El equipo de voluntarios de Salvem sa Badia se está enfrentando desde la segunda quincena de julio y los primeros días de agosto a una situación dramática para la pradera de posidonia de la bahía, que nunca se había registrado en temporadas anteriores, desde que la asociación puso en marcha este servicio, en el verano de 2021.
Este equipo, que coordina la bióloga Verónica Planas, sale a diario a navegar por la bahía para informar a las embarcaciones que fondean sobre posidonia acerca de la ilegalidad que supone esta maniobra y pedirles que muevan sus embarcaciones a fondos arenosos, donde cadenas y anclas no provoquen daños en la planta.
Este verano, sin embargo, la situación de colapso de la bahía ha alcanzado unos niveles extremos, señalan desde la agrupación. En las últimas semanas, «la excesiva afluencia de embarcaciones ha llenado todas las zonas de arena, provocando el fondeo masivo sobre posidonia», denuncian.
«Quienes viajan en estas embarcaciones prefieren echar el ancla sobre la pradera y estar cerca del puerto, en lugar de ir más lejos, provocando una agresión constante a la posidonia, pese a que la legislación balear lo impide. El fondeo en el mar debería de ser igual que cuando aparcamos el coche. Si no hay sitio, buscamos un poco más lejos; no lo dejamos estacionado en un parque o en un jardín, como está ocurriendo ahora mismo en la bahía de Portmany”, ha explicado Verónica Planas.
Esta presión sobre la planta marina, que oxigena nuestras aguas, aportando transparencia y belleza al mar, un valor imprescindible para la supervivencia de la industria turística, además de un hábitat muy valioso donde crían todo tipo de especies, «se produce por desconocimiento, pero también de manera consciente y reiterada por parte de algunos navegantes», señalan.
Por un lado, ‘Es Voluntaris de sa Badia’ han detectado la presencia de embarcaciones de lugares tan lejanos como Estados Unidos, Finlandia o incluso Australia, que cuando son informados de estar incumpliendo la ley de Balears que impide el fondeo sobre posidonia, manifiestan no tener conocimiento de esta cuestión. Sin embargo, otros patrones señalan que conocen la legislación, pero que las zonas de arena están llenas y no tienen otro lugar donde echar en ancla cerca del puerto, aunque ello suponga dañar a la pradera.
A esta anómala situación, que se está produciendo ante los servicios de vigilancia de las diferentes instituciones que deberían velar para proteger a la posidonia, se suman otros factores dramáticos que están afectando al “sistema inmunitario” de la posidonia y poniendo en riesgo su supervivencia. El más importante es el estrés térmico, ya que el Mediterráneo está superando los 29 grados centígrados, cuando la temperatura a la que sobrevive la posidonia se sitúa entre los 10 y los 28 grados.
A ello se suman además los constantes vertidos de aguas sucias en la bahía, que arrastran patógenos que podrían enfermar a la posidonia y otros organismos del mismo ecosistema, debilitados por este estrés térmico que están sufriendo. Lo demuestran los episodios que se han producido en Cala Gració y es Pinet en lo que llevamos de verano, y que han provocado el cierre temporal de estas orillas. Desde Salvem sa Badia hemos detectado, además, algunas canalizaciones de pluviales en la playa de s’Estanyol, junto al embarcadero, que de manera intermitente vierten aguas pestilentes con un origen desconocido.
Recuerdan también que «muchas embarcaciones no disponen de depósito de aguas grises y que éstas acaban constantemente en la bahía, al no haber ningún control al respecto. Los fondeos con muertos ilegales, asimismo, han proliferado esta temporada como champiñones en la zona sur de la bahía y, en muchos casos, se sitúan también sobre posidonia».
Todos estos factores representan una presión para la pradera que no existía a tales niveles en los veranos anteriores en que estuvieron de servicio los voluntarios de Salvem sa Badia de Portmany, indican, «lo que genera una gran inquietud por las consecuencias que esta situación puede acabar teniendo sobre la biodiversidad y el estado del mar en toda esta zona».
El nivel de ocupación del espejo marítimo resulta tan elevado que, a diferencia de los veranos anteriores, «a los voluntarios les resulta una tarea titánica lograr que aquellos que están mal fondeados muevan sus embarcaciones hacia zonas libres de posidonia y en muchas ocasiones no lo consiguen», subrayan.
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