La idea de que se invirtiera el orden de los factores, imaginar que la resaca viniera antes que la fiesta y así tener un augurio de lo que se viene, de lo que acontece, de la que nos va a caer, eso, eso solo sucede en la literatura o el celuloide que se permite esa clase de falsas promesas.
Estos días, más que una indigestión, lo que sufre la izquierda ahora es una enorme resaca.
El tsunami azul marino que ha bañado el territorio español es, cuando menos, un barómetro que amenaza con bajas presiones, síntomas de cambio de clima, es decir, viene una borrasca y se acercan las generales, apuntan los de las formaciones de izquierdas en los cafés con el pulso algo nervioso.
En el escrutinio se podía ya vislumbrar de manera cuasi física, al ver el cúmulo de papeletas de una u otra formación en las cabinas para votar.
Por efecto de esta hecatombe me veo manteniendo conversaciones imaginarias con Pier Paolo Pasolini. No puedo evitar imaginar a Pasolini sentado, sin camiseta y con tejanos, pies descalzos y mirando pensativo hacia el horizonte allende Tagomago, es Pou des Lleó y ha leído noticias de varios diarios en plena resaca electoral del 28M.
A lo que P.P.P. dice: -La verdad es que España nunca ha sabido crear una gran Izquierda propiamente dicha. Este es el factor determinante de toda su historia reciente, aunque ello no constituye una causa, sino un efecto. España no ha tenido una gran Izquierda porque no ha tenido una cultura capaz de crearla. Solo ha sabido crear esa derecha tosca, ridícula y feroz que es el “fascismo” (me mira inquisitorial y por un momento casi tiemblo). En este sentido, el neofascismo parlamentario es la fiel continuación del fascismo tradicional. Y lo más grave es que no habéis hecho nada de verdad para que no haya fascistas. Os habéis limitado a condenarlos gratificando vuestra conciencia con vuestra indignación; y cuánto más fuerte y petulante era la indignación, más tranquila se quedaba la conciencia.-
Ahora Pasolini se levanta y se agarra a un palo de sabina teñida de plateado que hace de pérgola y noto que acaricia la madera, saborea la brisa y rompe el silencio -El «desarrollo», deseado pragmáticamente por el Poder, se ha instituido históricamente en una especie de epojé que ha «transformado» de forma radical, y en pocos años a España. (Asiento con la cabeza) Este salto «cualitativo» es debido a que estamos ante una cultura caracterizada por la incultura (el pueblo) y un humanismo indigente (las clases medias) que pasa de una organización cultural arcaica a la moderna organización de la «cultura de masas»-. Pasolini hace una pausa de tres segundos y siento su tristeza. El salto es, sin duda, enorme: se trata de un fenómeno, insisto, de «mutación» antropológica. Quizá, sobre todo, porque ha hecho mutar los rasgos indispensables del Poder-.
Vuelve al tronco de sabina, lo agarra con fuerza con ambas manos. -La «cultura de masas», por ejemplo, no puede ser una cultura moralista y patriótica; en efecto, se halla ligada directamente al consumo, que posee unas leyes internas y una autosuficiencia ideológica que dan pie automáticamente a un Poder que ya no sabe qué hacer con la Patria, la moral y otras supercherías por el estilo y dónde solo cabe el capitalismo más descarnado-.
Pasolini se quita los tejanos, se tira al agua y veo cómo la epifanía se desvanece nadando hacia el infinito.