La Unidad Territorial de Playas (UTP) de la Policía Local de Sant Antoni ha realizado esta mañana un balance de la temporada turística con un resultado «muy positivo» tras conseguir «erradicar la venta ambulante ilegal que actuaba de forma permanente en las playas del municipio», destaca el Consistorio en un comunicado.
Esta unidad, creada en 2021, lleva tres temporadas en funcionamiento y tiene como objetivo controlar la zona costera de Sant Antoni desde es Pouet hasta Cala Salada, incluyendo los paseos marítimos, las playas del municipio, el Passeig de ses Fonts y las calles adyacentes del centro urbano.
La unidad, formada por cuatro agentes, realiza el servicio en patrullas de dos con bicicletas eléctricas o motos acuáticas para actuar de forma más efectiva en las zonas con menor accesibilidad como Cala Salada, Cala Saladeta o Punta Galera.
La concejala de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Sant Antoni, Neus Mateu, ha explicado que la venta ambulante «se ha ido reduciendo en los últimos tres años coincidiendo con la puesta en marcha de la Unidad Territorial de Playas» hasta conseguir «erradicarla prácticamente de las playas».
“La unidad está funcionando muy bien y estamos cumpliendo con el objetivo que teníamos marcado de incidir contra la venta ambulante, además de incrementar la presencia y proximidad y dar respuesta a las demandas de seguridad de los establecimientos turísticos de la zona”, ha detallado Mateu, que ha recordado que también realizan dispositivos de paisano y que las actuaciones de esta unidad cuentan con el apoyo y coordinación de las patrullas ordinarias y del servicio de socorrismo y salvamento del municipio.
La concejala ha explicado que, durante esta temporada turística, la Unidad Territorial de Playas, ha tenido únicamente tres incidencias referentes a la venta ambulante en playas, que se registraron de forma puntual a principios de temporada en Cala Saladeta. En este sentido, ha destacado el “factor sorpresa” de las motos acuáticas, que dan mucha “visibilidad y presencia”, ayudando a acceder y actuar de forma rápida en las zonas de poco acceso.
En esta misma línea, Roberto Sánchez, policía local de la UTP, ha señalado que la unidad “permite dar una presencia continua en estas zonas” y con las motos de agua “acortamos mucho los tiempos y tenemos una capacidad de reacción de cinco minutos para llegar a zonas de difícil acceso, mientras que con los vehículos por tierra se demora mucho el tiempo de llegada”.
El agente ha afirmado que no hay venta ambulante en las playas del municipio y que “se ha conseguido que vendedores habituales, que estaban asentados desde hacía más de ocho años de forma diaria, hayan dejado esta actividad ilegal”.
En cuanto a los hurtos, Sánchez ha destacado que “hay muy poca incidencia» respecto a hace tres años cuando empezó a funcionar la unidad. “Se hace un trabajo disuasorio importante para que se mantengan alejados y dificultamos mucho que permanezcan de forma fija en la zona gracias a la presencia policial continua”.
Balance denuncias
Durante esta temporada, del 15 de mayo al 15 de agosto, los agentes de la UTP han realizado 1.817 intervenciones en cuanto a control de las ordenanzas municipales, infracciones de tráfico, identificaciones o incumplimiento de la ley de protección de la seguridad ciudadana 4/2015.
En estos tres meses, los agentes han interpuesto un total de 65 denuncias por venta ambulante en todas las zonas donde actúan, la mayoría por publicidad dinámica o venta ilegal de ropa y complementos (gafas, abanicos, pulseras, etc), que se registra principalmente en los paseos y calles adyacentes del casco urbano. «En cambio, la venta ambulante de fruta y bebidas, que era la más frecuente en las playas, es actualmente inexistente en las playas del municipio, con únicamente tres denuncias a principios de temporada», aseveran.
Pues que pasen por las salinas que es insoportable entre senegaleses vendiendo de todo, gitanos con fruta y bocadillos con unas dudosas garantías sanitarias, italianos con pizzas, argentinos con empanadas y todo un variado de vividores vendiendo charters y entradas de discotecas, es imposible estar tranquilo en la playa.
El truco está en enviarlos a Sant Josep.