El artista ibicenco Joan Barbé regresa al festival Eivissa Jazz, donde debutó como percusionista cuando tenía 15 años. La cita será el 4 de septiembre en el Parque Reina Sofía y en esta ocasión lo hará junto a Rafa Garcés (piano y saxo), Joan Carles Marí (batería), Aarón Puente (bajo), Vicent Tur (trombón) y Santi Ramírez (trompeta), «los musicazos» que le acompañan en su proyecto de jazz fusión, ha informado el festival en un comunicado de prensa.
Barbé «empieza a tener nuevas armonías y melodías en la cabeza» que «quizás se posen en el que sería el tercer álbum que firmara con su nombre», han resaltado las citadas fuentes. Y es que, según el músico, ahora «el jazz está más presente» en su carrera porque «aunque todavía» tiene «el síndrome del impostor», le está «perdiendo el miedo».
Aunque han pasado ya tres años desde que publicó ‘Quorum’, un trabajo donde «mezcló jugueteo y complejidad, disfrute y rigor» y que «huele, sabe y suena a jazz», el instrumentista, compositor y productor reconoce que «todavía» se siente un extraño cuando ve su nombre en el cartel de un festival de jazz.
«Le ha vuelto a suceder en un certamen que conoce perfectamente, el Eivissa Jazz», han resaltado. «¡Ya sé que no soy Scott Henderson ni Chick Corea! Pero hago lo que me sale de dentro. Grabarlo y tocarlo es una especie de terapia», afirma Barbé, quien «se pone serio para hablar de un concierto que será muy importante y que le llega justo cuando entra en la cuarta década de su vida».
Actuará en casa. «Recuerdo la edición del 2000: tenía quince años y toqué la batería con una de las primeras big bands que hubo en la isla. Esos años fueron fundamentales para muchos músicos de mi generación: pasaron por aquí McCoy Tyner, Branford Marsalis, Dee Dee Bridgewater, y empezamos a familiarizarnos con el género. Fue el germen de muchas cosas que vinieron después», destaca.
Desde entonces, Barbé ha tocado muchas veces en el certamen, «hasta con siete grupos diferentes», pero formando parte de la sección rítmica, tras platos, caja y bombos, o como bajista. Sin embargo, el próximo 4 de septiembre lo hará como cara visible del Joan Barbé Group, el combo que montó para que ‘Quorum’ «no fuera un proyecto disecado sino un animal vivo. Y libre», han subrayado desde la organización del festival.
«Volver a reunir a este grupo de músicos es una motivación. Mi intención cuando hice la banda fue buscar a músicos que, como mínimo, tocaran tan bien como yo. Es decir, que fueran mejores, para que al acabar los conciertos el público dijera: joder, si el que menos sabe tocar es el que pone nombre al grupo [ríe]. Cuando ves en acción a Joan Carles [Marí], Rafa Garcés, Aarón [Puente], Santi [Ramírez] o Vicent [Tur] alucinas», resalta el músico ibicenco.
Quorum, segundo trabajo después de ‘Alter ego’
Quorum es un término fetiche para Barbé. «Por eso, los 56 minutos repartidos en ocho cortes que registró en plena pandemia son algo más que una excusa para bautizar así su segundo disco», han comentado.
«Se puede interpretar de forma literal (que haya quorum entre los instrumentos, entre los músicos, entre los temas, entre este disco y el disco anterior; que todo encaje), pero no olvidemos que la base de esta música es la improvisación. Aunque no hagamos bebop o jazz puro y viajemos para tocar palos de rock, música latina, funk, soul, la base es el jazz. Jazz fusión, si queremos poner una etiqueta. A ratos recordaremos a Michel Camilo; o a Jeff Beck y Joe Satriani; o a Snarky Puppy», apunta Barbé.
A tres semanas del concierto, cuyo acceso será gratuito, «Barbé respira entre los suyos responsabilidad y compromiso». «La música a la que se enfrentarán es compleja, requiere estudio, empezando por él mismo, que la llevó de la mente a la partitura. Pero, cuando llegue la hora de la verdad, sabe que habrá química. Quorum. Para deleite del público. Si quien escucha disfruta, quien toca disfruta el doble», han asegurado las citadas fuentes.
«El jazz no te da pautas para componer. Escribes lo que sientes. He escuchado canciones de tres minutos que se me han hecho eternas y canciones de ocho minutos que se me han pasado volando. Esa libertad se traslada después al directo. Un tema de seis minutos puede durar diez porque durante esos cuatro minutos extra pasará algo que ni siquiera nosotros sabíamos que pasaría. Nos encendemos, la banda se enchufa. Durante el concierto nadie sabe lo que pasará. Se trata de escuchar muy bien a tus compañeros: si uno hace un acorde diferente, otro tiene que seguirlo. Estás concentrado constantemente tocando este tipo de música e inconscientemente estás creando música nueva sobre el escenario. Es muy bello porque es música viva», resume Barbé.