Una multitud de personas ha acompañado a las siete cofradías de la ciudad de Ibiza en la procesión del Santo Entierro, que ha arrancado poco después de las ocho de la tarde en la plaza de la Catedral. En las estrechas, zigzagueantes y empinadas calles de Dalt Vila apenas cabía nadie más. Mientras los cofrades, con las imágenes a hombros, eludían el desordenado cableado que cruza de una fachada a otra, los asistentes aplaudían su pericia a la hora de sortear estos y otros ‘obstáculos’ urbanos sin titubeo alguno, bien dirigidos.
Este año no todas las cofradías han partido desde la Catedral, y La Dolorosa se ha unido a mitad de recorrido, en la iglesia de Santo Domingo, El Convent, donde estaba desde el pasado viernes tras haber ‘bajado’ de su lugar habitual, el templo que se encuentra en lo más alto de la ciudad amurallada, y no haber vuelto a este, que sigue en obras.
Tambores, trompetas y platillos han dado un aire más solemne si cabe al acto, que de un tiempo a esta parte ha dejado de ser lo que para los ibicencos se denominaba ‘la procesión del silencio’. Entonces, a lo largo del recorrido, apenas se oía un alma.
Todo cambia, y el Santo Entierro de Ibiza no iba a ser una excepción, por lo que los «vivas» y los aplausos se han ido integrando año tras año y forman ya parte del ordenado desfile religioso, que, tras pasar por la Marina, ha terminado en Vara de Rey.
Ibicencos, pero también muchos turistas, sobre todo alemanes y franceses, han seguido con atención la procesión. Incluso dos participantes de la Vuelta a Ibiza en BTT se han atrevido a subir pedaleando casi hasta la Catedral con las mismas bicicletas con las que participan en la ronda ciclista, marcadas por el dorsal en el manillar.
‘Escalar’ a golpe de pedal por el empedrado no ha sido para ellos ningún problema, hasta que han pretendido aparcar sus vehículos y han visto que donde no cabía un alfiler, no iban a entrar dos bicis. Al final, y tras estudiar la situación, han encontrado un hueco, y la colaboración de los asistentes, que ha sido imprescindible, justo delante de la gruta por donde se dice que las tropas cristianas consiguieron penetrar las inquebrantables murallas en la reconquista. Cansados, se han sentado a observar.
El tiempo inestable ha dado una tregua, y el paréntesis del viento y la ligera lluvia de los últimos días, que vuelven mañana a la isla, según las previsiones, ha permitido que la comitiva recorriera el itinerario sin sobresaltos para la fe, que este Viernes Santo ha vivido uno de sus momentos álgidos.