radica la diferencia fundamental de E.C respecto a sus competidores. El resto de cómics publicados en la época tenían cierto regusto a moralina, y los malvados siempre pagaban con creces por sus actos criminales.
El equipo de guionistas de Gaines invierte la tendencia creando una serie de tebeos donde el bien no tenía porque prevalecer imperiosamente sobre el mal. Los villanos, ladrones o asesinos de turno podían ser mas aviesos que las fuerzas de la ley y el orden y salirse con la suya, dejando impunes los más atroces crímenes; y no solo eso, se podía llegar a culpar a inocentes por las barbaridades cometidas, infelices chivos expiatorios que recibían injustos castigos por estar en el lugar erróneo en el momento inapropiado. Las imágenes mostraban sin ningún rubor todo tipo de mutilaciones, amputaciones, deformidades, decapitaciones o perversiones, salpicadas convenientemente todas ellas de cantidades ingentes de sangre, vísceras e higadillos para deleite de unos lectores que se regocijaban con el desenfado y sentido del humor con que eran tratados estos temas, dando lugar a una magnífico espectáculo de entretenimiento puro y duro sin ninguna pretensión añadida.
Pero como suele pasar en estos casos, no todo el mundo compartía el mismo concepto de entretenimiento desenfadado. Siempre tiene que aparecer algún aguafiestas presto a velar por nuestros intereses rescatándonos de nosotros mismos, y en este caso en concreto se materializó en la figura del psiquiatra de origen alemán (como no podía ser de otro modo) Fredic Wherthan, quien aprovechó la fiebre de la caza de brujas macarthista de la época (de 1950 a 1956) para poner en marcha su particular cruzada contra el cómic. Wertham ya apuntaba maneras en un par de artículos publicados en 1948, Horror en la guardería y La psicopatología de los comic books, que ya versaban sobre la perniciosa influencia de los tebeos en los tiernos prepúberes. Ese mismo año cundió el pánico cuando un joven adolescente declaró que había envenenado a una anciana porque lo había leído en un cómic, y los ensayos del por entonces respetado psiquiatra desembocaron en la creación de la Asociación de Editores de Revistas de Cómic, un órgano regulador interno de autocensura que evitaba que contenidos inapropiados llegaran a los kioscos. E.C abandonó dicha asociación en 1951 y sus ventas subieron como la espuma. La escasa “autocensura” corría a cargo de la colorista de la casa, Marie Severin, encargada de esconder las escenas más truculentas bajo una espesa capa de color morado (destacar que en la anteriormente mencionada edición española a blanco y negro los dibujos aparecen libres de esas tintas) A partir de ese momento, Wertham focaliza sus esfuerzos contra la compañía de Gaines, y publica en 1954 Seduction of the innocent (Seducción del inocente) un libro que se hizo muy popular y que a la postre resultaría fundamental para la historia del cómic tal y como la conocemos hoy en día.
El impacto causado por Seduction… hizo que el reputado psiquiatra fuera llamado a declarar ante el Subcomité del Senado sobre Delincuencia Juvenil presidido por otro visionario aguafiestas, Estes Kefauver, en una iniciativa propiciada por una comisión de investigación del Congreso. Fue entonces cuando Wertham exhibió su despliegue de pruebas irrefutables de los peligros de mensajes subliminales ocultos y perniciosos para las criaturas escondidos a la vista de todo el mundo en las viñetas de los cómics. Según él, en las cortezas de los árboles y en los músculos de los protagonistas se distinguían obscenas imágenes de sexo explícito. Wonder Woman era un claro ejemplo de sumisión relacionada con el bondage, algo que por otra parte siempre fue corroborado por su creador, William Moulton Marston, pero Wertham fue mucho más lejos afirmando que su fuerza e independencia resaltaban a las claras su lesbianismo militante y pecaminoso. Esgrimió la legendaria portada con la impactante imagen de una mujer recién decapitada, obra de Jhonny Craig para el numº 22 de Crime SuspenStories, a modo de ariete contra la compañía. Suya también es otra afirmación que ha llegado hasta nuestros días porque, ¿quién no ha oído hablar de la pretendida relación homosexual de Batman y Robin? Pues sí, amiguitos, fue este campechano loquero germano quién nos rescató de la indecencia y nos iluminó con semejante sarta de sandeces que, por otra parte, causaron la hilaridad de toda la gente relacionada con la industria del cómic.
