@Aina Balaguer / Después de una temporada llena de grandes actuaciones -Beady Eye, Bastille o Franz Ferdinand, entre muchos otros-, anoche Ibiza Rocks nos ofrecía el último miércoles de conciertos. Para tan especial ocasión se aumentó el número de djs invitados para amenizar la velada, empezando esta con el londinense y residente de Ibiza Rocks y We are Rock Stars Ste-V-Something al que, tras veinte minutos de actuación, le siguieron dj Kiwi, dj Colin Peters y dj Nicola Bear sucesivamente.
Serían las nueve menos veinte de la tarde, aproximadamente, cuando ésta última se puso a los platos para hacer bailar al escaso público que en aquel momento aguardaba a los pies del escenario. En absoluto, al mirar uno a su alrededor, tenía la impresión de que aquello fuera un closing a no ser porque ya lo supiera de antemano. Después de sonar diversas canciones como Don’t you want me baby de The Human League o I am the resurrection de The Stone Roses, empezó a sonar un ritmo electrónico, grave y repetitivo que hizo a todos girar la cabeza desde allí donde estuvieran para mirar al escenario.
Un desgarbado Jack Freeman junto con Jono Ma en escena esperaban la entrada de su compañero y vocalista Gabriel Winterfield que apareció saludando con la mano y poniéndose directamente a cantar. Eran Jagwar Ma, grupo de indie rock australiano que presentó su álbum debut, ‘Howling’, este mismo 2013. Sorprendentemente, para aquel momento la pista se había llenado considerablemente. Esta continuó llenándose pero esta vez de pasos de baile, saltos y aplausos que no pararon de acompañar los falsetes distorsionados del cantante durante toda la actuación. Finalmente y dejando sonar la música desaparecieron como si allí no hubiera pasado nada y yo me quedé pensando que si existiera una apocalipsis hacia la que todos tuviéramos que dirigirnos, la música de Jagwa Ma quizá podría ser la banda sonora.
Última actuación
Justo después, un más que reproducido Get Lucky nos indicaba que Nicola Bear había vuelto a los platos para tratar de rellenar esos ansiosos cuarenta minutos que nos separaban de la última actuación de la noche. Sobre las once menos diez se apagaron las luces para no quitar protagonismo a la proyección de unas letras grandes y doradas sobre un fondo negro. Todos pudieron leer FOALS, el nombre del grupo estelar de la noche.
Esta banda oriunda de Oxrford, que lanzó su primer álbum en 2008, ya va por un tercero, publicado este mismo año con el nombre de ‘Holy Fire’. Acompañados de una especie de bajo continuo, uno a uno, los miembros de la banda inglesa fueron eclipsando con su presencia a su propio nombre que todavía lucía pero ya en un segundo plano. La cosa no había apenas empezado y el público ya estaba fuera de sí. Un “gracias” de Yannis Philippakis, vocalista y guitarra del grupo considerado uno de los mejores en la lista de la revista NME del 2007, precedió al cuarto tema My number.
A esas alturas la fiesta ya se salía de madre y el panorama había cogido forma de manera que vasos y bebidas no paraban de saltar por los aires empapando a todo aquel que no estuviera a cubierto. La fuerte distorsión y los duros sonidos que emanaban de las guitarras eléctricas y la batería eran impresionantes además de precisos. Los fans no dejaban de llevar el ritmo con sus cabezas llegando a parecer una gran masa de zombies que buscaba el sonido para alimentarse.
Por otro lado la banda, toda de negro a excepción de Edwin Congreave (teclado) y Jack Bevan (batería) que eran las ovejas blancas del rebaño, se alimentaba de esa imagen para seguir dándolo todo en ese mutualismo. Con las primeras notas de cada canción que iba sucediéndose iban de la mano los gritos de los presentes que las reconocían de inmediato como si ya supiesen cuál había sido el repertorio elegido para la ocasión.
El final
Así sucedió pues con Late Night, la número ocho, justo antes de la cual Yannis había empapado su cabello y las gotas se desprendían de este casi milagrosamente a ritmo, un ritmo pausado. A esta le siguió Electric Bloom con la cual todos terminaron de perder del todo la cordura cuando después de lanzar una botella de agua vacía, el vocalista desapareció de escena para reaparecer andando y golpeando unas baquetas sobre el borde del balcón del primer piso, correspondiente a la sala vip.
Fue allí cuando la idea de una hipotética apocalipsis se apoderó de nuevo de mi mente para dejar de ser hipotética. Aquello era una auténtica apocalipsis musical y Foals los nuevos cinco jinetes que hacía un rato largo ya que nos tenían dominados. Pares de baquetas de madera sobrevolaban el lugar, el pie de micro desfalleció de una sola patada, los fans parecían gemir más que gritar y todo ello envuelto de una impoluta sonoridad. Parecía que había llegado el final, más todavía cuando todos desaparecieron entre la oscuridad que reinaba en el escenario.
“Ten more songs, ten more songs” exigía la masa. Y como no suele ser costumbre en los conciertos de Ibiza Rocks, Foals nos regaló un bis más para el cual Jono Ma y Jack Freema de Jagwar Ma tomaron posesión del goliat que justo antes no había dejado de sacudir Yannis y que ahora cantaba como si quisiera inútilmente escupir su voz.
Fue un final sin palabras que puedan describirlo. Un final demoledor que no nos permitía dejar de gozar hasta que al apagarse las luces ese goce nos fue arrebatado. El apocalipsis se apoderó también de Ibiza Rocks, por el momento hasta la temporada que viene.