Ana López Moreno / España es el segundo país de la Unión Europea, solo por detrás de Suecia, con alrededor de 28 millones de hectáreas de superficie forestal, lo que supone más de la mitad de todo el territorio nacional y, sin embargo, el 75 % se encuentra en riesgo de desertificación, del que se salva el noroeste de Mallorca.
Pero ¿qué significa esto realmente? El director del Centro de Investigaciones sobre Desertificación adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Patricio García-Payos, explica a EFE que «el riesgo de desertificación, un escurridizo término difícil de medir, viene a decir que se está perdiendo capacidad biológica en los ecosistemas, también a nivel productivo», en referencia a la agricultura.
García-Payos añade que «las provincias que cuentan con mayor peligro son las que se parecen más al norte de África como Almería, Murcia y Valencia o incluso la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha», y señala, que a su juicio, los bosques centrales de la Península serán «menos densos y con menos especies en unos años».
Sin embargo, se muestra optimista, ya que asegura que “es irreversible en un ciclo político, pero no en términos biológicos”, de forma que aún se pueden paliar muchos de los problemas de sequedad en los montes.
Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) es totalmente compatible un aumento del paisaje forestal, a consecuencia del éxodo rural de los años 50 del siglo XX entre otros motivos, con el hecho de que esta vegetación sea cada vez más seca.
Los mapas que aporta el Ministerio apuntan a que la mayor parte de la Península Ibérica -menos el norte y humedales-, las Canarias y las Baleares -exceptuando el noroeste de la isla de Mallorca- se encuentran en riesgo de desertificación.
En palabras de Javier Puertas, geógrafo técnico del foro profesional de áreas protegidas en España EUROPARC, con tres decenios de recorrido, hay «procesos naturales de aridez en las zonas mediterráneas» y ejemplo de ello es el conocido desierto de Tabernas en la provincia de Almería.
Precisamente para cuidar el estado de los bosques se ha creado «LIFE Redbosques Climas», el último proyecto de EUROPARC financiado por la Unión Europea que pretende promover la capacidad de adaptación de las superficies forestales al nuevo clima, así como «mitigar el cambio climático y conservar la biodiversidad».
«Lo que planteamos en el proyecto en territorios concretos son medidas para aumentar la heterogeneidad de especies», ya que esto incrementa la resiliencia del bosque ante situaciones adversas, detalla Puertas, quien observa que las zonas menos vulnerables también son aquellas que comparten «árboles de diversas edades y tamaños» y de ahí la importancia de hacer nuevas plantacionaes y clareos.
En la misma línea, la secretaria general de PEFC España, Ana Belén Noriega, asevera la importancia de los «bosques protectores», los cuales ocupan buena parte de toda la superficie forestal, además de «proteger nuestras aguas y nuestros suelos, haciendo que se rellenen los acuíferos».
Para no perder la mirada hacia los bosques Noriega declara que desde PEFC se trabaja en certificar los bosques urbanos y periurbanos: «Necesitamos que la gente que vive en ciudades tenga un corredor verde», concluye la experta.
EFE