R.Beltrán/ El fotógrafo Toni Catany (Llucmajor, 1942 – Barcelona, 2013), uno de los fotógrafos más influyentes y laureados del país, ha fallecido en Barcelona de un ataque al corazón a los 71 años. El mallorquín, que residía en la Ciudad Condal, acudió el lunes a un centro de salud del barrio barcelonés del Raval aquejado de un dolor en el pecho, donde sufrió un infarto masivo.
Considerado por la revista Life uno de los cien mejores fotógrafos del mundo, Catany fue el fotógrafo de la Ibiza más cruda, la que todavía no había sido descubierta como destino turístico y que mostraba su realidad en blanco y negro sin tapujos. Sin duda, su trabajo más recordado en la isla fue el retrato de un niño con la cabeza rapada, ataviado con una camisa blanca inmaculada y una mirada de asombro, mientras en segundo plano se ven a dos payesas vestidas con colores oscuros. Esta instantánea, tomada en 1967, fue uno de los primeros retratos del fotógrafo, cuyas obras han sido expuestas en las más prestigiosas salas de países como Reino Unido, Japón, Estados Unidos, Australia, Italia, Grecia, Suiza y Francia.
La obra de Catany fue merecedora de numerosos reconocimientos, como el Premio Miquel dels Sants Oliver de la Obra Cultural Balear (2000), Premio Nacional de las Artes Plásticas de la Generalitat de Catalunya (2001), el Premio Nacional de Fotografía del Ministerio de Cultura (2001) y el Premio Ramon Llull del Govern balear (2003). Además, fue nombrado en 1991 Caballero de la Orden de las Letras y las Artes en Francia.
El fotógrafo mallorquín falleció sin poder ver culminado su último proyecto, la creación del centro internacional de fotografía Fundació Toni Catany, que debía abrir sus puertas en su ciudad natal, Llucmajor. No obstante, la falta de financiación obligó a aplazar sin fecha la construcción de esta instalación que debía reunir el prolífico legado del fotógrafo mallorquín.