Los escritores ibicencos Bartomeu Ribes Guasch y Toni Roca Pineda llegan a abril, mes de Sant Jordi, con un nuevo libro conjunto, escrito a cuatro manos y con la rebeldía como punto común: «la intención de fondo es la no aceptación del estado general del mundo en el que vivimos, o nos hacen vivir», explica Ribes al respecto.
Correspondència tercera i fi (Ed. Miquel Costa Editor) se presenta este miércoles 17 de abril a las 20.15 horas en la Biblioteca Municipal de Can Ventosa con Neus Riera Balanzat como conductora del acto.
El título ya revela que es el fin de una serie, de modo que aquí culmina un proyecto que se fue gestando desde que Toni Roca y Bartomeu Ribes se conocieron a finales de la década de los 70 del siglo pasado y que cobró mayor fuerza en los 80 y hacia adelante.
La gestación fue producto de un enorme volumen de correos electrónicos que los dos autores iban intercambiando sin interrupción y con persistencia incluso «enfermiza».
Los dos escritores navegan a contracorriente y no solo en el ámbito literario sino en lo personal. Una rebeldía literaria y poética porque la intención de fondo, tanto en la poesía de Toni Roca como en la de Bartomeu Ribes, es la de la no aceptación del estado general del mundo en el que vivimos. «La respuesta contra una realidad, en muchos casos intolerante e intolerable, solo puede ser poética, a menos que nos erigiéramos en el papel de víctimas dispuestas al sacrificio, y de momento nosotros no llegamos a tanto», comenta Ribes.
En suma, una idea que desde su origen procedía de la intención, absolutamente libre y sin reglas preestablecidas, de querer escribir y compartir, de manera pausada y reflexiva, palabras con un interlocutor que, «como nos enseñó Carmen Martín Gaite en uno de sus brillantes ensayos, siempre es necesario, a pesar de los impedimentos que la vida pone, seguramente de manera incomprensible, pero bastante molesta siempre», reflexiona Ribes al respecto.
Los temas centrales que abordan en esta peculiar comunicación epistolar son los recursos del amor en todas sus acepciones, «principalmente como motor indispensable para la resistencia lírica, para el combate sordo y un poco ciego, e incluso un poco mudo, con la soledad, en muchos casos compartida, y sin embargo imposible de desligar de nosotros mismos». La contemplación entusiasta del transcurso del tiempo también se combina en sus páginas con una nostalgia permanente «sobre lo que perdemos, y también referida, en caso de haberlo, a nuestros propios logros. La tristeza y la alegría, en fin, conjugadas, cara a cara», añade el coautor.
La pregunta que surge es si el hecho de que finalice el proyecto literario ‘publicable’ supone que finalice esta comunicación o simplemente que no habrá una edición más de la Correspondència. «En principio hemos llegado a la conclusión de cerrar este ciclo sin hablar mucho al respecto, precisamente porque se nos escapa de las manos, y podría haber acabado siendo un no parar nunca, un no darnos nunca por vencidos», avanza Ribes.
Es consciente de que no han llegado «ni llegaremos» a la Tierra Prometida, «aquel continente extinguido que hace reír y llorar, y dudar demasiadas veces, irónicamente triste como no podría ser de otra manera, cuando ya no hay ninguna esperanza, posiblemente ninguna fe, dramáticamente ninguna caridad en este mundo donde los drones vuelan desde Irán, la antigua Persia, hacia Israel, y la respuesta a todo esto puede ser terrible… y hoy juzgan al descerebrado de Trump, que, si la fortuna no lo remedia, aún para noviembre, cuando Toni y yo cumplimos años, querrá volver a ser el amo del cotarro. Mala y más que mala poesía», relata Ribes sin perder el espíritu contestatario-poético de este último libro.