José Manuel Piña Vives / Hay una tradición, una de las pocas, a las que Halloween no ha derrotado todavía: el panellet, dulce tradición casi ancestral, una chuche de largo recorrido en el tiempo, que sigue consumiéndose abundantemente en todos los hogares de las Pitiüses. El motivo de la celebración de la festividad de Todos los Santos sirve de golosa excusa para saltarse todos los regímenes alimenticios porque «un día es un día» se escudan los más glotones y porque las angustias de la anual operación bikini quedan todavía muy lejos en el calendario.
Sin embargo, la innovación ha llegado también a tan veterana y bolita de pasta. Tradicionalmente se adornaba el panellet con piñones, almendras o se aderezaban con esencia de fresa o vainilla. El abanico de sabores se ha incrementado este año con la naranja en la pastelería Can Vadell y con hasta diez variedades más en Fina II, de la plaza Vicent Calbet, que incluyen el limón, coco, chocolate y crema, entre otros. En ninguno de los dos establecimientos se ha fabricado este año el panellet de membrillo, por motivos diversos.
No obstante el rey de esta golosina sigue siendo el de piñones, el más solicitado de este combo de sabores, según Pilar Marí, propietaria de Can Vadell, probablemente la pastelería más veterana de Eivissa. Este privilegio regio tiene un precio: ochenta o noventa céntimos la pieza frente a los cincuenta o sesenta de sus compañeros de bandeja. «Es que los piñones están muy caros. Si hasta los vendedores del mercado me confiesan que les da vergüenza cobrar cuatro o cinco euros por una bolsita minúscula», razona.
Los panellets suelen acompañarse estos días con frutos secos, especialmente los piñones. En muchas casas de Eivissa y Formentera se sigue la costumbre de dejar algunas castañas, nueces y piñones para disfrute de las almas de los difuntos que, según la tradición, reaparecen la noche de Todos los Santos.
A ellos principalmente está dedicada otra tradición que sigue totalmente vigente, visitar los cementerios para rendir tributo anual a los fallecidos de cada familia con un ramo de flores. Los establecimientos ibicencos dedicados a este sector del comercio rebosaban ayer de clientes de todas las edades. Los claveles y crisantemos siguen siendo las flores más solcitadas, pero también las rosas tienen sus adeptos.
Algunos más sofisticados solicitan asimismo gladiolos, liliums y anturiums, según la encargada de la floristería Ambiental. Para Mari, responsable de la floristería Eivissa, la festividad de Todos los Santos y el día de los Difuntos son unas de las fechas más importantes del calendario de este establecimiento y del sector en general.