NEPOTISMO RENACENTISTA
@L.F./ Resulta innegable que el contexto histórico en el que se desarrolla la trama de este cómic es de los más apasionantes que ha parido madre. En 1492 convergieron varios acontecimientos capitales para el devenir de la sociedad tal y como la conocemos hoy en día, ya que al inevitable descubrimiento de América debe sumársele también la finalización oficial de la Edad Media y el consabido inicio del Renacimiento. En la vieja Europa, este convulso periodo histórico aconteció bajo la mirada del segundo Papa Borgia tras su predecesor familiar, su propio tío Calixto III, quien ejerciera el Papado desde 1455 a 1458, nombrando ya de paso cardenal a su sobrino aun a pesar de ser este…digamos que un hombre de poca fe.
El ascenso al poder en 1492 del valenciano Rodrigo de Borja (apellido original de la familia que posteriormente se adaptó a la grafía italiana) tuvo lugar tras un cónclave plagado de, ejem…irregularidades que abarcaron desde el soborno, la compra de votos o las amenazas poco veladas entre aspirantes. Una vez asentado en el Vaticano bajo el nombre de Alejandro VI, Rodrigo emprende su propia cruzada personal utilizando el Papado sin ningún tipo de escrúpulo para la consecución de sus propios fines. Con el habitual nepotismo patrio exacerbado por bandera y ordenando cardenales a diestro y siniestro (¡a 47 familiares, ni más ni menos!) consigue colocar a gente de su confianza en puestos relevantes de la Iglesia, y no solo eso; sus cuatro hijos bastardos concebidos por su amante Vanozza Catani también serán hábilmente manipulados como herramientas políticas y moneda de cambio, orquestando y anulando matrimonios concertados a su antojo con familias rivales con el objetivo de evitar intrigas, complots o invasiones que pudieran destronarle de su elevado rango de representante de Dios en la tierra.
Se ha dicho, y con razón, que los Borgia fueron la primera gran familia del crímen de la historia (el mismísimo Mario Puzo les subtitula con ese mismo calificativo en un libro publicado en 2001) y no es de extrañar que semejante mérito ganado a pulso haya desembocado en toda suerte de adaptaciones, ya sean cinematográficas, literarias o televisivas. El arte secuencial no iba a ser menos, y Alejandro Jodorowsky (Chile, 1929) se encarga de relatar esta historia acompañado por Milo Manara (Italia, 1945) a los lápices en la primera obra que reunió a ambos durante la publicación entre 2004 y 2011 de los cuatro álbumes individuales que conforman la saga original, recopilada solo un año más tarde en un tomo bajo el título Los Borgia (edición integral).
Visto con perspectiva resulta difícil creer que con el extenso recorrido acumulado a sus espaldas en el mercado europeo ambos creadores no hubieran coincidido en ningún trabajo previo. Aunque resulta indudable que la espera mereció la pena. El histrionismo narrativo del polifacético Alejandro Jodorowsky, director de cine, poeta, psicomago, escritor y tantas otras extrañas etiquetas, encuentra su caja de resonancia perfecta en el erotómano por excelencia del género durante las cuatro últimas décadas, que se dice pronto. Así las cosas, siempre he sido de la opinión de que Manara funciona mejor bajo guiones de otros autores que con los suyos propios (ahora viene cuando los fans de HP, El Clic o El perfume de lo invisible me canean, pero oye, ya sabéis lo que digo siempre de las opiniones y los culos…) y en esta ocasión no iba a ser menos.
El autor chileno hilvana una trama que se aleja premeditadamente del encorsetado y aburrido rigor histórico (estamos ante un tebeo de ficción, no una clase de historia) para recrearse en los detalles más escabrosos de la biografía de la primera organización mafiosa a gran escala conocida, concediendo máximo protagonismo a Rodrigo Borgia, Papa entre 1492 y 1503, y la enfermiza obsesión por perpetuar su estirpe en los cargos de poder de la Iglesia Católica a través de sus hijos ilegítimos Juan, Jofré, César y Lucrecia. Serán estos dos últimos quienes ocupen más páginas junto a su padre debido a la supuesta relación incestuosa que los unía, aunque la leyenda negra asegura que la promiscua criatura también mantenía relaciones sexuales con su propio padre, algo de lo que los autores también dejan explícita constancia, como no podía ser de otro modo.
Lucrecia nos es mostrada como una persona narcisista y pagada de si misma que será utilizada varias veces moneda de cambio para medrar en intrigas políticas. A fin de evitar conspiraciones contra su Papado, Rodrigo llegó a consensuar tres matrimonios para su hija, el primero de ellos con tan solo trece años. César Borgia, cardenal y caudillo de los ejércitos del Vaticano, era también conocido por ser el hombre más bello de toda Roma, y su ambición y sed de poder fue magistralmente reflejada en la obra El Príncipe, de Maquiavelo, personaje coetáneo que también se deja caer por la historia como consejero de los Borgia. De hecho, la utilización de personajes contemporáneos reales es recurrente, y el vástago del Papa se dejará seducir por el mismísimo Leonardo da Vinci a cambio del diseño de ingenios militares con los que derrotar a sus enemigos. En su descargo debemos decir que también que fue él quien encargó a Miguel Ángel los planos de la reconstrucción de la Basílica de San Pedro (y esto es un dato real).
El arte de Manara alcanza en esta obra unos niveles de madurez y virtuosismo no vistos hasta la fecha. El dibujante se toma su tiempo entre un álbum y otro para dar lo mejor de si mismo, y si bien no defrauda con su proverbial perfeccionismo anatómico femenino conocido por todo el mundo, en Los Borgia presta además especial atención al detalle más nimio, componiendo páginas espectaculares con docenas y docenas de personajes con vestidos o armaduras de época, reivindicándose especialmente en la vertiente arquitectónica de una Italia en ciernes en general y de Roma y los interiores del Vaticano en particular, recreando al detalle todos y cada uno de los lugares relevantes de la ciudad eterna. La textura del color aplicado a sus lápices parece recrear en el momento justo las tonalidades necesarias para darle al cómic un regusto añejo, como de tapiz o grabado antiguo desgastado por el tiempo, a la vez que resulta contundente en la gama desatada (no se me ocurre manera mejor de expresarlo) para representar a las altas esferas del clero, con un predominante rojo cardenalicio que destaca por encima de los demás.
La escabrosa historia de Los Borgia cincelada por el tándem Jodorowsky/Manara es una obra bellísima y muy dura que no dejará indiferente a nadie, tanto para bien como para mal, ya que ambos autores y sus respectivos trabajos no son de los que dejan precisamente tibio al lector. Es más, vista la corriente de mojigatería que parece extenderse en nuestros días me sorprende que aun no haya saltado algún cruzado santón con corona de espino por bandera bramando por la excomunión de semejante pareja de herejes; al menos, que yo sepa.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la Trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa de Radio Èxit, SFC (Supercultura Freak Chow, 2013) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.