Suya es la lapidaria frase: “Los cómics en el peor de los casos son demoníacos, en el mejor simple basura”, y parece que la comisión con el cruzado Kefauver al frente sí se lo tomo en serio, pues conminó a la industria a poner solución, antes de que el gobierno tomara cartas en el asunto, a los contenidos de unas publicaciones colocadas en el disparadero público, siendo señaladas como las culpables de la criminalidad juvenil. El propio Gaines le vio las orejas al lobo y constituyó junto a otros editores la Asociación Americana de Revistas de Cómics y su propio órgano censor interno, el Comics Code Authority que había de perpetuarse hasta bien entrada la década de los 90 velando por los contenidos publicados en la corriente principal del comic book norteamericano (otra cosa eran los formatos magazine o las publicaciones underground que llegaron con posterioridad) Pero los avezados editores de la competencia habían olido la sangre, e incluyeron en el Code todo tipo de condiciones de cumplimiento obligatorio mucho más restrictivas que las redactadas en 1948 con intención de darle la estocada definitiva a E.C . Los vampiros, hombres lobo o zombis no podían ser dibujados, y por increíble que parezca, se prohibió incluso que en las portadas aparecieran palabras como “horror” o “terror” con la clara intención de perjudicar a la compañía que había acaparado la practica totalidad del mercado hasta la fecha. Gaines abandonó la recién creada asociación para que sus historias no se vieran sometidas al Code, pero fue entonces cuando las distribuidoras, temerosas de ser sancionadas, se negaron a distribuir sus cómics, dándole el golpe de gracia a las cinco series estrella de la casa: las tres de terror, Tales from the Crypt, The Vault of Horror y The Haunt of Fear; y las dos de suspense, Crime SuspenStories y Shock SuspenStories, retiradas todas ellas de la circulación a principios de 1955.
En un último intento de capear el temporal, Bill Gaines lanzó una nueva propuesta editorial acorde con los estrictos requisitos del Code, la denominada new direction, una remesa de publicaciones que abarcaban historias mas ortodoxas de médicos, de piratas, de psicoanalisis (¡?) que desembocaron en el fracaso más absoluto de la compañía (y eso a pesar de dar lugar a la mejor historia corta jamás publicada en un cómic…pero esa ya es otra historia). A los pocos meses la new direction era cancelada, y la relación de Gaines con la industria se vio reducida únicamente a la publicación de la legendaria revista MAD junto a su equipo habitual, Kurtzman y Feldstein, que eludió el control del Code cambiando de formato comic book a magazine…pero esa también es otra historia para ser contada otro día.
Para terminar esta reseña sobre la época dorada del cómic y con el deseo de satisfacer vuestra curiosidad, os dejo con un resumen literal extraído de la wiki con el pliego de condiciones impuestas a las publicaciones por el Comics Code para regocijo vuestro. Aunque ya os lo advierto, a los cruzados ultraconservadores de la época les parecía cosa muy seria…exactamente igual que ocurre con muchos pánfilos mojigatos de hoy en día, que siguen escandalizándose cada vez que ven dibujado en un tebeo el pezón de alguna señorita o algún órgano vital sanguinoliento recién sustraído a su legítimo propietario sin anestesia previa.
- Los crímenes nunca serán presentados de modo que creen simpatía por el criminal, promuevan desconfianza de las fuerzas de seguridad o inspiren a desear imitar a los criminales.
- Si el crimen es representado, lo será como una actividad sórdida y desagradable.
- Los criminales no serán presentados como glamurosos o que ocupen una posición que cree el deseo de emularlos.
- En cada momento el bien triunfará sobre el mal y los criminales serán castigados por sus acciones.
- Las escenas de excesiva violencia serán prohibidas. Las escenas de tortura brutal, el excesivo e innecesario uso de pistolas y cuchillos, la agonía física y los crímenes sangrientos y truculentos serán eliminados.
- Ninguna revista de cómics usaran la palabra horror o terror en su título.
- Todas las escenas de horror, demasiado sangrientas o repelentes, la depravación, la lujuria, el sadismo y el masoquismo no serán permitidos.
- Todas las ilustraciones repelentes y soeces serán eliminadas.
- La inclusión de historias sobre tratos con el Mal serán usadas o publicadas solo cuando su intención sea ilustrar moralmente y no en caso que el Mal se presente atractivo ni cuando se dañe la sensibilidad del lector.
- Las escenas que traten con, o con instrumentos asociados con muertos vivientes, tortura, vampiros y vampirismo, ghouls, canibalismo y licantropismo están prohibidas.
- La profanación, obscenidad, el lenguaje soez, la vulgaridad o palabras o símbolos que puedan adquirir significados indeseables están prohibidos.
- La desnudez en cualquier forma está prohibida, así como poses indecentes o inapropiadas.
- Las ilustraciones sugerentes o libidinosas o en poses sugerentes son inaceptables.
- Las mujeres serán dibujadas realisticamente sin exageración de ninguna cualidad física.
- Las relaciones sexuales ilícitas no serán retratadas ni insinuadas. Las escenas de amor violento, así como anormalidades sexuales son inaceptables.
- La seducción y la violación nunca serán mostrados o sugeridos.
- La perversión sexual o cualquier inferencia a lo mismo esta estrictamente prohibido.
- La desnudez con intenciones prostituidoras y posturas salaces no serán permitidas en la publicidad de ningún producto; Las figuras vestidas nunca serán presentadas de modo alguno que sean ofensivas o contrarias al buen gusto y a la moral.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la Trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada recientemente en El Hondero (2013), y de los guiones de la Webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13)
Fantástico rtículo!!! Como curiosidad, «Nastyvity in Black», el nuevo disco de Johnny B Nasty homenajea, ya desde la portada (y en el cómic que le acompaña) a «Tales from the crypt» y otras muchas referencias
http://www.johnnybnasty.com/johnny-b-nasty-nastyvity-in-black/
Gracias por el enlace y disculpa el retraso. No lo había visto hasta ahora 😀