El panorama del mercado inmobiliario de Menorca ha cambiado drásticamente en los últimos años, y parte de este cambio se debe a la figura del empresario asturiano Víctor Madera. Conocido por su éxito en el sector de la salud, Madera ha dirigido su fortuna hacia la adquisición de propiedades en Menorca, poseyendo ya casi el dos por ciento del territorio de la isla. Este fenómeno invita a la preocupación por las repercusiones sociales y económicas de tal concentración de propiedades en manos de un solo individuo.
Menorca ha sido tradicionalmente un refugio para personas que buscan tranquilidad. Sin embargo, el señor Madera ha adquirido más de mil hectáreas, además de propiedades como el palacio Squella y Ca na Leonor en Ciutadella, entre otras muchas propiedades que representan elementos cruciales del patrimonio cultural y arquitectónico de Menorca.
La compra más estrambótica fue la de la Illa d’en Colom, un islote protegido. Pagó algo más de tres millones de euros, lo que da claras evidencias de sus intenciones.
La obsesión del señor Madera hacia la compra de propiedades es, según sus propias palabras, «emocional». Sin embargo, estas adquisiciones «emocionales» tienen un impacto tangible y alarmante en la comunidad local. La conversión de estas propiedades en hoteles de lujo y agroturismos de lujo, es motor de transformar de manera nefasta la economía de la isla, dando empuje a un público de clase social alta que encarece los precios significativamente.
Habría que ser conscientes de que esto ya se ha visto anteriormente con Mallorca e Ibiza.
Las consecuencias de permitir que grandes fortunas adquieran extensas propiedades en áreas limitadas debería provocar que las autoridades locales y los residentes reflexionen y actúen sobre las políticas de protección del patrimonio, así como sobre las regulaciones del mercado inmobiliario. Se necesita una mayor transparencia en las transacciones inmobiliarias y una regulación más estricta para evitar que la isla se convierta en un patio de recreo exclusivo para los ricos.
El fenómeno Madera en Menorca es un microcosmos de un fenómeno balear: la privatización y comercialización de territorios que son vitales para la cultura, la ecología y la cohesión social. Sin una acción decidida, Menorca corre el riesgo de perder lo que la hace única, convirtiéndose en otra víctima más del capital sin restricciones que se desplaza en busca de su próxima adquisición. La isla debe ser protegida no solo por su belleza natural, sino por la comunidad que ha preservado su carácter a lo largo de la historia .