Viendo en la televisión pública IB3 a algunos de los habitantes de un asentamiento cercano a Sant Jordi, en el municipio de Sant Josep de sa Talaia, la mayoría de los cuales son saharauis, sentí vergüenza por la vida que estas personas se ven obligadas a vivir y que, siendo durísimas, a ellos no se lo parece tanto.
En perfecto castellano, decía uno de ellos: “Somos gente del Frente Polisario, somos del Sahara, estamos unidos, por eso nos ayudamos”. Son 18 personas. Los que no trabajan, se encargan de la limpieza y de cocinar para los que sí trabajan, la mayoría de ellos en la construcción. Viven en tiendas de campaña, algo a lo que están acostumbrados. Y prefieren vivir así antes que alquilar un piso o una habitación, para poder enviar dinero a sus familias en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia).
“Ya tenemos costumbre de vivir así, somos beduinos”, decía uno. Otro decía: “Estamos bien, no hay que quejarse. Con todo lo que tenemos nos apañamos”. ¿No es admirable? Y pensar que España le ha dado la espalda a estos hermanos, cuyo destino hemos puesto en manos del sátrapa marroquí Mohamed VI.
Esto sucede días después de la presentación de la memoria de Cáritas Ibiza, donde consta que en 2023 un total de 2.960 personas fueron atendidas por esta entidad de la Iglesia Católica y que reparten comida a unas 300 familias cada mes. En su centro de día y comedor social dan de comer a 241 personas extremadamente necesitadas.
El coordinador de Cáritas Ibiza, Gustavo Gómez, se preguntaba: “Como sociedad, ¿dónde están nuestros valores?”. Una interrogación que así lanzada, supone un carga de profundidad que nos obliga a mirarnos en el espejo y a respondernos si esta es la sociedad que queremos para nuestros hijos.
Todo esto sucede cuando España acaba de reconocer formalmente al Estado de Palestina, de forma simultánea con Irlanda y Noruega, aunque estos lo han hecho mucho más discretamente para no airar a Israel, cosa que al Gobierno de Pedro Sánchez no sólo no le molesta hacer sino que se diría que disfruta con ello, en especial desde Sumar.
Uno no puede evitar preguntarse: ¿Cuándo piensa el Gobierno de PSOE y Sumar reconocer la existencia del Estado de la República Árabe Saharaui Democrática? Porque el Gobierno de España mucho habla de Palestina y muy poco del Sahara. Aunque es inevitable sospechar que lo que persigue Sánchez es desviar la atención sobre los problemas legales de su esposa, Begoña Gómez, utilizando la cuestión palestina para hacer vulgar electoralismo.
Lo que pasa en Gaza le importa tres pimientos, poco más o menos lo mismo que el Sahara, pero mientras hablamos de aquello no hablamos de la presunta corrupción de su mujer, que es la suya propia.
Confundes la gimnasia con la magnesia.
Ser palestino es un negocio y llevan explotandolo más de 70 años.
Lo del Sahara es una puntada realizada durante la transición para poder tener una democracia tranquila y rematada por el Sr. Pedro Sánchez.
Una inmensa mayoría de españoles no sabría decir donde están Palestina o el Sáhara, pero los sucesos palestinos son muy lucrativos política y económicamente.
Necio