Tras mi artículo de la semana pasada, dedicado a ‘Llorenç Córdoba, el mariscal de Formentera’, para él las cosas no han hecho otra cosa que empeorar. Y además, hacerlo de forma gravísima para su prestigio y su imagen pública. Y todo por su propia torpeza política y su codicia, derivada de la situación de estrechez económica que ahora se ha puesto en evidencia y que explica en parte su errático e inexplicable proceder.
El mariscal de Formentera sigue sin entender que, aunque se crea independiente, en política no se puede ir por libre y sin tener el respaldo de las dos formaciones que conforman la coalición Sa Unió de Formentera, PP y Compromís. Y aún más, no asume que no puede presidir una institución democrática sin tener siquiera el respaldo de su propio gobierno insular, ni el apoyo de ningún grupo político en el pleno del Consell de Formentera.
Llorenç Córdoba se atornilla al asiento de presidente sin contar con el menor apoyo. Sin el respaldo de aquellos que le auparon a encabezar las papeletas electorales de Sa Unió, su fuerza política se aproxima a cero. Ya se lo advertí, pero Córdoba continúa sin entender nada.
¿Cómo pretende continuar ejerciendo su responsabilidad? Cualquier persona en su sano juicio, optaría por la única salida digna que le queda, que es la de dimitir. Y si no lo hace, lo acabarán echando y quedará muy claro a ojos de la ciudadanía que su única motivación ha sido y es la de defender sus propios intereses, en concreto los económicos. No debiera olvidar que es preferible irse de donde no le quieren, antes de que le echen.
Ir por ahí afirmando que a él le eligió el “pueblo soberano” es completamente patético y deplorable. Da mucha pena ver a alguien que, a priori, parecía una persona respetable de la sociedad de Formentera, agarrarse a su puesto con unos argumentos tan pueriles e inconsistentes. Deje de comportarse de forma tan indigna y ahorre a los vecinos de Formentera esta indignidad.
Ya le advertí la semana pasada que más vale tener amigos que no tenerlos. Y que en Formentera, como él debería saber, en invierno hace mucho frío. En los últimos siete días no ha hecho nada por mantener los pocos que tenía. El mariscal está solo y eso no va a cambiar. Lo de la concentración de una docena de amiguetes el miércoles por la noche ante el Consell, resulta tan patético como sus lamentos por lo poco que dice que cobra. Hace falta tener poca vergüenza para quejarse, con su sueldo anual, cuando es el diputado autonómico que más dietas percibe. Pero ahora ya nada le basta, al pobre.
Por Joan Miquel Perpinyà
Feijoo ha abandonado el grupo.
Mateo 7:1-14 RVR1960. No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?